No lo entiendo, pero me encuentro en calma, una calma absolutamente extraña que había olvidado cómo se sentía. —Será el viento o tal vez es el hermoso cielo azul —me pregunto mirando a la nada. Sigo empujando el columpio que, al moverse, suelta una sonrisa. Me siento totalmente seguro y eso es algo extraño—. ¿Por qué? —me pregunto pensando en mis sentimientos—. ¿Por qué? —me vuelvo a preguntar mirando a Aisha. Al verla, mi corazón se detuvo, olvidé cómo respirar, comencé a sentir un dolor en el pecho y el miedo se apoderó de mí.
—¿Qué me pasa? —me pregunto viendo cómo todo a mi alrededor comienza a volverse oscuro. Diversos pensamientos comienzan a sonar en mi cabeza y una voz me susurra—. Es tu culpa —miro a mí alrededor y no hay nada, la oscuridad lentamente me absorbe a sus entrañas. Quiero gritar por ayuda, pero simplemente no puedo, tal vez no quiero por el miedo que me hace sentir un dolor en el pecho, pero... —alguien que me ayude.
—Ahora, ¿qué sigue? —me pregunta Leiko con aquella cálida voz.
Yo la mire con una sonrisa —No sé qué hacer —respondí.
Ella me miro a los ojos por un instante y me sonrío —No importa —dijo acostándose suavemente en el suelo. Apuntando al cielo con su mano, preguntó—. ¿Qué forma le diste a esa nube? —yo mire al cielo por un instante y respondi —un pez...
—¿Y tú, qué forma le diste? —pregunte mirándola fijamente. Ella se quedó en silencio un par de minutos, me miró y con un tono de voz frío dijo—. un tonto gato que se cree león —al ver mi cara de sorpresa, sonrió y volvió a mirar al cielo como si nada pasara. —No me vas a acompañar —pregunto golpeando suavemente el suelo con su mano abierta.
Acercándome a ella, suavemente me acosté a su lado, puse mi mano encima de la suya y nos quedamos mirando el cielo en silencio mientras nos encontrabamos acostados en un enorme charco de sangre. Los dos mirábamos las nubes mientras les dábamos diferentes formas, no decíamos una palabra, solo existíamos queriendo; yo quería estar con ella un momento más, mientras ella esperaba que la volviera a matar, yo no quería que ella me odiara, ella solo quería paz, yo quería que ella me amara, ella solo quería su felicidad.
—¿Por qué? —dije sabiendo que ella entendería.
—¿Por qué no? —dijo Leiko esperando el disparo.
Me pregunto si el problema soy yo. Quiero olvidar, pero no se puede, ¿verdad? Al ver a Aisha, por un momento sentí que Leiko había vuelto. Pero no puedo engañarme, por más que quiero, no puedo, no puedo reemplazar a Leiko con Aisha. Ellas no se parecen; ni en su sonrisa, ni en su forma de reír, sus formas de caminar son distintas, mientras Leiko caminaba con un glamur que era envidiado por todas las chicas del colegio, Aisha camina libremente sin preocupación. Cada vez que empujo el columpio, es más evidente que no son iguales, pero quiero ayudarla, tengo que ayudarla.
—Es extraño, los humanos no saben lo que quieren. Buscan amor y cuando lo obtienen no saben qué hacer con él, quieren dinero y no saben cómo gastarlo, quieren vida eterna y no saben qué hacer en un día lluvioso.
Volví a la realidad tras escuchar las palabras que salieron de la boca de Aisha repentinamente. Aquellas palabras llegaron a lo más profundo de mi ser. Era extraño, pero su sonrisa al decirlas me resultaba intrigante y hermosa a la vez. Entendía a lo que se refería o eso quería creer. Entré en un trance por un corto instante pensando en aquellas palabras que consideraba verdaderas, ya que yo, como muchos otros más, quiero algo, algo que he olvidado al pasar tanto tiempo en este bucle.
Ella saltó del columpio en movimiento, cayendo de pie, miró hacia atrás con una sonrisa. Yo miré sus ojos, que tienen un pequeño brillo al mirarme. Con emoción gritó —¡Es momento de avanzar! —y comenzó a caminar. La seguí desde una corta distancia mientras pensaba en lo extraña que es. Por unos segundos miré al cielo y me pregunté qué quieren los demás.
Caminamos en silencio hasta llegar a la casa. Al abrir la puerta, Aisha corrió hasta los muebles y, con un salto, se acostó en estos. Dejé las llaves en la mesa y subí las escaleras. Entré a mi cuarto, me quité la ropa y entré al baño. Abrí la llave de la ducha, el agua comenzó a caer en mi cabeza y empezo a recorrer todo mi cuerpo. No pensaba en nada, cierro la llave y me echo jabon en todo el cuerpo, comenzando con las piernas y terminando en el cuello, me movi un poco para atras, abri la llave una vez mas, me quede viendo el agua caer por un momento, el sonido de esta pegando contra el suelo me relaja. me meti al chorro de agua, esta recorrio mi mi cuerpo suavemente mientras miraba al techo con la mirada perdida. no pienso, solo existo en ese momento, sin preocupacion, sin miedo, sin pasado o futuro, solo estoy en el presente. cerre la llave y abri la puerta de la ducha.
—¿Por qué tardaste tanto? —me preguntó Aisha sentada en el baño. De pie a cabeza me observó detenidamente. Yo solo la miré mientras sentía un extraño, pero tonto déjà vu.
—Me pasas la toalla —dije estirando mi mano. Ella me ve a los ojos, suspira y con una frialdad suelta una pequeña risa—. no pense que lo tuvieras tan pequeño —aquellas palabras fueron suficientes para romper la poca autoestima que me quedaba. Pero no podía dejar que ella se diera cuenta.
—¿Qué cocinaste? —pregunté intentando cambiar de tema.
Estirando su mano con la toalla, me ve confundida —¿Tú no ibas a cocinar?
—No sé cocinar —respondí tomando la toalla y envolviendo mi cintura con ella, miré a Aisha que me veía confundida.
—Si no sabes cocinar, ¿por qué compraste cosas para hacer comida?
—Pensé que tú sabías.
—Yo tampoco sé cocinar —respondió Aisha molesta y desilusionada—. Ahora, ¿qué comemos? —preguntó levantándose de la taza del baño.
—Puedo cocinar, pero lo que cocino queda horrible.
—No quiero comida fea... aunque tengo una mejor opción —sacando un revólver de su pantalón, me apuntó con este, mirándome a los ojos con frialdad. Me dijo —Podemos pedir comida a domicilio y cuando llegue el repartidor, lo matamos, ¿qué te parece?
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Editado: 08.02.2025