Despertar envuelta entre la calidez del cuerpo y el aroma de David era mi perdición. Amaba tenerlo cerca de mí, verlo dormir a mi lado, su respiración lenta y serena. Llenándome de paz, porque él era mi todo. No en un sentido de codependencia, me encantaba mi individualidad, pero era mi todo respecto a que sin el una parte de mi alma se sentía vacía, podía ser feliz sin él, pero siempre existiría ese hueco.
Bese su mejilla antes de correr fuera de su lado, para darme una ducha. Tomé de su guardarropa unos shorts deportivos los más ajustados que encontré y una camiseta básica negra. Podía decir con plena libertad que pasaría un romántico día con mi novio. La palabra se sentía desconocida brotando de mi boca, porque en el pasado este momento, la sola idea parecía imposible. No era una experta en la cocina, pero tras unos meses de independencia viviendo en el departamento que solía ocupar Mariane, me arregle el problema de la comida con un par de videos de YouTube y mucha practica de platillos carbonizados. Eventualmente mejore, incluso podría abrir un restaurante si quisiera. Mientras terminaba los últimos panqueques unas manos se deslizaron por mi abdomen. Me sobresalte al inicio sorprendida por el tacto, pero me relaje de inmediato entre las manos traviesas de David. El cual no perdió oportunidad y beso la piel descubierta de mi cuello.
—Cariño, intento cocinar si continúas distrayéndome de esta manera terminare quemando esto.
Tomo la cuchara de mi mano aun a mis espaldas y termino lo que quedaba de la mezcla. Esto hizo que se pegara aún más a mi cuerpo. Sintiendo cada musculo tensarse al crear fricción con el mío. Después de terminar con la cocina, me giro sin dejarme hablar, tomo mi boca con la suya y rodeo mi cuello con sus manos acercándome aun mas a su rostro, liderando el ritmo del beso.
—Me asusté por un momento cuando no te vi a mi lado.
Dijo con voz ronca cuando se apartó de mí.
—Lo siento, quería sorprenderte… Exprese con las mejillas sonrojadas aun afectada por sus caricias.
—No quiero separarme de ti de nuevo. Cuando regrese de Walla Walla múdate aquí conmigo. Demando con voz serena. Como si abandonar mi reciente independencia fuese algo fácil de aceptar.
Aunque admitía estar locamente enamorada de él, no estaba preparada para vivir con él. Me gustaba mi espacio, recién mi vida tomaba un destino estable y el ya deseaba que me fuera de lleno. Era demasiado pronto.
—Te amo David, pero no puedo hacer eso.
—¿Porque no? cuestionó confundido por mi negativa.
Tome el plato con los panqueques dirigiéndome a la barra de la cocina. Sintiendo la mirada de David que observaba todos mis movimientos. Le regrese la mirada mientras tomaba la cafetera. Antes me había asegurado de colocar las tazas y cubiertos necesarios sobre la barra.
Aun en silencio tome asiento, mientras pensaba en las palabras adecuadas.
—Me gusta mi espacio, quizás dentro de un año, considere tu propuesta. Pero de momento me parece demasiado pronto cariño.
Parecía herido por mi respuesta, pero habíamos acordado dejar de mentir, estaba segura de que, si corría justo ahora dentro de la fantasía ideal de David, terminaría huyendo de la relación. Por mucho que lo amara, terminaría siendo hasta cierto punto asfixiante.
—Tienes razón, creo que me precipite en la decisión.
Respondió sin revelar lo que sentía, pero una sobra de dolor se coló en sus ojos. Sutil e imperceptible pero el mínimo destello fue suficiente para notarlo.
—¿Te molesta que no desee vivir contigo justo ahora? Cuestione ansiosa con el temor de arruinar nuestro nuevo comienzo.
—No, no estoy contento, pero tampoco me molesta, mientras continues a mi lado está todo bien.
Murmuro separando mis piernas para colocarse entre ellas, rodeando mi cintura y volviéndome a besar esta vez con delicadeza.
Después del desayuno, paseamos tomados de la mano por central park, su edificio quedaba cerca de este. El se mantendría en la ciudad un par de semanas en lo que Michael regresaba de su luna de miel. Por lo que volveríamos a separarnos temporalmente después de eso. Aunque planeaba visitarlo cada fin de semana en walla walla valley. Extrañaba la paz y el aire fresco del viñedo. Sin olvidar a Lisa y el Sr. Roux. Quería ver de cerca como estaban manejando el asunto de mi jefe, Andrew.
David condujo en dirección a mi departamento, me cambiaria de atuendo porque deseábamos tener una cita romántica. Una de esas cenas cursis en un restaurante sofisticado. El espero paciente en el recibidor, mientras me arreglaba en mi habitación. Un vestido sencillo de satén corto, en color rojo con tacones dorados.
La cena estuvo llena de malos chistes de David. Recuerdos vergonzosos de nuestra adolescencia y una incómoda descripción de como vio en vivo el parto de la vaca Clara, contando de forma literal como el veterinario metió la mano completa para extraer al ternero porque hubo un par de complicaciones con el parto.
—De verdad utilizo la mitad de su brazo, fue demasiado para mí, admitiré con vergüenza que me desmaye.
—¿Qué? David imagino que si fue…un poco asquerosos, pero no creo que para desmayarse.
Dije riendo mientras tomaba un poco de vino porque terminaría ahogándome con la pasta, de la risa que me causaba la mirada traumada de David.