Emma: Escuela de Magia (crónicas de la Maga Silenciosa #1).

La Torre Efímera de Elde, parte 2.

Los mágicos sanadores y la guardia de Elde no tardaron mucho en llegar, debido a su proximidad. En cuestión de segundos, comenzaron a atender a todas las personas presentes que habían sufrido el impacto. No todos salieron tan bien parados como el grupo de amigos, incluido Timmy. El chico rubio seguía inconsciente cuando uno de los guardias se acercó a ellos para preguntarles si estaban bien, y si habían visto lo que había pasado. En aquellos momentos, pese a la adrenalina del momento y el rápido ir y venir de aquellos que habían llegado a socorrerlos, pese al ajetreo, un sentimiento ennegrecido y estremecedor se cernía sobre todos ellos, como una nube difuminada que sobrevolaba la zona. Quizá la necesidad de actuar con rapidez no permitía todavía sopesar lo que había ocurrido; pero cuando lo hicieran, se darían cuenta de que acababan de presenciar el último momento, el colapso de uno de los monumentos más emblemáticos e históricos de Celesium. ¿Cómo había podido suceder aquello? Se preguntó Emma todavía aturdida, al ver el rostro desencajado de un anciano, probablemente habitante de Elde de toda la vida, observando los restos de lo que había constituido durante mucho tiempo el orgullo más grande del pueblo. Aunque sentía su cuerpo dolorido por todas partes, tuvo que reaccionar de una vez cuando vio a Leyla incorporarse para atender a Timmy, cuyos ojos parecían sellados. Incluso Ethan había desenlazado sus brazos a su alrededor para ir a por su amigo. Finalmente, tras observar el jaleo presente y que los sanadores no daban abasto para tanta gente, determinaron que lo mejor sería llevar a Timmy a la enfermería de la escuela, probablemente más tranquila. No sabían si sería una buena idea, pero era la mejor que tenían. Así que Ethan recogió su cuerpo del suelo y lo cargó sobre su espalda, asegurándose de que se mantenía bien sujeto. Y, con los corazones aún sobrecogidos, los cuatro comenzaron a caminar de vuelta a Eythera, en absoluto silencio, tratando de sopesar cada uno a su manera el terrible acontecimiento.

 

Timmy pasó toda aquella tarde sobre una de las duras camas de la enfermería, rodeado de todos sus amigos. Incluso Minerva había corrido a la enfermería al enterarse de lo ocurrido, pues lo cierto es que aquel grupo de amigos no había sido el único en volver de Elde en condiciones similares. Emma jamás había visto la enfermería tan llena. Incluso las partidas de damas rojas se suspendieron al momento de llegarles el rumor de lo pasado, que se había expandido como la pólvora. También los profesores mostraban sus rostros contraídos, conscientes de la gran pérdida que acababan de sufrir. 

Muchos de los alumnos decidieron por eso retrasar su partida para el día siguiente, incluidos Leyla y Ethan, que debido a la condición de Timmy, marcharon un día más tarde de lo previsto, solo cuando se aseguraron de que el rubio ya se encontraba bien y que podría seguirlos. Vanesa, por su parte, pese a que se notaba que quería quedarse hasta que Timmy despertara, no tuvo más remedio que partir aquella misma tarde, al enterarse de que a la mañana siguiente cerrarían muchos de los trayectos de los teletransportadores, para controlar e intentar solucionar la situación. 

Aún así, pese a toda la anterior movilización y conmoción, dos días después, la escuela quedó completamente vacía; aunque aquella sensación de malestar todavía recorría los corredores. Tras el derrumbamiento de la Torre Efímera, lo que más desearon los alumnos fue volver cuanto antes a sus casas, probablemente ansiando rodearse de la familia y de la seguridad del hogar ante una situación como aquella. Emma, por su parte, permanecía analizando lo pasado, recurriendo a una sucesión de imágenes recientes en sus recuerdos. Apenas había tenido tiempo de hablar con Leyla y Vanesa sobre aquel mediodía y su relación con lo que vieron en la casa de aquella mejunjera, pero sabía que sus amigas lo tenían tan presente como ella. ¿Cómo era posible que hubieran visto el futuro a través de un simple caldero? ¿Aquella mejunjera sabía lo que habían visto, lo que iba a ocurrir? De ser así, ¿podrían haberlo evitado? Emma sacudió la cabeza, confusa, observando el silencio que recorría como una ráfaga de viento todos los rincones de la escuela. Parecía de pronto más austera, más grande aún de lo que ya parecía llena de gente. Incluso Azel se había ido, Emma podía sentirlo. Nadie en su sano juicio permanecería en Eythera tras lo sucedido y menos en vacaciones. Nadie salvo ella y un puñado de profesores, claro está.

Suspiró, restregándose la cara fuertemente con las manos, tratando de espabilar. Aquello se les estaba yendo de las manos. Parecía que la situación se volvía más incontrolable que nunca. Y entonces una fugaz posibilidad cruzó por su mente. ¿Podía haber sido alguien, y no algo, el que había hecho que la torre se derrumbara? ¿Podía estar él relacionado con todo aquello? Su madre parecía estar al corriente de quien era el ladrón de las Margaritas de Tigreen. Si aquel extraño del pasado y él fueran la misma persona, ¿no se lo habría dicho su madre? Emma negó, no. Claro que no. A esas alturas sabía que su madre no diría nada si no era ella quien preguntara, y muchas veces ni con esas. Y entonces, recorriendo uno de los desolados pasillos de la escuela con esos pensamientos, fue cuando la vio. Casi ni le sorprendió que estuviera allí. Parecía más una coincidencia demasiado obvia que solo estaba allí para confirmar sus sospechas. Incluso solo estaba para ella.



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En el texto hay: secretos, aventura, amor

Editado: 15.07.2020

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