En Blanco

SUEÑO.

Abriendo los ojos tras escuchar el sonido de unas tijeras abrir y cerrarse, mira a través de aquel frágil, pero muy bien cuidado espejo, como un hombre envuelto en llamas corta su cabello, sin mostrar interés o dolor por las llamas que lo consumen, él solo sonríe al cortar cada mechón de cabello. —Te gusta el corte —preguntó el hombre al terminar, a lo que Sora respondió asintiendo con la cabeza— Me alegro —dijo convirtiéndose en cenizas.

Cogiendo un puñado de cenizas, salió corriendo de la casa, para no llegar tarde a clases, el suelo atrás suyo se rompió tragándose todo a su paso; casas, autos, niños, adultos, incluso el cielo nocturno. Pero Sora, no lo había notado por estar viendo aquel sol apagado que se encontraba al frente suyo. Sin importar cuánto intentaba, al cansarlo no podía, cada vez que creía tenerlo en sus manos, este aparecía aún más lejos de él, haciéndolo correr más rápido.

Viendo el sol, entrar a un salón de clases, tras derribar la puerta, entro atrás de él sintiendo un calor intenso, pero a su vez siente un frío que recorre su cuerpo. Cerrando los ojos por la luz que les pega directamente, comienza a buscar el sol a ciegas. Siendo guiado por una voz que no reconoce, camina hacia la parte de atrás del salón. Chocando con todos los pupitres que se atravesaban en su camino, siguió hasta llegar a la voz.

—Abre los ojos —susurra en su oído.

Sintiendo un calor que lo sofoca, abre sus ojos, los cuales comenzaron a arder por la luz.

— ¡Taran! —dice mostrándole una sonrisa— Me extrañabas —pregunta.

Sin mostrar emoción o sentimientos, solo puede ver su belleza, la cual lo deja ciego.

—No has cambiado, ¿en serio no dirás nada? —reprocha al verlo tan callado. Suspirando, sujeta sus manos, las cuales se queman al instante—. Por eso me enamoré de ti —dice acercándose a él.

Ella se acerca lentamente a darle un beso, él siente su cara derretirse, aunque no siente nada, ni al saber que aquella mujer que ha querido desde hace tiempo está a punto de besarlo, ni al saber que cuando suceda su cuerpo quedará envuelto en llamas. Acercándose un poco a ella, siente su cuerpo quemarse, al unir sus labios, el tiempo se detiene. Metiendo la mano en su bolsillo, deja caer un frasco con pastillas, sin darle importancia vuelve a meter la mano en su bolsillo, sacando unas tijeras. Sonriendo tras cortar cada mechón de cabello. —Te gusta el corte —pregunta a una extraña sombra que lo observa, la cual responde asintiendo con la cabeza —Me alegro —dice siendo consumido por las llamas.

Viendo la ciudad desde una caída libre, comienzan a apagarse las llamas que rodean su cuerpo. Viendo a la mujer del vestido negro desaparecer frente a él, sigue cayendo sin preocuparse, tras haber aceptado lo inevitable, cierra los ojos.

—Felicitaciones —gritan todos. Abriendo los ojos al escuchar el escándalo, sonríe al ver a Khalida, con un vestido de mallas blanco con encaje floral, tiene una hermosa sonrisa de felicidad y emite una bella luz que lo hace sentir tranquilidad. Todos los observan, pero es imposible para él sentirse nervioso al tenerla al frente suyo. —Puede besar a la novia —dice el cura. Todos están en silencio viendo fijamente a la hermosa pareja, acercándose el uno al otro, sus labios se unen con delicadeza en un beso que hace que todos los presentes aplaudan con alegría. Viéndola salir de la iglesia con su esposo, Sora aplaude desde la distancia con una sonrisa que se le ha dibujado al verla feliz.

Viendo el sol frente a él, comienza a caminar hacia este; en cada paso que da, puede ver la luz de este disminuir. Al intentar sujetarlo con sus manos, simplemente se vuelve cenizas que se lleva el viento. Tirándose al suelo de cara, cierra los ojos, quedándose dormido y despertando al momento. Viendo una enorme mesa y un cuarto lleno de cuadros, se pregunta dónde está.

—Vaya —dice al ver a tres criaturas atravesar su cuerpo con espadas, viéndolos, mover sus bocas, no pudo escuchar lo que decían por un ruido molesto que retumba en su oreja. —Cuando se ponía emocionante —Piensa, saliendo de su cuarto, comienza a caminar a la cocina con pereza, mira a su alrededor buscando algo, pero no lo encuentra. Llegando a la cocina, comienza a abrir los gabinetes, sacando una caja nueva de cereal, la abre y comienza a comer. Al estar lleno, sujeta una bolsa de leche de la nevera y comienza a tomar—. Comencemos —dice caminando al baño. Abriendo la llave de la ducha, comienza a escuchar el agua caer—. Qué relajante —piensa quitándose la ropa. Metiendo una mano al chorro de agua, siente cada gota, pegar con esta, metiendo todo su cuerpo en el chorro de agua, se queda inmóvil en este, esperando que todos sus pensamientos se vayan por el desagüe.



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En el texto hay: amor, psicologia, adición

Editado: 17.02.2025

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