Embriagame con tu amor

Capítulo 23

Punto de vista de Amber Wilson

Cuando desperté me di cuenta de que mis piernas y manos se encontraban atadas. Mas mis ojos no se encontraban privados de la vista. Aunque había oscurecido, imaginaba era de madrugada. Veía que estaba en una habitación algo lúgubre. Paredes desgastadas me cubrían de la tormenta que se desataba en el exterior. Probablemente era una casa abandonada era un sitio desolado y un par de gotas caían sobre mis hombros. Con incomodidad me desplace a una esquina para evitar mojarme de nuevo. El suelo era de madera, forcé mi vista en la oscuridad, intentando distinguir lo que había a mi alrededor. Una cama, un ropero, papeles de periódico cubrían las ventanas, las paredes eran de color rosa viejo, pero por la humedad la pintura se descarapelaba y una vieja pintura azul chillante se veía en algunas partes. Unos pasos me alertaron de que no me encontraba sola, aunque no logre ver a mi atacante, sabía quién era. Maximiliano, la única persona lo suficientemente enferma como para hacerme esto.
¿Por qué estaba tan obsesionado conmigo? ¿Acaso nunca me libraría de ese maniaco? De haber sabido la clase de tipo que era, jamás me hubiese involucrado con él, en absoluto. Irónico que meses atrás lucia como un príncipe azul.

El pánico y angustia se acumularon en mí pecho, él era capaz de cualquier cosa. Eso quedo claro, después de todo lo que sucedió en Nueva York, el chantaje y la herida que le causo a mi hermana. Pero creía conocerlo, aunque sea lo suficiente como para manipularlo un poco, antes de que, tal vez la ayuda llegara. Seguro habían notado mi ausencia en la hacienda a pesar de la conmoción al descubrir que Andrew es parte de la familia Roux.

La luz me lastimo los ojos momentáneamente, el camino a mi alrededor, observando a detalle mi cuerpo con obsesión. Rio alto mientras sacaba una cuchilla del bolso de sus pantalones, estos eran unos vaqueros viejos, su camiseta estaba igual de desgastada, seguro fue lo único que encontró en algún sitio. Como prófugo de la justicia lo buscarían en su departamento y lugar de trabajo. Aun no entendía como había llegado a la hacienda ¿Había robado esa camioneta o alguien estaba apoyándolo? Tan solo pensar que tenía ayuda, me daba escalofríos.

—Apuesto a que estas asustada cariño, Pero sabes que nunca te lastimaría ¿o sí?

Volvió a reír como maniaco, burlándose de mí. Porque lagrimas saladas corrían por mis mejillas, rogaba al cielo, universo o fortuna que me encontraran pronto. Porque ese hombre no demoraría en hacerme daño.

El no aparto su vista y tomo asiento sobre la cama.

—Seguro te preguntas ¿Por qué hago todo esto? Bien es hora de ser honesto. Mi nombre si es Maximiliano, he tenido éxito en los negocios, pero mi apellido real es Davalos ¿Te recuerda algo?

Con el miedo aturdiendo mis sentidos, no podía pensar de forma rápida. Así que negué con efusividad.

Sus ojos se llenaron de furia, mirándome como si lo hubiese insultado. Aparto su vista de mí intentando controlar su enojo y continúo hablando.

—Mi hermano menor, Eric fue tu compañero escolar.

¿Eric? Lo mire confusa hasta que conecte todo, Eric Davalos. El chico que planeaba chantajearme en la preparatoria.

Él sonrió mientras asentía confirmando mi hipótesis mental.

—En ese entonces me encontraba en el último año en la universidad la cual era en otra ciudad. Al volver a casa por el periodo vacacional, encontré a mi hermano muerto.

Sus ojos me miraron con odio, a su vez reflejaban el recuerdo tortuoso al presenciar la muerte de su hermano.

—Eric dejo una nota. En ella relato todo lo sucedido en el último año. Sabía que nuestra familia no podía mantener a dos chicos en la universidad, así que comenzó a realizar algunos trabajos sucios, hasta que descubrió que chantajear a pequeñas zorras de la elite era bien remunerado. Todo estaba marchando bien, hasta que puso lo ojos sobre ti, Amber Wilson.

Se puso de pie señalándome con su dedo índice, acusándome de ser la culpable, de algo que apenas me enteraba había sucedido.

—Tu y David Roux son los culpables de su muerte. Él estaba dispuesto a dejar de chantajear personas, ya tenía el dinero suficiente, pero David Roux se encargó de dejar en evidencia su actividad ilícita, ninguna universidad lo acepto. Estaba devastado, al punto de que se suicidó.

Enterarme de su muerte, me afecto, un poco. Después de todo era un ser humano. Todos cometemos errores. Pero lo que había hecho David, era justo, de no ser así ¿Eric continuaría por ahí feliz cuando chantajeo y utilizo a chicas para su beneficio? Su muerte fue injusta, sí. Pero fue su decisión. El, tenía elección. Podía redimirse e intentar que su mancha se borrara. Pero eligió la vía fácil. Me sentía mal por su decisión, pero no culpable. Porque ese suceso en mi vida fue traumático para mí.

Lo siento mucho Maximiliano, no tenía idea de que él había fallecido…

Eran palabras que deseaba decirle. Pero me sentí ridícula al tener empatía hacia él, cuando me tenía secuestrada y probablemente me dañaría, la empatía era el sentimiento menos adecuado hacia él.

—¿Qué es esa mirada? ¿Sientes lastima por Eric? Por supuesto que no, después de joderle la vida, tu maldita zorra, junto al estúpido de tu amiguito, continuaron en sus lujosas y perfectas vidas. Mientras mi familia se hundía en la tristeza y miseria.




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