El cielo comenzó a llorar por el destino que estaba destinado a ver; la luna se escondió por miedo de presenciar el futuro de los jóvenes que caminaban sin rumbo por la ciudad, una ciudad que era iluminada por las estrellas que miraban con atención a los jóvenes.
La muerte bailaba bajo la lluvia mientras era observada por la vida. La muerte, al ver a la vida, estiró su mano, a lo que esta se negó, pero la sonrisa de la muerte la hizo cambiar de opinión al instante. Tras sujetar su mano, toda preocupación se esfumó. La muerte y la vida comenzaron a bailar bajo la lluvia, dejando todo pensamiento de presente, pasado o futuro a un lado. La vida y la muerte bailaban sin importarles los demás. La muerte besó a la vida, la vida besó a la muerte, y las dos desaparecieron sin importarles el destino.
Ella bailaba descalza sobre las flores que habían sido consumidas por las llamas, bailaba bajo la lluvia que recorría su cuerpo, bailaba sin saber bailar. Su cuerpo se mueve con el sonido de las gotas chocando con el suelo. Ella tarareaba mientras movía su cuerpo sin preocupación, simplemente siendo ella. Su guitarra esperaba segura bajo un árbol que la protegía de la lluvia.
Sora caminaba por la ciudad, sin preocupación, sin miedo, sin un rumbo, solo caminaba bajo la lluvia que seguía sus pasos. Pasos que eran seguidos desde la distancia por Ryu, Aunque Sora no se había percatado de él, él solo seguía aquella luz que logró captar su atención.
Sora caminaba y caminaba, aunque parecía que buscaba algo, él solamente caminaba mirando al cielo en busca de la luna. Sin importar cuanto buscaba, no la podía encontrar, esto lo llenaba de tristeza, aunque más triste estaba la luna al no poder ver su cabello negro, sus ojos que anhelaban hablar con ella y su sonrisa. Pero la luna fue rápidamente olvidada tras pasar por un pequeño parque y verla a ella.
Tanto Sora como Ryu se detuvieron maravillados al verla bailar. Ninguno entendía lo que pasaba, pero sabía que era algo hermoso. Los dos comenzaron a caminar hacia donde se encontraba ella. Su extraño aroma, los llamaban. Los dos estaban hipnotizados y encantados con su cabello castaño, el cual les recordaba sus más profundos sentimientos.
La mujer no se había percatado de los dos hombres que se acercaban a ella con un deseo insaciable. Ella solo bailaba, no quería parar sin importar cuántas lágrimas derramará, ella solo quería olvidar, aunque no podía. Sin importar cuanto intentara, no pensar en ello. Sora, con cuidado, sacó la guitarra del estuche y tocó un par de cuerdas. Ella, al escuchar, volteó y Sora le Sonrió.
—Toca —dijo Sora, estirando la guitarra hacia la mujer.
Era la primera vez que Sora le dirigió la palabra, la primera vez que lo veía tan cerca. Aunque estudiaban juntos, los tres solamente se miraban desde la distancia sin querer entablar una conversación. El sentimiento de amor que llegaron a sentir había sido únicamente una leve atracción, la cual se esfumó con el pasar del tiempo. Ellos estaban uno al frente del otro sin poder recordar sus nombres. Ellos solo se miraban con tranquilidad mientras pensaban que el destino los había puesto frente a aquellas dos personas.
Ella, con una sonrisa, sujetó la guitarra, comenzando a dar pequeños saltos mientras la tocaba, bruscamente. Los dos, siguiendo el ritmo, comenzaron a saltar a su alrededor mientras hacían extraños sonidos con sus bocas. Todos movían sus cuerpos como querían sin miedo a ser vistos o juzgados. Ellos solo seguían el ritmo mientras olvidaban todo lo que los rodeaba. La lluvia caía más fuerte, y ellos se movían más alegres. Estaban en un trance del cual no querían salir, los tres sonreían, gritaban, disfrutaban de ver el tiempo pasar.
Cansados, miraron al cielo sin decir una sola palabra. La luna no había salido de su escondite, las estrellas los miraban con felicidad, la vida y la muerte no se veían por ningún lado, el destino miraba sentado al lado de la tragedia con una sonrisa, y los tres jóvenes se fueron por caminos separados sin despedirse, preguntarse sus nombres, sus edades o qué hacían ahí. Ellos tenían la esperanza de verse el próximo día en los pasillos del colegio.
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Editado: 17.02.2025