Jamás pensé que este día terminaría de este modo. Hasta hace unas horas, Nicolás y yo reíamos como locos mientras hacíamos el amor, jugábamos dentro de sus sábanas y nos dábamos caricias que me erizaban la piel. De un momento a otro, todo acabó. Las malditas circunstancias nuevamente se ponen en nuestra contra, ya no es solo el compromiso que tiene con Camile, sino también la salud de su madre.
¿Y tú? ¿Dónde quedas tú, Ángela? ¿Te quedarás sola con tu bebé?
Unas gotas de lluvia se esparcen sobre las lunas del auto de mi padre. Al final él decidió llevarme a casa y su mujer junto con Camile decidieron continuar en la clínica. Estoy segura de que la intención de la primera es dejar que su hija le haga compañía a Nicolás, que vea que ella si se preocupa por él, al contrario de mí que no me importa dejarlo solo. No hice tanto problema porque al final decidí dárselo en bandeja de oro.
— ¿Lo decías en serio? —pregunta mi padre— ¿De terminar con Nicolás?
— ¿No te hace eso feliz? Al fin tu amada “hija” cumplirá su más grande sueño.
—No seas irónica.
—No lo soy.
Respira hondo.
—No se siente nada bien el que te vea triste. —frunzo el ceño— A pesar de todo, eres mi hija Angie.
— ¿Acabas de recordar que lo soy?
—Siempre lo has sido. El hecho de que no estemos de acuerdo en muchas cosas no significa que no te ame como te amo. —observo las pequeñas luces de los postes sobre el pavimento— Sé que es difícil para ti dejarlo, pero créeme cuando te digo que estás tomando una buena decisión. La empresa de Yolanda está en crisis.
— ¿Tú sabías lo del padre de Camile?
Él asiente.
Ya nada me sorprende.
— ¿Por qué no me lo dijiste?
—No podía decírtelo porque no lo supe hasta hace unos años.
— ¿Cómo pudiste casarte con alguien a quién no conocías del todo?
—Las personas ocultan cosas por vergüenza. —murmura— No fue fácil para Laura confesarme la relación que tuvo con ese hombre.
— ¿Qué tipo de relación?
—Camile es fruto de una relación extramatrimonial.
— ¿Cómo?
—Laura fue amante de Rodrigo Sánchez por unos meses hasta que su esposa se enteró.
— ¿Y qué sucedió?
—Bueno, ella ya estaba embarazada e intento presionarlo para que dejara a su mujer, pero él no cedió, y ella decidió irse de esa ciudad por el bienestar de su hija.
— ¿Ese hombre no quiere a Camile?
—Si la quiere, solo que en ese entonces él supuestamente amaba a su esposa o la amó hasta que se enteró de que ella nunca iba a darle hijos. Algo así me comentó Laura.
— ¿Ósea que Camile es su única hija?
—Sí.
— Qué conveniente.
Es demasiada información para mi cerebro.
Tengo que admitir que mi madrastra no es ninguna cojinova, supo engatusar a un multimillonario e incluso se dejó embarazar creyendo que este se divorciaría y la convertiría en su esposa. Claro que no pensó en que sus planes no le saldrían como ella quería. Ahora entiendo porque tanto apoya ese compromiso, no solo quiere quedarse con la fortuna de ese hombre, sino también con el de los Quecedo.
Es una avarienta.
Mi padre se estaciona lo que da a entender que ya llegamos a nuestro hogar.
— ¿Por qué? —desabrocho mi cinturón de seguridad— ¿Por qué te metiste con una mujer así?
—Su pasado no tendría por qué ser un obstáculo para querer estar con ella. Además, cambió y…
— ¿Cambiar? —río— ¡Es la misma arpía!
— ¡Respeta, Ángela!
—No voy a respetar a una persona que solo se ha dedicado a convertir mi vida en un infierno y todo porque quería tener un estatus para acercarse a los Quecedo o qué… ¿Vas a decir que ella no tenía idea de que trabajabas para ellos?
—No sé de qué estás hablando.
—Ese es el problema, papá… que tú nunca sabes nada.
Me salgo del auto ardiendo en llamas.
Entro a la casa y quiero encerrarme en mi habitación, pero mi padre logra detenerme al tomarme por la muñeca. Por más que trato de que me suelte, no lo hace y prácticamente soy obligada a encontrarme con sus ojos.
— ¿Es tan malo que haya querido darte una figura materna? ¿Alguien con quién puedas compartir tus secretos, convirtiéndose en una aliada para ti?
—No lo dices enserio. —presiono mis labios para no reír— ¡Tu mujer es todo lo contrario a eso!
—Es porque nunca le diste la oportunidad de poder llevarse bien.
— ¡Y cómo darle una oportunidad si solo se dedicaba a golpearme! —él niega— ¡Cada vez que Camile hacía algo malo, me echaba la culpa y si me ponía a la defensiva, me trataba peor que una basura! —mis ojos se hacen agua al recordarlo.
— ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque tú nunca me hubieras creído. Me lo demostraste cuando no me creíste lo del accidente de Camile.
—Pero Angie…
— ¡Ya está de más! —logro zafarme de su agarre— Han pasado muchos años, supe lidiarlo y ahora es en vano que vengas a pedirme explicaciones de mi silencio cuando siempre estuviste ausente. ¿Querías a alguien que cuidara de mí mientras trabajabas? Bueno… esa fue su manera de cuidarme.
—No lo sabía, creí que ella te quería como una…
—Ni lo digas. Ella solo ve por el bienestar de los suyos y ahora que he decidido dejar al amor de mi vida, debe estar más que complacida. —seco mis lágrimas— Ha vuelto a joderme la existencia.
No digo más, siento que quiero romper en llanto, por lo que solo me doy la vuelta y me encamino hacia mi habitación. Cierro mi puerta con seguro y caigo sobre el suelo. Es difícil no deshidratarme porque siento como se me está desgarrando el corazón. No solo era el hecho de recordar todo lo que pasé con esa mujer, de sus maltratos e insultos cuando solo tenía catorce años, también se acumula lo de Nicolás, en cómo voy a tener que perderlo sin darle la oportunidad de conocer a su hijo.
¿Por qué el amor debe ser tan cruel? ¿Por qué Nicolás y yo no podemos ser unos chicos normales que se enamoran, se casan y viven juntos para siempre?