¿Pero que había hecho? Esto podría arruinar de muchas maneras mi relación con Maximiliano. Si no es que ya estaba arruinado. Tomé mi celular de la mesa de noche y vi la hora. Diez de la mañana, Mariane me mataría, Teníamos el desayuno familiar, el cual solía ser incomodo, debido a la riña que tuvo mi padre con Michael. Después de eso, íbamos a elegir la decoración de su boda. Apenas y llegaría con la organizadora.
Tome un par de minutos para contemplar al maravilloso hombre que dormía junto a mí. Y sonreí al recordar la noche anterior.
Después de que la cena termino, la música inundo la sala. Maximiliano, tomaba mi cintura mientras bailábamos al ritmo de Michael buble. Y cuando una canción romántica inicio, planto un casto beso sobre mi boca. Era dulce y gentil. Podía perderme entre sus brazos de ser posible. Pero nuestro mágico momento, fue interrumpido por un David encolerizado. Su rostro estaba rojo. Había empujado lejos de mi a Max.
—¿Qué diablos te pasa?
Grite en dirección a David, el cual tenia su rostro rojo lleno de ira.
—¿Qué es lo que me pasa? ¿Que te pasa a ti? ¿no escribiste que esperarías por mi aun si fuesen diez años?
—Claro lo haría, si tan solo hubieses respondido cada maldito mensaje y llamada que hice.
Maximiliano se repuso dispuesto a devolver el golpe. Pero David fue más listo y como años atrás. Me tomo en sus hombros y huyo del lugar conmigo en brazos.
— David, detente, no tienes derecho. Suéltame.
Bajo mi cuerpo cuando llegamos al estacionamiento, indicando que entrara en su automóvil. Estaba loco si creía que estaba dispuesta a hacerlo.
— Por favor, Amber, necesito hablar contigo, sé que fui un idiota y lo arruiné. Pero no tolero la idea de que otro hombre este a tu lado.
—¿Crees que ha sido fácil para mí? ¿Sabes cuanto he sufrido desde que te fuiste a walla walla? Estar con Max ha sido lo único que me ha levantado el ánimo en meses, es un gran hombre.
—No lo creo, lo conoces muy poco.
De cierta forma tenía razón, no conocía todo acerca de Maximiliano, pero eso poco que sabía de él, me era suficiente como para confiar en él.
—Eso no importa, lo aprecio demasiado.
Y realizo la pregunta que me había negado a cuestionarme, en los pocos meses que tenía mi romance.
—¿Lo amas?
Me quede callada, porque el sabia la respuesta. Resignada, subí a su automóvil. Max salió agitado del recinto, viendo con molestia como me alejaba junto a David. Perdóname, Max. Pero tengo que cortar de raíz con David para quererte como lo mereces.
Al percatarme la dirección a la que nos dirigíamos me alarme, David me llevaba a su casa. No discutiría con el frente a sus padres. Seguro mi imagen daría una impresión toxica. Y la versión de mi persona que conocían se distorsionaría por una situación fuera de contexto.
—No tendré esa conversación en casa de tus padres. Llévame a mi departamento, por favor.
—No te preocupes, ellos están en el viñedo, se han asentado allí temporalmente.
Sin ninguna excusa válida para evitar llegar al destino y tener la conversación que revolvía mis entrañas, me arme de valor mental y estudie cada cosa que planeaba decirle. Pero. Aun no estaba segura de, dejarlo ir o seguir intentando un poco más. Porque no era fácil olvidar al único hombre que has amado.
Al llegar a su casa, múltiples recuerdos se acumularon en mi cabeza. Todas nuestras tardes de películas, las ostentosas cenas de negocio, los sábados de piscina y los domingos para ver constelaciones. Mi corazón se retorció llenándose de emociones encontradas.
Los muebles pulcros de madera y las paredes de color verde pálido me hacían sentir en casa. Porque, aunque su padre era un hombre de negocios ocupado la mayoría del tiempo, nunca dejo de lado a su familia, y esa calidez se reflejaba dentro de su hogar.
Tome asiento mientras el se quitaba su saco y tomaba una botella de vino Roux. Sirvió dos copas y tomo asiento a mi lado. Su mirada retrocedía a mi avance emocional, me observaba con anhelo. Como si estar alejado de mi hubiese sido igual de doloroso como lo fue para mí.
—¿De qué quieres hablar?
—Se que fui un idiota al no responder tus llamadas. Estaba lastimado por la forma en la que habías decidido no luchar por nuestra relación. Me sentí traicionado, de todas las personas que imagine podían lastimarme alguna vez jamas lo vi venir de ti.
Sus ojos estabas vidriosos, pero el no lloraba frente a nadie, bebió un trago largo terminando su copa de vino. Y sirvió un poco más. Estaba nervioso.
—No tenía idea, de que mis acciones habían tenido ese efecto para ti, perdón. Estaba asustada, nunca espere que las cosas sucedieran tan rápido, estabas ahí confesándote, pero también tenías que marcharte ¿Qué debía hacer? No quería detenerte para crecer dentro de la empresa de tu familia, deseaba verte feliz. creí que tomaba la decisión correcta, al permanecer como tu amiga y apoyarte en tus logros.
—Amber, nunca podre ser feliz si no te tengo a mi lado.
Al tener su mirada intensa sobre mí, ahora fui yo quien tomo de golpe el vino. Porque estaba a punto de cometer una locura.
Me incline lentamente en su dirección, y plante un beso dulce sobre sus labios. Ese beso con el que siempre había soñado, más nunca me atreví a darle.
No deseaba desperdiciar más años de mi vida, estaba arriesgándolo todo con esa pequeña muestra de afecto. Me alejé expectante de su reacción, mas no tuve tiempo de mirar su rostro porque sus manos me regresaron al contacto con sus labios. Un beso cargado de sentimientos, dulce y tentador. Que conforme pasaban los segundo incrementaba su intensidad. El calor abrazador se abrió paso a través de mi cuerpo. Sus manos recorrieron mi cintura hasta detenerse sobre mis caderas. Con un ágil movimiento, me poso sobre su regazo.
Sus labios bajaron a mi cuello, recorriendo cada centímetro de la piel descubierta, mi cuerpo estaba ardiendo. Nuestra ropa iba desapareciendo con cada minuto que pasaba. Su piel era suave bajo el contacto de mis manos que eran diminutas en comparación de las suyas. Ásperas y fuertes reflejaban el trabajo duro que realizo en el viñedo. De igual forma sus brazos habían aumentado en volumen, ni hablar de su torso que dejaba a la vista un abdomen firme y marcado. Nunca había tenido intimidad con alguna persona, pero siempre fantasee con ese momento. Y sin duda alguna, siempre desee que esa persona fuera el. Era el único hombre en el que confiaba plenamente. No estaba seguro de que sucedería a la mañana siguiente, pero no tenía dudas de entregarme al hombre del que estaba enamorada.