Emma: Escuela de Magia (crónicas de la Maga Silenciosa #1).

Capítulo 28: El secreto de Ethan (o uno de ellos), parte 1.

Aquel mediodía estaba nublado. Pero el cielo no estaba opacado por el típico mantón grisáceo y triste, sino por un suave y ligero velo traslúcido que dejaba pasar una luz demasiado brillante y blanquecina. La llanura, que volvía a verse de un verde intenso, en esos momentos se coronaba de gente. Era sábado, y media hora más tarde daría comienzo el duelo mágico de aquella semana. Faltaba ya poco para las semifinales, y la emoción que residía en cada uno de los presentes era más que palpable. Los puntos ganados por los vencedores contaban ya más que los de cualquier duelo pasado, y se notaba la tensión. Parecía incluso que esa luz blanca que se colaba entre las nubes, no muy densas, iluminaba justamente al escenario, como si de un foco natural se tratara.

Aquella luz, tan especial, impactaba también sobre el negro más oscuro que el carbón que tintaba el reluciente cabello de su amigo. Puede que fuera un mago negro, pero en aquel instante parecía que los pálidos rayos de sol tenían una especial predilección por él. Emma le observó con disimulo, últimamente había pasado bastante tiempo con él. Y no es que eso la disgustase, que va, todo lo contrario, pero sentía que en esos momentos prefería estar con todos sus amigos, como habitualmente, disfrutando del duelo que estaba por venir todos juntos, como había hecho en todos los anteriores. Pero habían pasado ya unos cuantos días, y aún no había vuelto a hablar con ellos. Y una parte, temerosa y oculta, temía que no lo hiciera.

Después de lo dicho por Timmy se había enfadado. Y mucho. Y durante un tiempo se negó si quiera en pensar en la posibilidad de perdonar su comentario. Pero poco después, el enfado se había ido, y en su lugar había quedado una decepción y una desilusión tan amarga, que casi dolía. El hecho de que pudiera ser rechazada, de que sus amigos pudieran sentir hacia ella el mismo recelo y reparo que tenían hacia los oscurios en general le aterraba, aunque le costara reconocerlo, porque su orgullo se imponía al verse mancillado.

Azel llevaba un rato observándola en silencio, cuando notó que su mirada había dejado de posarse en él. Sabía que la chica había discutido con sus amigos, había estado presente cuando eso había sucedido. Y pese a que le sentó bastante bien que ella le defendiera, que hubiera dado la cara por él, algo que no todo el mundo estaba dispuesto a hacer, no le gustaba para nada que hubiera tenido consecuencias tan malas para ella. Pese a que sabía, por supuesto, que el gran problema residía en que Emma había revelado a sus amigos que tipo de maga era realmente bruscamente, y ahora tenía miedo de ser rechazada. Azel también se sintió así un día, demasiado lejano como para que pudiera importar o reconocerlo, antes incluso de convertirse en la persona que ahora era, y a la que poco le importaba lo que pensaran los demás. Si había alguien a quien no le gustara, era problema suyo. Pero sabía que eso no era igual para su amiga.

-No es que no me agrade tu compañía, pero creo que deberías ir hablar con ellos. -dijo el chico, acercándose más a ella, señalando allá donde sus amigos se agrupaban, al otro lado del escenario.

Emma apartó la mirada rápidamente del lugar donde señalaba el dedo de Azel, y negó con lentitud.

-No quiero volver a discutir. -respondió, consciente de que era algo con grandes probabilidades de ocurrir, y también lo último que le apetecía.

Azel colocó una mano sobre su hombro, suavemente.

-No te rindas tan pronto. Incluso yo he podido fijarme en lo mucho que te adoran.

Emma bufó.

-Sí, me pregunto si seguirá siendo así ahora. -contestó con cierto tono sarcástico.

Pero Azel arrugó la frente.

-Desde luego que sí. -suspiró-. Créeme. Estoy seguro que a quien realmente odia Timmy es a los oscurios. A mis hermanos, a nuestros amigos... a mí. Tú no estás en esa lista, pondría la mano en el fuego. Es más, es bastante probable que en estos momentos se esté mordiendo el labio por bocazas. -afirmó Azel, con ligero resentimiento, algo enfadado porque hubiera hecho daño a la chica-. Tus amigos te quieren, Emma, y eso no puede cambiar tan fácilmente.

Emma bajó la mirada, con los ojos cristalizados y algo sonrojada. Las palabras de Azel siempre conseguía calmarla. Siempre tenían un poder especialmente tranquilizador.

-No sabía que tanto te molestase mi presencia. -dijo en broma, tratando de alegrarse un poco.

Azel sonrió con cariño, mostrando una expresión completamente distinta a las que había visto la chica por su parte. Un expresión que deshizo todo su frío carácter por un momento. Y si tuviera que ser sincera, le había gustado esa sonrisa.

-Mis amigos no son el tipo de grupo que iría contigo. -dijo simplemente. Ella sabía que lo que él estaba tratando es que volviese con el suyo, y se dejase de resentimientos y temores. Pero era difícil hacerlo. Al menos, se consoló pensando Emma, tenía a Leyla y Vanesa todavía.

Las dos chicas habían corrido tras ella poco después de que se marchara del comedor de esa forma, negándose a dejarla sola. La habían apoyado en todo momento, aunque eso no significaba, por supuesto, que se hubieran alejado del resto. Ellas, al igual que hacía Azel en aquel instante, habían tratado de hacer que se reconciliaran. No con mucho éxito hasta el momento, la verdad.



#1242 en Fantasía
#186 en Magia

En el texto hay: secretos, aventura, amor

Editado: 15.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.