Miércoles comenzó; no quería desaparecer. Estaba más triste, distante, frío y solitario de lo habitual. Era diferente, aunque no lograba saber en qué lo era. Pero al serlo, se había quedado sollozando en un rincón apartado de los demás recuerdos de mi memoria, en un recoveco donde solo van aquellos momentos que no quiero olvidar.
—Hola —dijo Aisha, haciendo que abriera mis ojos al momento que escuché su voz. Volteé a mirarla; ella se encontraba sentada en el suelo de la habitación, con arañazos en todo su cuerpo desnudo. Tenía el cabello mojado como si recién se hubiera bañado, su mirada vacía se posaba en mí, parecía que estaba llorando, se encontraba destrozada. Yo solo podía prepararme para lo que iba a suceder. —¿Qué viste? —pregunté. Sin mediar palabras, ella se abalanzó a mí, haciéndome atravesar la pared de un golpe. Era de madrugada; El cielo había dejado de llorar, pero había comenzado a llenar las calles de nieve. Caí de pie mirando a Aisha, la cual caminaba sin dejar de llorar. —¿Qué viste? —volví a preguntar sin recibir una respuesta. Miré al cielo, llenándome de tristeza, mientras miles de pensamientos me invadían. Comencé a caminar hacia ella. Al estar frente a sus ojos, no pude hablar; solo podía esperar que ella dejara de llorar y yo dejara ver esa sonrisa otra vez. Con mi mano derecha limpié sus lágrimas.
Arrancándome el brazo, empezó a golpearme con este un par de veces. —Esto es aburrido —dijo, devolviéndomelo con un suspiro. Limpiando las lágrimas de su rostro, empezó a caminar, haciendo una señal para que la siguiera. Comencé a caminar detrás de ella, mientras esperaba que mi brazo se uniera a mí. Era tardado y doloroso, pero más rápido que aparecer uno de cero.
—Tienes cara de estúpido. ¿En qué piensas? —preguntó Aisha.
—Esta es mi cara normal; Además, solo estoy concentrado —respondí.
—Ah, entonces siempre tienes cara de estúpido —dijo, soltando una pequeña risa.
—¿Dónde vas? —pregunté.
Volteándome a mirar, respondió —Por ropa. Está nevando y estoy desnuda; Me estoy muriendo de frío. Además, tú también necesitas ropa.
Confundido, preguntó —¿Por qué ropa para mí?
—Está toda agujereada y manchada de sangre —viéndome detalladamente, dijo sin pensarlo mientras apartaba la mirada. —También te vistes feo y necesitas un baño.
Me dejo sin palabras unos segundos. —Me da igual —respondí tranquilamente, aunque estaba completamente sorprendido. Siempre pensé que me vestía bien, que estaba a la moda, pero la realidad era completamente diferente. Me había vuelto a romper la poca seguridad que tenía, pero no podía demostrarlo. Después de caminar un rato, mi brazo se había reparado, pero mi confianza estaba destrozada, y eso no se arreglaba tan fácil.
—Aquí venden buena ropa —dijo Aisha, deteniéndose al pie de una tienda lujosa.
Al ver, quede sorprendido. Era la primera vez que veía la tienda, pero podía decir una simple vista que era un lugar caro. —No conocía esta tienda —dije mirando a Aisha.
Aisha me miró de pies a cabeza y dijo —Lo suponía. Si la conocieras, no vestirías tan feo.
—¿Acaso es necesario que me destroces más? —pensé, viendo lo poco de mi confianza, marcharse. —Por qué venimos aquí, no tenemos dinero para pagar —dije, ocultando mis sentimientos.
Acercándose a mí, me miró a los ojos fijamente mientras colocaba su dedo en mis labios. —Shhhh, tu tranquilo. Yo pago —dijo alejando lentamente su dedo.
—Pero co...
—Shhh —dijo volviendo a colocar su dedo en mis labios. —Tú confía en mí. Yo tengo soluciones; aquí lo que hay es plata —dijo imitando un acento de forma espantosa mientras hacía un gesto extraño con su rostro, frotando su dedo pulgar con el índice y el medio. En ese instante, aunque estaba desnuda y hacía una expresión extraña con su cara, Aisha se veía como alguien confiable, una persona a la que le daría mi vida. Puse mi mano en su hombro y con una sonrisa le dije —Vamos.
Al entrar a la tienda, quede sorprendido al presenciar lo enorme que era. Era más grande de lo que se percibía desde afuera. El piso blanco de mármol brillaba mientras hacía contraste con las paredes pintadas de dorado, los muebles eran más caros que todos en los que me había estado sentando toda mi vida. Quería ir corriendo a ver lo que había en el segundo piso, pero me detuve al ver a un hombre alto y musculoso que parecía ser el guardia, aunque iba vestido de etiqueta. Este hombre nos dio la bienvenida con seriedad mientras emanaba un aura amenazadora, no nos quitaba los ojos de encima y estaba alerta.
—¿Acaso vamos a robar? —refunfuñé molesto al sentirme incómodo por ser observado por todos los trabajadores, los cuales no apartaban sus miradas de nosotros, ni disimulaban al hacerlo. Aunque me molestaba, era normal que pensaran de ese modo al vernos, pero era raro tener a un hombre mayor siguiéndonos mientras intentaba que no nos diéramos cuenta—. ¿Segura tienes dinero para comprar en este lugar? —le preguntó a Aisha.
Aisha, al escucharme, se percató del guardia, el cual se escondió rápidamente detrás de unas camisas, dejando sus enormes brazos al descubierto. —Sí, tengo, confía —dijo con un tono de voz calmado, el cual me impulsaba a seguirla.
—Discúlpame, confió en ti —le dije mostrándole una sonrisa.
—Tranquilo —dijo sacando una pistola de la nada, dando dos tiros al aire—. Todos quietos, esto es un atraco —grito.
Mi cerebro se congeló por un par de segundos al ver la escena y pensar que era una broma, pero a los pocos segundos me di cuenta de que ella iba en serio con lo que estaba haciendo. También me percaté de que probablemente el dinero que había en mi cartera lo había conseguido del mismo modo y que eso me hacía cómplice de su ola delictiva. —Soy un criminal —pensé, viendo a Aisha abalanzarse contra el guardia, el cual quedó impávido ante su velocidad, noqueándolo de un golpe. Visualizo al resto de empleados, eran cinco en total, los cuales se encontraban asustados y querían esconderse, pero todos fueron dejados inconscientes fácilmente.
#1426 en Fantasía
#834 en Personajes sobrenaturales
#648 en Thriller
#283 en Misterio
Editado: 08.02.2025