Empresario por Accidente

Capítulo 0: El Inicio de Todo

Leo Dávila había trabajado en una serie interminable de empleos, desde mesero hasta repartidor de pizzas, todo con un único propósito en mente: ahorrar lo suficiente para cumplir su sueño de ser dueño de su propio negocio. Cada noche, después de un largo día de trabajo, se sumergía en planes y estrategias para hacer realidad su ambición.

Un día, mientras navegaba por internet en busca de oportunidades, una publicación llamó poderosamente su atención: "Subasta en Línea".

Leo: "¿Una subasta? Hmm, interesante..."

Leo frunció el ceño mientras leía los detalles del artículo.

Leo: "Una empresa en venta... podría ser mi oportunidad."

Con un suspiro resignado, decidió investigar un poco más. Horas más tarde, después de revisar documentos y analizar las posibilidades, Leo se encontraba cautivado por la idea. Movido por una mezcla de emoción y nerviosismo, tomó una decisión impulsiva y definitiva.

Leo: "Bueno, aquí vamos. Ofrezco... hmm, 20,000 dólares."

A medida que avanzaba la subasta, Leo se encontraba cada vez más emocionado y absorbido por la posibilidad de cambiar su vida. Sin darse cuenta, el precio de su oferta aumentaba gradualmente.

Leo: "¡40,000 dólares!"

El sudor comenzó a perlar en su frente mientras luchaba con la creciente competencia y sus propios impulsos.

Leo: "¡80,000 dólares!"

El corazón le latía con fuerza mientras continuaba pujando, sintiendo la presión del momento.

Leo: "¡200,000 dólares!"

En un momento de tensión y distracción, Leo intentó ajustar su oferta, pero por error, marcó una cantidad mucho más alta de lo que pretendía.

Leo (con sorpresa y horror): "¡450,000 dólares!"

El silencio que siguió fue abrumador. Leo miró fijamente la pantalla, incapaz de procesar lo que acababa de hacer. El corazón le latía con fuerza mientras esperaba nerviosamente los resultados. En el fondo de su mente, las voces de duda y miedo se mezclaban con su palpitar acelerado.

Notificación: "¡Felicidades! Ha ganado la subasta."

Leo se quedó sin aliento por un momento, asimilando la magnitud de lo que acababa de hacer. Se llevó las manos a la cabeza, abrumado por la responsabilidad y el impacto de haber gastado todos sus ahorros en un instante.

Leo (desconcertado y aturdido): "¿450,000 dólares? Oh no... ¡Mis ahorros! ¿Qué he hecho? Esto... esto es mucho más de lo que planeaba..."

Una mezcla de incredulidad y preocupación se reflejó en su rostro mientras contemplaba las consecuencias de su acción impulsiva.

Leo: "No puedo creer que haya hecho esto", murmuró para sí mismo. "Mis ahorros de toda una vida..."

Intentó consolarse pensando en las oportunidades que ahora tenía ante sí. "Bueno, al menos ahora tengo mi propio negocio", se dijo en un intento de levantar su ánimo. Pero la ansiedad seguía palpitando en su pecho mientras consideraba cómo haría para administrar una empresa que apenas conocía.

Decidió que lo primero era averiguar qué tipo de empresa había adquirido. Se sumergió en los documentos que había revisado antes de la subasta, buscando cualquier pista sobre la naturaleza del negocio. Poco a poco, empezó a entrever algunas posibilidades.

Leo: "Quizás no todo esté perdido", pensó, tratando de encontrar un rayo de esperanza en la situación. "Tal vez esta sea la oportunidad que estaba buscando, solo que un poco más... costosa de lo esperado".

Con un suspiro profundo, se prometió a sí mismo que haría todo lo posible para convertir esta decisión impulsiva en algo positivo. "Voy a hacer que esto funcione", se dijo en voz alta, tratando de convencerse a sí mismo de su propia afirmación.

Leo: "¿Qué... qué es esto?" murmuró Leo con incredulidad mientras observaba el edificio frente a él. Era un edificio de cinco pisos, aparentemente vacío y abandonado. No había señales de actividad humana, ni siquiera un letrero con el nombre de la empresa que supuestamente había comprado.

Se acercó lentamente a la puerta principal y la empujó con cautela. Crujió al abrirse, revelando un vestíbulo polvoriento y oscuro. Leo se adentró con paso vacilante, buscando algún indicio de vida dentro del edificio. Pero cada paso que daba solo confirmaba sus peores temores: no había muebles, no había computadoras, ni rastro de ninguna actividad reciente.

Leo se dejó caer en una silla que encontró cerca, sintiendo un nudo en el estómago. "Esto... esto no puede ser real", murmuró para sí mismo, sintiendo cómo se desvanecían todas las ilusiones que había construido en su mente sobre su nueva empresa.

Después de unos momentos de shock y desesperación, Leo decidió explorar más a fondo. Subió las escaleras hasta los pisos superiores, encontrándolos igualmente desiertos y desprovistos de cualquier signo de vida empresarial. Cada piso vacío era como un golpe más a su sueño, cada habitación vacía parecía burlarse de su impulso imprudente en la subasta.

Finalmente, en el último piso, Leo encontró una pequeña oficina con una vieja mesa y una silla. Se sentó, mirando por la ventana hacia el vacío y sintiéndose completamente perdido.

Leo: "¿Qué voy a hacer ahora?", se preguntó en voz alta, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.
Leo, desanimado y confundido, se levantó de la silla y comenzó a explorar la pequeña oficina más a fondo. En un cajón polvoriento encontró algunos papeles amarillentos. Con manos temblorosas, los sacó y los examinó con detenimiento. Encontró documentos que confirmaban el nombre de la empresa: "Estrellas Brillantes Agencia de Celebridades".



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En el texto hay: humor, empresa, empresa en bancarrota

Editado: 31.07.2024

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