Los dotes de actriz me quedan tan malditamente bien que el semblante de Nicolás está desencajado por completo. Creo que no debí felicitarlo y mucho menos llamarlo de esa manera. Traté de ser irónica, pero lo único que logré es herirlo, jodiendo más nuestro ambiente. Aun así, no estoy dispuesta a cambiar algo de lo que dije, no me disculparé, por lo que intento pasar por su lado antes de que las puertas del ascensor vuelvan a cerrarse.
Él deja que lo haga, permitiéndome la vía libre y temo que me siga hasta mi habitación.
Cuando escucho sus pasos detrás de mí, ruego porque ambos mantengamos la compostura.
— ¿Por qué me haces esto? —no introduzco la tarjeta de mi habitación— ¿Por qué tratarme así?
—Yo no te hago nada, Nicolás.
—Ah, ¿no?
—No.
—Y el que seas una cobarde que ya no está dispuesta a luchar por nuestro amor, ¿Qué es?
—Si lo dices de esa manera… —giro mi rostro y me enfoco en sus ojos que lucen rojos, bastante decaídos— Solo estoy siendo realista. Hace unos minutos acaban de oficializar tu compromiso, mañana será la portada de miles de revistas, periódicos, canales, así que no vengas a decirme que te trato mal, que estoy siendo dura cuando el que está comprometido eres tú, no yo.
—Yo no he aceptado ese compromiso. —acuna mi rostro con sus manos— No voy a casarme con ella porque con la única que quiero estar siempre es contigo, ¡Maldita sea!
—No tienes opción.
—Solo me importas tú… —apoya su frente contra la mía y cierra sus ojos. Me está poniendo en un aprieto al desear comerle la boca— Al carajo la empresa hotelera, mi herencia, las obligaciones que me interponen a dejar lo que siento por ti, algo que no voy a ceder porque no estoy loco para perderte, Angie. ¿Acaso ya olvidaste lo que decía cuando teníamos catorce años?
<<A mí no me interesa si me vuelvo el Rey del mundo, solo te quiero a mi lado y punto>>.
—No, no lo he olvidado. —vuelve a abrir sus ojos, detallo una luz de esperanza en ellos que debo apagar— Pero no se trata de que solo pienses en mí, Nicolás, y es que ya no tenemos esa edad en donde todo parecía más sencillo. Ahora hay prioridades como velar por la salud de tu madre, no puedes permitir que el único recuerdo de tu padre se pierda, que ese hombre se quede lo que a ustedes les dejó con el sudor de su frente. —su expresión se torna cabizbaja— Sé que, si no te casas con Camile, dejará que la empresa caiga en bancarrota, pero algo me dice que tratará de comprarla. Quizás esa sea su última salida para presionarte en que te conviertas en su yerno.
—No lo acepto.
—Tienes que aceptarlo, así como… —presiono mis labios que tiemblan porque nuevamente me entran las ganas de llorar— yo ya acepté que lo de nosotros nunca podrá ser.
—No digas eso, por favor.
—Es así. —aparto sus manos de mi rostro— Es en vano luchar con algo que estuvo en nuestra contra desde un principio. Ambos sabíamos que lo anhelábamos jamás se cumpliría, era cuestión de tiempo para que despertáramos de este sueño y volvamos a sumergirnos en esta pesadilla. ¿O acaso estaré mal?
Nicolás no responde.
Tiene la mirada en el suelo, por lo que trato de tomar su mejilla, pero él aferra su mano en mi muñeca.
—Eso es… porque… —sus ojos se vuelven a posar en mí— ¡Tú lo quieres ver así!
Su expresión se ha tornado en ira.
— ¡¿Quieres mandar al demonio lo nuestro?! ¡Bien! Pero date cuenta de que ha sido por tu culpa, por tu cobardía, porque lo único que siempre has hecho es pensar en todos menos en ti y en mí. —sus palabras me lastiman, mis ojos se hacen agua— Miles de veces te he dicho que estoy dispuesto a todo, a dejar ese apellido que solo me está trayendo estragos en mi vida y solo por ti, en la chica que amo y que supuestamente también me amaba a mí…
— ¡Te amo!
— ¡No lo suficiente! —sus lágrimas caen por sus mejillas al igual que las mías— Si me amaras, no estaríamos de este modo. Ya hubiéramos huido juntos para comenzar desde cero.
—No sabes lo que dices…
— ¡Claro que lo sé! ¿Por qué crees que le pedí a mi madre que me dejará velar por mí mismo en ese país desconocido? ¿Por qué crees que aprendí a cocinar? ¿Por qué estudié tan duro? ¿Crees que me fui a Alemania porque me influiste? ¿Por la empresa de mi padre? —niega— ¡Todo fue por ti! Porque sabía que tarde o temprano mi madre me ataría a esto. Además, ya no quería que siguieras recibiendo esos maltratos en tu casa. Algo tenía que hacer, pero… ahora me doy cuenta de que todo ha sido una pérdida de tiempo.
—Nicolás…
— ¿Quieres que me casé con tu hermanastra? ¡Pues no! —me alivia, pero al mismo tiempo me inquieta— ¡A la mierda ella! ¡Rodrigo Sánchez! ¡Mi madre! ¡Tu madrastra y tu padre! —suelta mi muñeca y frunce los labios— Tú también.
Él se da la vuelta, dándome la espalda y mi impulso me hace rodear su cintura con mis brazos. Me aferro con todas mis fuerzas por si trata de apartarme y aunque quiero controlar los sollozos, estos se escuchan por todo el pasillo.
Siento su cuerpo temblar, no sé si está controlándose por no voltear.
—Si seguirás con tu necedad, suéltame… —murmura— Si mis palabras te han llegado a lo profundo, despertando tu valentía, larguémonos ahora y seamos felices. Tú decides…
Cómo quisiera decirle que he tratado de mil formas para que estemos siempre juntos. Prácticamente entregué mi alma a ese extranjero al ser su secretaria con la esperanza de que me ayudara a romper ese compromiso, me he rebelado con mi padre, con ese par de brujas porque el amor que siento por él es demasiado grande…
Pero…
No puedo contra su madre.
Yo perdí a la mía, él ya perdió a su padre.
Por lo menos aún tengo al mío a mi lado con miles de conflictos… ¿Y él? ¿Qué pasará si por nuestra culpa, ella muere? ¿Cómo es que él se sentirá? Lo estará perdiendo todo y siento que los dos no podríamos con tanto.