Para lograr adoptar esta emoción
virtuosa deberíamos interiorizar
en nuestro ser, siendo este
quien empieza en nuestro “YO”
interior, para dirigir el proceso
de amar. Nuestra autoconsciencia
nos permite proyectar nuestra
atención donde queremos, siendo así
como logramos, amarnos a nosotros
mismos y a los demás.