Leyla permaneció en silencio durante un tiempo, tratando de asimilar la inmensa e increíble verdad que su amiga acababa de contarle. Sabía que había estado guardando algo de peso desde hacía semanas, que una invisible carga había estado preocupándola, pero jamás imaginó que sería algo de semejante magnitud. Por un momento se sintió desconcertada, sorprendida de que, conociéndola desde que era un cría, siendo tan cercana a ella como era, no hubiera sido capaz tan siquiera de darse cuenta de que tipo de maga era realmente.
-Madre mía. -pudo pronunciar solamente al cabo de un momento-. Esto... -Leyla era incapaz de encontrar las palabras exactas para decir aquello que quería, pero por otra parte estaba tan perdida que dudaba de que realmente supuriera que era aquello. -Joder.
Emma le dirijió una media sonrisa. Sabía que era difícil de asimilar, y que eran muchas cosas. Para su mejor amiga, saber de repente que ella había sido retenida por un hombre extraño cuando era pequeña que resultó ser el mismo que había robado las margaritas y destruido la torre de Elde, que había estado a punto de matar a su madre, que perdió muchos de los recuerdos de su niñez en relación a que, enrealidad, era una maga negra, la cual por cierto había resultado ser también la única portadora de la runa negra sobre la faz del globo; desde luego que era un duro golpe. Así que esperó a que continuara, impaciente porque la pelirroja dijera cualquier cosa que pudiera calmarla, que la asegurase de que, pasase lo que pasase y fuese quien fuese, ella aún permanecería a su lado.
-Menuda carga se nos ha echado encima, ¿eh? ¿Como vamos a hacerle frente? -preguntó, pensativa, mirándola fijamente.
Emma abrió ligeramente los ojos, su amiga estaba hablando en plural. Hasta entonces solo se había imaginado a ella sola frente a todo lo que se avecinaba, enfretándose únicamente con sus poderes a aquel hombre. Pero su amiga, de repente, acababa de incluirse sin reparos en ese futuro. Emma se dio cuenta entonces de que no estaría sola, que sus amigos la perseguirían hasta el fin del mundo si hiciera falta, aunque ella pusiera todas sus fuerzas en tratar de evitarlo. Sobretodo tratándose de Leyla. Eran tan uña y carne, que parecía imposible que fueran a separse nunca, no al menos sin gran sufrimiento de por medio. Y aunque por ahora solo tenía a Leyla a su lado, se sentía mucho más capaz de hacer cualquier cosa contantando con su ayuda. Sabía que las cosas comenzarían a cambiar muy pronto, que en breve aquel hombre tomaría acción, y que era cuestión de tiempo que supiera que Emma ya lo había recordado todo y que sabía quién era realmente. Y eso significaba que él trataría de hacer cualquier cosa para conseguir que Emma corriera a su lado, lo que ella, bajo ningún concepto, pensaba hacer.
Por otra parte Emma se preguntó que tendría en mente hacer una vez que consiguiera la runa negra, si es que llegaba a conseguirla. ¿Cuál era su objetivo realmente? ¿Volver a hacer resurgir a los magos negros? ¿Someter a los magos blancos? ¿O caso a los dos? Emma tenía un montón de preguntas, las cuales no podía responder.
-Entonces, es a ti a quien el busca. -continuó diciendo Leyla-. No es cierto eso de que fue a por ti porque enrealidad quería llegar a tu madre, como decían los rumores.
Emma suspiró.
-Más bien, dudo que a ese hombre le interese atraer a mi madre, porque en estos momentos es de las únicas personas que pueden pararle los pies.
Leyla entrecerró los ojos.
-No es que se diga que trate de mantenerse en las sombras ciertamente, porque todo lo que ha hecho hasta ahora ha sido de todo menos no llamar la atención. Asaltando la casa de algunos mágicos y persiguiendo a otros.
Emma se encogió de hombros.
-Puede que esté tratando de reclutar magos para que le ayuden.- propuso Emma, no muy convencida.
Leyla la miró espantada.
-Eso no suena muy bien. -susurró, con una mueca.
-Esperemos que El Consejo Superior se encargue de esto. -comentó Emma, pensativa.
Leyla sacudió.
-¿Pero el Consejo Superior sabe qué busca realmente, que tú eres las portadora de la runa negra? ¿Es consciente de ello?
Emma cayó en la cuenta de las palabras de Leyla. Tenía razón, El Consejo Superior probablemente no lo sabría, y su madre desde luego que no tenía pinta de querer decírselo. ¿Pensaba entonces hacerse cargo ella sola? Pero tarde o temprano, si las cosas se pusieran peor, ¿no tendría que acabar recurriendo al Consejo? Era cuestión de tiempo que la gente averiguara quién era. Y probablemente no tendría forma de evitarlo. Incluso ella misma pensaba decírselo a sus amigos cuando estuviera preparada.
Emma se imaginó a los alumnos de Eythera mirándola por los pasillos mucho más de lo que ya lo hacían, con su nombre protagonizando un sinfín de cotilleos. No, desde luego, no era un pensamiento agradable. Cuánto le gustaría a veces ser un simple granito de arena.
Leyla captó la expresión de exasperación en el rostro de su amiga, porque suspiró, mirándola con intensidad. Pero con la misma intensidad de siempre. Emma al menos agradeció que su amiga no cambiara la forma en que solía mirarla.