Luego de dos semanas de mi estadía en el campamento, llegó el día en que tendría que usar una bikini frente a cientos de desconocidos y además, coquetear con uno de ellos.
La pileta del complejo era realmente enorme. Se trataba de un rectángulo de aproximadamente una cuadra de largo, atravesada a la mitad por un puente que la cruzaba por encima y le daba un aspecto bonito. Alrededor de ésta se hallaban cientos de reposeras blancas, un sector de alquiler de inflables y juegos para el agua, y a un rincón a la derecha de la misma se hallaba un bar, en donde se podía pedir deliciosos tragos sin alcohol.
-¿Cómo sabes que vendrá?- le pregunté a Valentina. Hoy era el día en que aprendería a coquetear y me encontraba muy nerviosa al respecto.
-No lo sé, pero hace un calor de morir ¿Qué otra cosa podría estar haciendo?- dijo como si fuera obvio.
-¿Y si no aparece?- inquirió Valeria.
-Flirtearás con otro- me ordenó- Pero en este día con alguien vas a flirtear ¿Me escuchaste?
-Sí, madre- bromee.
-Si fuera tu madre esto ya lo habrías hecho a los 12- rió Valentina.
-O a los 9- apuntó Valeria también riendo.
-O a los 9- accedió Valentina sonriéndole.
Sacudí la cabeza apartando una mosca.
-Bien, pero con más movimiento- apuntó valentina
-¿He?- no entendía a qué se refería.
-Ahora verás el poder del cowash. Mira y aprende- me guiñó un ojo antes de alejarse.
Se levantó de la reposera, dejando su toalla en la misma y comenzó a caminar toda diosa, moviendo sus caderas de un lado a otro, dirigiéndose hacia el bar. Se sentó en la barra con un movimiento agraciado, se quitó el gorro y sacudió la melena de un lado a otro, medio en cámara lenta, por último se pasó la mano por entre sus cabellos antes de dirigirle una mirada al barman para realizar su pedido. El muchacho que la atendía se quedó tildado por unos segundos mirándola boquiabierto y tiñéndose de rojo su rostro se encaminó a preparar lo ordenado. Valentina se giró hacia nosotros y le hicimos señas con el pulgar, asombradas. Ésta nos guiñó el ojo antes de girarse para recoger su pedido.
-Eso es lo que tienes que hacer- concluyó una vez a nuestro lado.
-¡Ahora entiendo lo del pelo! -apunté. Ya entendía el porqué de su insistencia con que hiciera el cowash durante toda la semana- No lo haré- negué.
-¡Si, si lo harás!- insistió.
-No puedo, me es imposible. Luciría ridícula, no me es natural- rechazé.
-Mmm… entonces has esto- caminó, se quitó el gorro y se alborotó los cabellos de forma sensual con su mano libre antes de mirarme y volver a irse- ¿Tampoco?- preguntó al observarme el rostro.
-Es más fácil pero…- comencé a quejarme.
-¿Y tú cómo haces para conseguir chicos?- le preguntó Valentina a Valeria.
-Los golpeo- rió- bueno, algo así. Sólo he tenido un novio y practicábamos juntos karate- se encogió de hombros.
-¿Ves?-valentina levantó una ceja en mi dirección- mi técnica es más fácil- rió.
Resulta que tal y como lo había planeado Valentina, el muchacho vino a la pileta, pero me demoré alrededor de una hora en decidirme a hacerlo. Cuando me levanté de la reposera para encaminarme a cumplir mi objetivo, fingí estar distraída y me mantuve la toalla bien sujeta a la cintura pero valentina lo notó de inmediato y me la quitó de un tirón. Me giré a maldecirla pero no detuve la marcha. Estaba decidida a lograrlo, tenía que superar mis miedos. Quería hacerlo. Llevaba el sombrero de Valentina en la cabeza, lista para poner en práctica su técnica de seducción.
Logré acercarme lo suficiente. Me quité el sombrero de Valentina con una mano y, en vez de con la otra correrme el pelo para un costado y alborotarlo de forma sensual, decidí realizar la opción más arriesgada y girar la cabeza de un lado a otro antes de mirar al muchacho al detener el movimiento. Si iba a tomar el riesgo, iba a tomarlo bien. Pero nunca logré finalizar mis movimientos de cabello debido a que una voz masculina me interrumpió.
-¿Estás bien? Pareces a punto de dislocarte el hombro- lucía preocupado.
Elevé la mirada y me encontré con la del joven al que estaba tratando de coquetearle. Lo miré con los ojos abiertos como platos y sentí mi rostro teñirse de rojo.
-Eeeeh…- no concebía armar ninguna oración.
-Emms ¿Vamos por un licuado?- Escuché la voz de Valeria y me volvió el alma al cuerpo.
-Eeeeh… estoy perfectamente. Gracias- le sonreí y me retiré corriendo hacia Valeria- Gracias. Creí que moriría de la vergüenza.
-Lo noté
-¿Tan mal estuvo?
-Mmm… digamos que… si, horrible- soltó sin más- No te voy a mentir Emms. Tuve miedo al principio de cómo iba a resultar todo esto, pero verte tan decidida a hacerlo me dio esperanzas de que todo resultaría bien... hasta que sacudiste tu cabello... y ahí no supe qué hacer, si reír o llorar, observarte o ir en tu ayuda-se sinceró- Y bueno, ganó mi alma de buena samaritana, aunque Valentina no lo aprobaba porque quería que lo superaras tu misma... No pongas esa cara, tienes que estar orgullosa ¡Lo has logrado! ¡Has superado tu miedo! Solo falta pulir tu técnica, pero ha sido un logro fantástico. Además, has logrado que te hable, ¿Qué te ha dicho?