Emociones de color gris

1. El rostro de la depresión y la ansiedad

Depresión una palabra, nueve letras. Quien diría que una simple enfermedad podría acabar con nuestras vida, si, una enfermedad. La depresión es una enfermedad y es más común en los adolescentes, a nuestras edad solemos recibir comentarios que pueden destruirnos ya que tampoco tenemos autoestima y eso nos afecta.

Y ahí estaba el rostro de la depresión y la ansiedad en frente del espejo, exacto ese rostro era mío. Mi rostro pálido, mis ojos marrones cansados y con unas ojeras grandes debajo de ellos, mis labios agrietados por morderlos cada que estaba nerviosa. Suspiro con cansancio y paso el cepillo por mi cabello, al retirarlo notó como un rollo de cabello se encuentra en el.

Malditos nervios

Temo que algún día quede sin cabello, suele caerse mucho. Lo bueno de esto, era que cada que se me caía el cabello lo guardaba para aquellas personas que sufren de cáncer.

Salgo de mi habitación con gran pereza, las voces de mis padres se escuchan en la cocina así que con pasos silenciosos, camino a la salida pero una voz femenina me hace detenerme.

—Emily ¿A dónde vas?

No tenía que voltear para ver el rostro de mi madre que seguramente estaba de brazos cruzados con una ceja alzada.

—No es obvio, voy a la escuela—Respondo con obviedad.

—No has desayunado—Reclama.

—No quiero—Digo. Salgo corriendo hacia la puerta mientras escucho los gritos de mi madre para ese entonces yo ya estaba en la calle caminando hacia la escuela.

Artic monkeys_Why'd you call me when you're high? Sonaba por mis audífonos, camino por la calle con mi mirada fija en frente, sin mirar a los lados para no tener que mirar a las personas y llevarme con la grata sorpresa de que me observan con la seño fruncido. Mi apariencia no es la mejor, parezco muerto viviente con ropa negra, me sentía insegura caminando sola por as calles imaginaba que todos me juzgaban con la mirada y tal vez si. Mi caminata termino cuando me di cuenta que ya había llegado a la escuela, las personas avanzaban a paso rápido para entrar sin embargo yo camino lento como si no quisiese entrar, la verdad era que no quería. Los pasillos estaban vacíos y tranquilos, respiro hondo y sigo caminando, con tan solo pensar que tengo que estar en el salón con chicos hormonales y chicas con voces chillonas que me daban dolor de cabeza.

Al parecer la clase de biología ya había comenzado, lo deduje por la voz ronca que se escucho del profesor, toque dos veces la puerta y se escuchó un silencio del otro lado de la puerta está se abrió dejando ver al profesor que rápido me inspeccióno de arriba para abajo. Tragué saliva al notar que se encontraba molesto por mi impuntualidad, lo último que quería era que me avergonzará delante de mis compañeros pero él solo suspiro dramáticamente y me dejó pasar, todas las miradas se posan en mi. Por un momento hasta pensé que había olvidaba como caminar por los nervios, mis manos temblaron, así que me armo de valor y camino al último asiento. Respiro hondo tratando de controlar mis nervios aunque me es imposible, muerdo mis labios mientras el profesor comienza a dar nuevamente su clase y no es porque el profesor se atractivo si no porque cuando me da un ataque de nervios suelo morder mis labios, pronto siento una comezón terrible en todo mi cuerpo. Odiaba que pasará esa sensación y más cuando estaba dentro de un salón rodeada de gente.

[...]
 


 

Después de cuatro clases la hora del almuerzo llegó, el pasillo se encontraba lleno de personas y eso solo significa una cosa "contacto humano" tenía que ir a la cafetería y eso implicaba que tendría que pasar por el pasillo chocando con personas y me obligó a caminar por los pasillos. Al llegar a la cafetería respiro hondo no me había percatado de que en todo el recorrido no había respirado. Veo al chico pelinegro y con grandes pasos me dirijo hacia él. 
 


 

—¿Qué pasa?—Pregunta Damián deteniendo su lectura. 
 


 

No entendio su pregunta hasta que me doy cuenta de mi respiración agitada y mis manos temblar. 
 


 

—Las personas eso es lo que pasa—Bufo. 
 


 

—Oh ya veo—Dice en un suspiro. 
 


 

Al igual que yo Damián sufre de ansiedad y otras enfermedades. Creo que por eso somos mejores amigos nos entendemos perfectamente. Solo que él ya asistía con un psicólogo y cada día mejoraba más gracias a la ayuda del psicólogo y su madre. Aún así seguía trayendo sus sudaderas apesar de que ya no se hacía cortes, dice que aunque no se cortara le incomoda mostrar su cuerpo, asies, las personas delgadas también son inseguras con sus cuerpos. Damian es un chico alto y delgado, su rostro pálido con un poco de acné, sus ojos verdes con ojeras de bajo, su cabello negro largo que lograba cubrir su frente. 

—¿Qué lees?—Preguntó despeinando su cabello lo cual le molesta, inmediatamente se coloca su capucha para ocultar su cabello. 

—Las ventajas de ser invisible—Dice sin retirar su vista del libro. 

Dejó caer mi cabeza en la mesa y tapo mis rostro con mis brazos y escucho como Damián balbucea algunas cosas por el libro, quitó mi brazo para poder observarlo, él está sumergido en la lectura que no percata que lo miro, sus labios se abren y se cierran mientras lee. En algunos momentos el sonríe de lado, al parecer el libro es de su agrado para permitirse sonreir en público.

 



#16840 en Otros

En el texto hay: adolescencia, amor, amitad

Editado: 30.03.2021

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