Emily

CAPÍTULO 4.

Los días se pasaron demasiado rápido como para que siquiera lo notara, sin embargo, la llamada con Babi seguía presente en mi memoria. Desde que había conocido a Babi ella nunca había sido tan seria acerca de algo conmigo y mucho menos tratándose de algún embrollo con un chico y mucho menos algo tan pasajero como lo representaría mi relación con Ezra.

Mi madre me despertó demasiado temprano el día del debut en la boutique de Madame François, no estaba desvelada ni mucho menos pero el despertar media hora antes de lo normal sin duda alguna deja algo qué desear. Me vestí como pude y salí a correr con mi madre por las calles de Highland Park. Visualicé el panorama, aún se veía la luna cuando pasamos por el Starbucks más cercano  a mi morada, podía percibir el viento corriendo por mi cabello sujeto en una coleta justa al igual que por mi camiseta holgada que normalmente uso para ejercitarme.

Para mi madre, era normal el levantarme tan temprano el mero día de una presentación o siquiera de un ensayo general y pese a que ya lo sabía aun así seguía  sin acostumbrarme lo bastante como para no tomarme por sorpresa.

Nos detuvimos en el apogeo de la multitud que se encontraba en la calle principal, mi madre me miró con un ceño fruncido antes de acercarse al mar de cabezas que no hacían más que murmurar. Observé la actitud reciproca de una mujer que se encontraba cerca de nosotras, mientras llevaba la palma de su mano a sus labios y observaba el par de policías que cerraban la calle con cintas restrictivas y pedían a todos el que se mantuvieran alejados.

— ¿Qué está pasando? — preguntó mi madre en particular a nadie.

Me adentré en el mar de personas, vi a un niño llorando mientras abrazaba las piernas de su madre. Los policías hacían su trabajo, cercando cada perímetro del área permitido para evitar el que cualquiera se acercara. Me levanté en las puntas y fue entonces cuando lo vi, un cadáver cubierto por una sábana justo en el medio de la calle, me horroricé al momento.

— ¿Qué ha pasado? — mi madre me cogió por los hombros, la miré con el pánico irradiando en mis ojos.

— Ha sido un asesinato, un asesinato…

 

 

***

 

 

Papá enloqueció cuando nos vio llegar a mí y a mi madre por la puerta tres horas después de haber salido de casa por allá en la madrugada, sin embargo, al escuchar las dulces palabras de mamá de que todo estaba bien se tranquilizó. Al parecer el noticiero de CNN había transmitido un breve sobre el atentado en Highland Park, asegurando el que al día siguiente transmitirían un especial acerca del asesinato.

Madame François había hablado, preguntando si todavía estaba dispuesta a dar el espectáculo esa misma  noche, yo estaba más que a gusto de decirle el que mi condición había empeorado a causa del miedo por el ataque pero mi madre fue la que puso al tanto de que estábamos más que preparadas para todo lo que se avecinara y más si íbamos a estar juntas en todo el evento. Mi madre tenía la mala costumbre de no sólo hablar demás, sino formar un equipo en el que yo era la batuta de todo.

Así, pues mi padre cogió maletas junto con mi madre y partimos a University Park, el viaje fue largo debido a que mi padre no acostumbra pasar de los 90 km/hr y mucho menos si por una autopista. Miré el paisaje, admirando como el sol comenzaba su descenso, formado por un lienzo lleno de pinceladas rosadas y azules que formaban un paisaje magnánimo gracias a las raíces de los árboles con pocas hojas gracias al otoño. Papá encendió la radio y dejó que sonara la música country mientras mamá cantaba a todo corazón, provocándole una sonrisa a mi padre mientras se le unía en el coro de la melodía que estaba más que segura no había oído antes.

Llegamos a la boutique después de habernos atorado en la entrada de University Park gracias a que papá nunca había viajado hasta el diminuto condado. Yo  conocía  mayoritariamente los lugares esenciales de la circunscripción pero me abstuve a decir cualquier cosa, estaba más que segura de que si hubiese abierto el pico mis padres hubieran sospechado acerca de mis huidas furtivas al 7 – Eleven.

— ¡François no mentía! — chilló extasiada Tina mientras bajaba del auto y miraba el apogeo de autos en el estacionamiento de la boutique de Madame. A decir verdad, yo misma me sorprendí de ver la cantidad de autos en el estacionamiento del recinto al igual que el montonal de camionetas de noticieros de moda, revistas e inclusive de Estrella un periódico oficial de Dallas.

— Vaya, debo admitir que esta noche me voy a sentir a lo grande.



#5055 en Novela romántica

En el texto hay: ballet, drama, amor

Editado: 03.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.