Emma: Escuela de Magia (crónicas de la Maga Silenciosa #1).

Un espeso humor color cian, parte 2.

Aquella niebla comenzó a avanzar, espadiéndose por todo el aula, silenciosa e imponente, sin dejar un solo espacio libre de su presencia. Y pese a la mordacidad de su avance, y a los gritos de advertencia de Timmy, Emma no se apartó de su sitio, en medio de la clase. Su mente trataba de funcionar con rapidez, buscando en la enciclopedia de sus recuerdos algo que pudiera ayudar a enfrentar aquella cosa, puesto que nadie más parecía con la intención de hacerlo. Pero ella tampoco era una experta, y jamáas había tenido que enfrentarse a una situación como esa. Miró a Timmy, como pidiéndole ayuda, y vio como este había abandonado su puesto al final de la clase y llegaba casi a donde estaba ella, que comenzaba a sentir su piel arder y picar a causa de aquel humor tan extraño y peligroso. No lo pensó mucho más, alzó sus manos hacia delante, como queriendo apagar aquel gas con ellas y simplemente liberó energía. Sin más. No pensó en ningún hechizo, en ningún conjuro, en ninguna solución teórica, simplemente se dispuso a actuar. Pero contrario a sus espectativas, en vez de dejar salir energía, la niebla comenzó a avnazar hacia ellla, cada vez más rápido, más letal, y antes de que ella apenas pudiese reaccionar y apartarse, sus manos comenzaron a absorber todo aquel humor, como si estuvieran inspirándolo, como respirar. Y tampoco sintió nada. Sus manos no se quemaron, su piel no comenzó a arder, solo sintió como si una corriente de aire hubiera pasado rozándola suavemente. Y una vez hubo desaparecido por completo fue cuando aquella energía que había tratado de liberar antes trató de salir de ella, quien no pudo ni quiso detener tal corriente de energía.
La luz pareció atenuarse levemente y los cristales de la única ventana de la habitación comenzaron a vibrar. Fue entonces cuando aquella energía fue liberada de su interior, saliendo con más fuerza y urgencia de lo que había sentido nunca. Una nueva niebla comenzó a surgir, pero esta vez de un color profundamente negro, que comenzó a condensarse toda en un punto en el vacío, moviéndose cada vez con mayor velocidad, que llegó a formar una corriente. Esta empezó a girar en torno a un eje invisible, formando así una especie de tornado envuelto en sombras. La ventana, que había permanecido vibrando hasta entonces, se abrió de golpe, y aquel gran tornado de considerable magnitud se dirigió velozmente hacia ella, haciendo que los alumnnos de su cercanía corrieran a apartarse o se tiraran al suelo, y salió al exterior, disolviéndose en la densidad del aire. Muchos se asomaron discretamente a la ventana, con destacado cuidado y temor, para comprobar que aquella cosa había desaparecido por completo. El silencio sucedido a continuación y las miradas de estupor y asombro no duraron apenas, pues en cuanto la puerta dejó de sentir la presión de aquella niebla, se abrió de golpe, casi desencajándose. Al otro lado de esta, cinco personas se hallaban en una posición que o bien denotaba que habían tratado de abrirla empujando, o a punto de realizar algún insospechado conjuro. Todos eran profesores, y entre ellos se hallaba la inconfundible túnica azul marino de Fretz, que se movía de un lado a otro con la tez muy seria, consecuencia de una profunda concentración. Al ver que por fin la puerta se había abierto, rápidamente entró en el aula, mirando a su alrededor.

-¿Qué demonios ha pasado ? ¿Estáis todos bien? ¿Alguien me puede contar que estaba sucediendo?

Muchos miraron a Emma y a Timmy, como si les consideraran los responsables y portavoces del grupo, como pensando que ellos sabrían más, o que al menos lo intuirían. Pero la chica, que aún se hallaba en medio de la sala, comenzó a sentir el estómago completamente revuelto, y unas náuseas horribles amenazaron con hacerla vomitar. Se sentía de repente muy débil, casi desafallecida, como si hubiera subido una gran cuesta con toda su fuerza y hubiera realizado el descenso a toda velocidad, sin frenos, agotando todas sus energías, de forma que una vez abajo y quieta de nuevo apenas tenía control sobre su cuerpo, sino una incómoda sensación de cosquilleo en todas sus extremidades. Incapaz de verse desfallecer delante de toda aquella gente, solo pudo hacer una cosa: corrió fuera del aula, casi llevándose a Fretz por el camino.

 

Cuando abrió los ojos, una sensación de cansancio le recorrió todo el cuerpo, y pequeños pinchazos la asaltaron ahí donde se movía, como si se tratase de unas fuertes agujetas. Recordó lo ocurrido, su salida magistral de la escena, y cómo se había desmayado de golpe dos pasillos más adelante. Arrugó la frente, con un terrible dolor de cabeza, y trató de recostarse para ver dónde se encontraba, si alguien la había recogido y llevado algún lugar, porque ese no era uno de los estrechos pasillos de piedra de aquella ala, desde luego. Miró a su alrededor, tratando de reconocer el lugar, pero supo que no había estado allí nunca antes, por la colocación extraña de los muebles de la habitacón. Parecía una especie de salón de estar, de atmósfera tranquila y cálida, favorecida por una llameante chimenea pegada a la pared, en torno a la cual se disponían los sillones.



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En el texto hay: secretos, aventura, amor

Editado: 15.07.2020

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