Era un día aburrido como cualquier lunes; los alumnos estaban desmotivados, con sueño y con ganas de irse a sus casas, aunque apenas era la primera hora de clase.
Sora miraba el tablero atentamente, sin pestañear, asintiendo con cada palabra que decía el profesor. Eran muchas operaciones, las cuales él no entendía. Aunque se encontraba en el salón, en su cabeza, estaba en aquel día lluvioso, que sin importar cuánto lo intentara, no podía olvidar.
Aquel recuerdo no lo dejaba pensar bien; aquellas dos personas tenían algo que perturbaban su sueño, era algo que no podía describir ni olvidar, algo que lo hacía pensar que su destino era verlos de nuevo.
El timbre sonó y el descanso comenzó; Sora se levantó de su asiento con prisa y comenzó a correr hacia la salida por los largos pasillos, esquivando al resto de estudiantes. Llegando a las escaleras, respiró y con prisa comenzó a subir; la puerta de la azotea se encontraba abierta, sin pensarlo entró y aquella persona lo recibió con una sonrisa.
—Hola. —con una sonrisa dijo ella al verlo entrar.
—Ha pasado tiempo. —respondió Sora bajando la mirada.
—Sí, mucho tiempo, ¿cómo has estado? —preguntó ella caminando hacia él.
Retrocediendo la miró —No te acerques, por favor —suplicó mientras temblaba.
¿Me tienes miedo? —preguntó ella—. Si todo esto es tu culpa.
—Cállate, por favor cállate.
Riendo, siguió caminando —eres tan sentimental, tan tierno. ¡Acepta que todo es tu culpa!
Paralizado, la miraba; el miedo que sentía no lo dejaba pensar bien. Ella lentamente se acercó y al estar frente a él le dio un beso.
—Te amo —dijo ella riéndose de él.
—Déjame en paz —suplicó él—. Déjame, por favor...
Agitado, despertó al escuchar la alarma, tras levantarse de la cama, se quedó mirando fijamente a la pared, mientras se preguntaba por qué había soñado con ella.
El tiempo pasó y el descanso comenzó; con sueño recostó su cabeza en el pupitre, cerrando los ojos, intentaba quedarse dormido, pero no podía sin importar cuánto lo intentara. Sin poder dormir, comenzó a divagar en sus pensamientos.
—¿Qué haces? —preguntó una mujer parada al frente de él— te estábamos buscando.
Abriendo los ojos, miró a aquella mujer que bailaba bajo la lluvia; sin saber qué decir, solo la miraba en silencio con una sonrisa, la cual se había formado al verla de nuevo.
—No me ignores —reprochó la mujer dirigiéndose a la salida—. Camina.
Levantándose del asiento con tranquilidad, miraba las caras de sorpresa de sus compañeros tras presenciar lo sucedido. Todos comenzaron a murmurar mientras creaban chismes de lo que había pasado.
Sora seguía a aquella mujer por los pasillos del colegio, mientras se preguntaba a dónde lo llevaba. Su mirada no podía despegarse del cabello de la mujer, el cual le provocaba un pensamiento que no podía describir, su aroma lo hipnotizaba a él, ya todos los hombres que se encontraban por el pasillo, los cuales, al verla pasar, no podían evitar mirarla.
Aquella hipnosis fue interrumpida al pasar por un enorme cuadro que se encontraba colgado en el pasillo; Sora se detuvo al ver aquella hermosa creación, la cual no lograba comprender, aunque el arte no le importaba, ya que no lo entendía. Aquella pintura captó de inmediato su atención, sus ojos pudieron comprender lo maravilloso de la obra.
— ¿Quién lo hizo? —preguntó Sora.
—¿te gusta el arte? —pregunto la mujer.
Volteándola a mirar, le sonrió. —No me gusta, ni siquiera lo entiendo.
Al verlo, le sonrió de vuelta. —Si te portas bien, te diré el significado.
—¿¡En serio!? —preguntó Sora entusiasmado.
—Sí. —dijo la mujer comenzando a caminar de nuevo—. Pero después, ahora solo sígueme.
Viendo cómo se alejaba, corrió para alcanzarla, adelantándola, miró sus ojos cafés. —¿Y a dónde vamos?—. Preguntó Sora con curiosidad. A lo que, ignorándolo, pasó a un lado de él y comenzó a subir las escaleras, mirando al suelo, empezó a subir las escaleras en silencio.
Al llegar al último piso, Sora preguntó qué hacían en ese lugar, ignorándolo de nuevo, abrió la puerta de la azotea, miró a Sora y le preguntó —¿tienes miedo? —. A lo que el sorprendido, al ver aquella puerta abierta, respondió con una sonrisa —No—. Ella, al verlo tan confiado, susurró en su oreja —Ahora me perteneces—. Sonriéndole, cruzó la puerta. Pensando que era una broma, la siguió, preguntándose qué le preparaba el destino.
Los dos se miraban en silencio; Sora se preguntaba qué iba a pasar, ella se sentía feliz, aunque no lo demostraba. El viento pasaba mientras intentaba escuchar de qué hablaban; los pájaros cantaban y el destino, al verlos, desapareció, dejando a Tragedia encargada.
Los dos se acostaron en el suelo, comenzando a buscarles formas a las nubes. Ella, ocultando su entusiasmo, le preguntó él nombre, a lo que Sora, confiado, dijo su nombre con una sonrisa; ella dijo su nombre después de pensar cuidadosamente sus palabras. Su nombre era Khalida.
Con una sonrisa, Sora miró a Khalida a los ojos —ahora somos amigos —dijo estirando la mano. Al verlo, Khalida estrechó su mano, dándole las gracias por ser su primer amigo, volvieron a mirar el cielo.
Después de un rato, Sora la volteo a mirar, cruzando miradas; al ver sus ojos cafés, apuntó al cielo —esa nube parece un perro. —dijo Sora con una sonrisa.
Volteando a mirar la nube con intriga, sonriendo, al ver un dragón. —yo veo un dragón —dijo apuntando a una nube distinta.
En un instante algo paso por la mente de Sora, el tiempo se detuvo tras recordar aquellos recuerdos que había olvidado, el cielo comenzó a caer en pedazos tras pensar en algo que lo atormentaba. El sol perdió brillo al darse cuenta de que estaban nuevamente juntos, la noche se hizo presente y la luna miraba escondida por el miedo que sentía al verla tan hermosa, las estrellas perdidas no querían acompañarlos en la oscuridad.
Sin poder moverse, Sora miraba sin darle importancia a su alrededor, el cual era destruido lentamente. Se encontraba feliz y triste a la vez, la melancolía invadía su cuerpo al ver aquella mujer la cual no se le es permitido olvidar, al ver sus ojos intenta no llorar, preguntándose por qué la sigue recordando, después de hacer todo para olvidarla.
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Editado: 17.02.2025