Empíreo

I. ¿Dije que no era mi tipo?

Lola me gritó desde el baño, después note que había dejado la toalla sobre su cama. Reí tontamente y le pasé la toalla a mi amiga.
 


 

No podía creer que apenas comenzaba el día y Lola estaba gritando como desquiciada. 

La puerta abriéndose de golpe captó mi atención y vi como entró Shawn envuelto en sudor, con una bolsa de papel en sus manos y su mochila colgando de su antebrazo. 
 


—Aquí traje sus desayunos, ya vamos tarde, no puede ser —murmuró, mi otro mejor amigo, en voz baja mientras cerraba la puerta y se sentaba en la cama de Lola, no sin antes dejar la bolsa de papel en la mesita de noche.

Nuestro amigo había sido asignado hace dos años, que fue cuando ingresamos a la universidad, en otro edificio que estaba algo lejos de nosotras, por lo que deduje que su sudor se debía a la caminata que había tomado hasta aquí.

—Eh, gracias, Shawn —asintió y se tiró de espaldas en el cómodo colchón.

Tomé la bolsa, que había dejado en la mesita de noche, que estaba entre mi cama y la de mi amiga, y vi su contenido. Dentro había dos jugos de naranja y tacos. Eso no era un desayuno, era un almuerzo.

Miré a Shawn con una sonrisa.

—¿Qué onda con este desayuno? —le pregunté, él se incorporó y me miró estupefacto.

—No es cualquier desayuno, son tacos. No importa que hora sea, los tacos son perfectos para cualquier comida —reí y tomé un taco.

Lola salió del baño y miró a Shawn seriamente.

—Shawn, estas sobre mi ropa —él miró debajo de su trasero y rio. Lola solo lo fulminó con la mirada, se acercó a él y tiró de su ropa, sacándola debajo del moreno. La logró sacar algo intacta.

—Ahora tendré que ponerle mucha loción —se quejó hsciendo cara de asco. Shawn simplemente se río y se tiró otra vez de espaldas.

Yo, pues, seguía devorando mi taco, mientras veía como mis dos amigos peleaban.

Cuando Lola por fin se terminó de arreglar, tomó su taco, lo metió entero a su boca y cogió su mochila.

—Lisbsjsbta —murmuró algo para nada entendible mientras abría la puerta de la habitación. Shawn tomó su mochila y salió, los seguí con mi mochila en mi espalda.

Dábamos unas cuantas clases juntos, yo estaba estudiando para ser bióloga marina, me había pareció interesante, así que elegí esa carrera. Lola iba hablando con Shawn, iba escuchando sus chistes malos.

No se quien los contaba peores.

—Digamos que la chica es extrovertida y me gusta mucho. —Escuché decir a Shawn, bajamos las escaleras, para así salir del apartamento.

Lola alzó sus cejas y sonrió irónicamente.

—¿Cómo se llama? —presté atención al camino para no tropezarme.

Shawn era un chico rompe corazones desde que lo conocí en el primer año de secundaria. Chicas se le declaraba, él las rechazaba. Nadie sabía porque y ahora era más que obvio el motivo.

—Mmm, no lo sé. ¿Cómo te llamas tú? —Lola rodó los ojos y le pegó en el brazo, él sonrió.

Era una broma, pero había sonado muy en serio.

Para ser mexicano Shawn hablaba demasiado bien el inglés, pero a Lola no parecía importarle lo que dijo. Le había dado una indirecta.

Yo me sentí ajena a la conversación, pero caminé junto a ellos hasta así separarnos para ir a nuestras distintas clases.

La clase de biología se basaba en todas las especies que habitaban el océano, también algunas de los bosques y montañas. Tomé apuntes de lo que decía la profesora, y justo un minuto antes de que terminara la clase pidió para el siguiente miércoles un reporte de las medusas.

Cerré mi agenda.

Salí del salón, para dirigirme a mi siguiente clase. Iba tranquilamente caminando hacía la clase de curación, cuando sentí que chocaba con alguien haciendo que mi agenda y teléfono se cayeran. Me agaché para recogerlos, pero una mano pálida se adelantó. Al mirar frente a mí vi a un chico de cabello negro, ojos tan negros que su pupila no se notaba y una sonrisa atrevida plasmada en su perfecto rostro.

—Al parecer el pensar mucho, no te deja ver por donde caminas —murmuró el chico groseramente y lo fulminé con la mirada.

Irradiaba maldad, odio y miedo. Sus ojos irradiaban arrogancia y peligro puro.

Tomé mis cosas y me levanté, él hizo lo mismo.

Ahora que lo miraba desde otro ángulo no podía negar que estaba muy, tal vez demasiado, guapo.

El chico sonrió excéntricamente.

—Juegas con fuego, Diana. —No respondí nada, por lo que él se giró y se fue por el lado contrario al que yo me dirigía.

Ese chico era extremadamente raro. Su voz fría y su manera de mirarme me dejaron pensando, helada en mi sitio. ¿Cómo alguien podía ser tan idiota y hermoso a la vez?

Y, lo más importante, ¿cómo rayos es que sabía mi nombre?

(*)

—Le dije que no quería saber si gastaría dinero en una cita, o sea, no. El chico se fue con el rabo entre las patas, mientras que sus amigos estaban riéndose. Fue gracioso, me pareció lindo que se humillara él solo.

Shawn miraba fijamente a Lola mientras esta hablaba. Su piel algo morena estaba llena de lunares, su cabello rizado castaño saltaba por todos lados; era muy rebelde. Sus ojos casi cerrados decían mucho de ella.

Por otro lado Shawn tenía la piel blanca, ojos color café y cabello castaño. Aunque tenían ciertas similitudes, eran dos polos completamente opuestos. Shawn era juguetón y dulce, pero Lola era atrevida, sarcástica y nada tierna. Podría degollarte mientras dormías, pero yo la quería, al igual que quería a Shawn.

Yo en cambio tenía el cabello algo rojizo, con algunos tonos naranjas, y mis rizos, nada parecidos, ni tan definidos como los de Lola, caían hasta un poco debajo de mis hombros. Mis ojos verdes esmeralda brillaban siempre sin razón alguna y mi piel era pálida, no importaba cuantas veces estuviera bajo el sol, nunca me quemaba.

Retomando el tema anterior, Lola estaba contándonos como un chico se le había declarado y ella lo había humillado, mientras comíamos nuestros almuerzos en una mesa de la cafetería.



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En el texto hay: vampiros, demonios, amor

Editado: 22.11.2021

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