Emma Robles. Una brecha entre mundos.

¿Amigas?

Al día siguiente mi alarma sonó a las ocho de la mañana. Maldije al levantarme. No tenía idea del porqué me había anotado a la práctica de kayak a esa hora de la mañana. Ninguna actividad lucía bonita a esta hora del día. Suspiré, en realidad sí lo sabía, se debía a que no había otro horario disponible.

La semana pasada había decidido tomar clases de kayak cuando descubrí que se dictaban en el campamento. Si, era extraño que tuviera un especial interés en cualquier tipo de actividad física. Pero esta no era cualquier actividad física sino LA actividad física. Nunca había podido practicarla pero siempre había querido hacerlo. En el verano solía ver a Diego y a sus amigos cruzar el río Paraná en kayak para llegar a la isla que está del lado de la provincia de Entre Ríos. Solían hacerlo a diario pero nunca me había animado a preguntarles si podía sumarme y acompañarlos ya que estaba segura de conocer la respuesta de Diego, un tajante y absoluto: “no, ni lo sueñes”. Apostaría cualquier cosa a que esa sería su respuesta automática.

Luego de vestirme me dirigí a tomar un desayuno de yogurt con cereales a la cafetería del campamento. Necesitaba incorporar energía a mi cuerpo antes de realizar cualquier tipo de actividad física. Mientras desayunaba pensaba en lo extraño que había sido no haber visto a Valentina ni a Valeria al salir de la cabaña. Al despertarme había tenido esperanzas de poder invitarlas a que me acompañaran a realizar esta actividad y de no asistir sola. Pero ¿A quién engañaba? El sólo hecho de haber hablado un rato con ellas no nos convertiría en mejores amigas.

Sacudí la cabeza. Era probable que ninguna de las dos tuviera intenciones de seguir interactuando entre nosotras. Tal vez fue sólo había sido algo de una única vez.

Algo muy dentro de mí rogaba porque no fuera así. Había sentido la misma química que sentí con Eric al hablar por primera vez, me había sentido realmente cómoda siendo yo misma. Tal vez esa química de la que hablaba mi madre no sólo aparecía en las relaciones amorosas, tal vez, sólo tal vez uno pueda sentir esa química con varias personas a la vez y por distintos motivos.

Al llegar a orillas del Río Paraná me encontré con que alrededor de 20 personas, entre ellas Valeria y Valentina, ya se encontraban allí. Me extrañó en demasía encontrar a Valentina como una de las chicas preparadas para realizar esta actividad, ya que jamás la hubiera imaginado queriendo remar por sus propios medios. Me la imaginaba cruzando el río Paraná en kayak con un muchacho que remara por los dos mientras ella se tomaba fotos. Sacudí la cabeza. En realidad ni siquiera la imaginaba atravesando el río en Kayak. Los chicos de la clase social con los que se rodeaba de seguro manejarían lanchas.

Tuve intenciones de acercarme a ellas pero no me animé a hacerlo. Valentina se hallaba concentrada con su  celular y Valeria con los auriculares. Ambas totalmente distanciadas. Al parecer mis conclusiones eran ciertas, ellas no habían sentido ninguna química. Había sido solo yo.

Suspiré. Nuevamente me ocurría lo mismo. Nuevamente debía despedirme de una amistad con la que me había sentido a gusto.

El instructor dio comienzo a la clase dando aviso que esta actividad iba a desarrollarse en grupos de a tres. No me animé a mirar en dirección a Valeria y a Valentina. No quería que pensaran que estaba necesitada de amigas.

Observé cómo se iban armando los grupos, esperando como siempre a ser una de las últimas en unirse a uno.

Mis pensamientos fueron interrumpidos al sentir una mano en mi hombro derecho. Al girarme me topé con el rostro de Valeria seguido del de Valentina.

-¿Te nos unes?- me preguntó Valeria con ningún rastro de emoción en su rostro.

-¿Por qué te asombras?- inquirió Valentina con mirada intrigada acercando su rostro al mío como si pudiera leer la respuesta.

Aquello me recordó las palabras de Eric, cuando hablaba de la forma en que mis sentimientos se me reflejaban en el rostro. De forma automática lo cubrí con ambas manos y supe al instante de hacerlo que había lucido como una niña pequeña. Al percatarme de aquello, descubrí mi rostro lo más rápido que pude, pero ya era demasiado tarde.

-Piensa que no nos interesa como amiga- Respondió Valeria por mí y puso los ojos en blanco- ¡Y hasta me atrevo a afirmar que piensa que estamos haciendo caridad en este mismo momento!-lucía indignada

-¡Ay Emms! No me digas que piensas eso- se lamentó Valentina.

No pude responder a aquello, el instructor comenzó a dar las indicaciones sobre lo que tendríamos que hacer una vez que nos subamos al kayak.

 

-Gracias- solté de repente. Valeria me miró extrañada- por ser tan directa. Escucharlo en voz alta me hizo dar cuenta de que estuve pensando puras tonterías.

Valeria y yo remábamos mientras Valentina se tomaba fotos con su iPhone de última generación. Ésta última nos contó que se había anotado en esta actividad sólo para sacarse fotos y subirlas a sus historias de instagram para que se las respondiera un muchacho con el que se hallaba coqueteando. Sonreí al escuchar aquello debido a que mis sospechas se habían confirmado.

Un movimiento brusco del agua hizo desestabilizar al kayak lanzándonos bruscamente hacia la izquierda. No tuvo la presión suficiente para tirarnos al agua pero si para hacer que Valentina soltara el celular de sus manos y este cayera al agua... El grito de esta última al ver su celular sumergirse nos ensordeció. Tuvimos que sostenerla entre las dos para evitar que se tirara al agua en su rescate y el forcejeo producido entre nosotras hizo que el kayak se balanceara de un lado al otro.




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