"En algún lugar del cielo" (libro 1)

Capítulo 24: Futuro cuñado.

Bien dije que asistir a este evento iba a ser un gravísimo error.

No solo debía seguir lidiando con la presencia de mi estúpida hermanastra, sino también ahora con la de su padre.

Rodrigo Sánchez.

Aquel hombre de casi sesenta años el cuál no deja de abrazar a su “Princesita”. Ahora que lo conozco y estoy a unos pasos de ellos, puedo notar que tiene mucha similitud con Camile, y es que los dos tienen el cabello color negro, los ojos del mismo color y diría que la nariz del mismo tamaño. De seguro, sus personalidades también son idénticas, aunque fácilmente ella se asemeja más a la bruja de mi madrastra.

—Me emociona tanto que estés aquí, papá. —él la suelta de sus brazos y acaricia sus mejillas— Tenía tantas ganas de verte.

—Yo también, cariño. —sonríe— ¿Te ha gustó el evento que preparé para ti?

—No…. ¡Me encantó!

—Cada uno de los detalles fueron exclusivamente preparados para una princesa como tú.

—Lo sé. —Camile me lanza una mirada, esbozando esa estúpida sonrisa triunfante— Quién como yo que tengo un padre que se preocupa por mí, me engríe, y de seguro cree en mí, ¿No?

—Por supuesto, mi amor. —besa la mano de su hija— Es más, quisiera que me digas… ¿Quién demonios es esa chica que casi se atreve a golpearte?

Los dos posan sus ojos en mí, y es como si estuviera viendo el infierno arder. Aquel señor me estudia desde los pies hasta la cabeza, hace una mueca de repulsión y qué ganas de darle una bofetada. Así sea mayor que yo, no tiene porque mostrarme el desagrado que siente hacia mi persona, aunque prácticamente siento lo mismo por él.

—Ella es…

—Soy Ángela Ruiz…—la corto— Hermanastra de su princesa.

—Y el motivo por el que Nicolás Quecedo no quiere casarse con mi hija.

—Entonces, ¿Estaba pretendiendo que no me conocía?

—Tú nombre es tan desagradable que es fácil de recordarlo.

Ignoro sus palabras y continúo con lo que inició.

—Si el Joven Quecedo está en contra de su matrimonio arreglado, es porque de seguro, no siente nada por ella. ¿No ha pensado en esa posibilidad?

— ¿Cómo te atreves…?

—Es fácil tacharme de culpable cuando usted debería aceptar ese hecho y no seguir detrás de los berrinches de su hija.

— ¿Qué dijiste…?

— ¡Señor Sánchez!

El extranjero aparece, ubicándose al medio de los para darle un apretón de manos. No sé si está cubriéndome de ser “Ahorcada” por ese sujeto o solo no quiere empeorar más la situación del hotel. Rayos, olvidé de que todos están en las manos de ese hombre y yo bien contestándole, siendo una malcriada de lo peor.

—No esperábamos al anfitrión tan pronto. —dice mi pronto ex jefe con una sonrisa que lo hace lucir como un tonto.

—La anfitriona es mi hija. —él acaricia su cabeza. Sus ojos vuelven a acuchillarme— Por cierto, ¿Esa es su acompañante? Tiene el mismo apellido de su secretaria que está escrito en la lista de invitados.

Finge no saberlo.

—Lo es. —asiente— ¿Algún problema?

—No sabía que contrataba a gente tan irrespetuosa. —Sergio frunce el ceño— Estuvo a punto de golpear a mi hija.

—Fue ella la que me golpeó primero. —me defiendo— La que no tiene ni una pizca de educación es su hija, no yo.

— ¡Mientes! —Camile exclama— Encima de golpeadora, mentirosa.

—Por suerte, no soy como tú.

La bruja menor trata de aventarse sobre mí, por lo que su padre la detiene, susurrándole algo a su oído. Ella se tranquiliza, y cómo me hubiera gustado que se demostrará tal cuál es. Al no soportar más este ambiente, le digo a mi jefe que me iré a mi habitación debido a que no estoy sintiéndome bien.

— ¿Por qué marcharse? —la pregunta de ese señor me deja confundida. Lo miro fijamente— El evento aún no termina.

— ¿Quiere que me quede después de que casi le rompo la cara a su princesa?

—No pasó eso, así que… —su hija lo toma del brazo— La esperamos adentro, señorita Ruiz.

Los dos pasan por nuestro lado y la estúpida golpea mi hombro. Qué ganas de voltearla para darle lo que he dejado pendiente por la presencia de su papito. Definitivamente, las hormonas maternales me tienen como cabra rabiosa y perra en celo.

El hombre de ojos verdes no deja de verme muy serio y con los brazos cruzados.

—Ya sé. —murmuro— No pude controlar mi lengua y mucho menos mi genio.

—Sí que tienes agallas.

— ¿Y por qué tendría que temerle? —resoplo— Si he lidiado con el carácter horrible de la hija, ¿Por qué no con el padre?

—Él no es un cualquiera, Ángela. —me da un escalofrío— Así que voy a pedirte que te controles, que pienses bien antes de responderle porque con Rodrigo Sánchez nadie se mete.

— ¿Es un mafioso?

Sergio ríe.

—Si me lo dice de esa manera, podría pensar aquello.

—Solo ignora a Camile y no dejes que te saque de tus casillas ¿Sí?

Asiento.

No estoy segura si pueda hacer eso sabiendo que es una sinvergüenza de lo peor. Ambos decidimos volver al evento en donde todas las miradas están puestas en el gran magnate, en su hijita y en…

Nicolás.

Hasta ahora la mano me tiembla después de la tremenda cachetada que le di. Al menos, los presentes no se fijan en mi presencia, no sabría qué decir ante lo que presenciaron y es que no quisiera ser tildada como la manzana de la discordia sabiendo que su compromiso está más latente que nunca.

El extranjero vuelve a ofrecerme champán, por lo que me niego con amabilidad y pretendo que estoy solo enfocada en él para así no seguir martirizándome al ver como el amor de mi vida está plantado a lado de su futura esposa.

El corazón se me hace añicos con solo pensarlo.

Varios aplausos son escuchados lo que me deja algo extrañada, así que me doy la vuelta y observo a Rodrigo Sánchez en el estrado con una copa de vino en la mano. Él saluda a todos, ampliando una gran sonrisa y le lanza un beso a Camile quién lo recibe gustosa y hace la misma acción. Por un segundo, mis ojos se encuentran con su iris azul, lo aparto porque, aunque me sienta mal de haberlo golpeado, aun me molesta mucho la actitud que tomó.



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En el texto hay: esperanza, romance, drama

Editado: 17.04.2022

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