En Blanco: Una Carta De Amor A La Muerte.

CAPÍTULO XI: MI PRIMER BESO.

— ¿Qué te cuento? — pregunté.

— Cómo se conocieron ustedes dos — dijo, limpiando la nieve que se encontraba en la banca —. Antes siéntate, que no crecerás más.

Nervioso, me senté a su lado, mirando la nieve del suelo, sin poder parar de temblar. Junté mis manos, dejando un espacio, y las acerqué a mi boca, exhalando con fuerza en estas para que no se congelaran por el frío que aumentaba cada vez más. Aisha me miraba sin poder ocultar su curiosidad hacia mí. Yo solo podía frotar suavemente mis palmas entre sí, echándole la culpa al clima. Todo estaba tranquilo. Solo se escuchaba el viento pasar, dejándonos con escalofríos. Las ramas del gran árbol se movían con fuerza. Unos cuantos autos pasaban a gran velocidad, ocultando el silencio en el que nos encontrábamos. Nuestras respiraciones cada vez se hacían más fuertes. Mi miedo aumentaba cada vez más. Era extraño lo que sentía. No podía describirlo. Tenía más miedo de ser juzgado por ella que de morir.

Aisha dijo algo, lo cual no presté atención por estar pensando en cómo debería contar mi pasado, por dónde comenzar, qué evitar y qué palabras cambiar para no ser juzgado fuertemente por ella, aunque sabía que no lo haría. En lo más profundo de mi corazón existía aquella posibilidad de que ella me odiara por aquello que cometí. Era un sentimiento enfermizo el que sentía. Sabía que nada malo pasaría, pero me sentía frágil. Quería salir corriendo, como era habitual en mí. Miles de pensamientos invadieron mi cabeza, en forma de chillidos, los cuales no lograba entender en su totalidad, pero sabía que querían que huyera. Me alisté para correr. Sería difícil por la nieve que cubría toda la ciudad, evitando que lograra correr bien, pero lograría escapar. Sabía que huir solo me llevaría de vuelta al lunes. — Estoy cansado — pensé, mirando al cielo.

— La vida es una mierda — dijo Aisha, recostando su cabeza en mi regazo. La miré confundido al notarlo. Ella miró enojada —. ¿Qué, ¿no puedo recostarme? — preguntó, mordiendo una de mis piernas. No sabía qué decir, ni cómo reaccionar. Había quedado en blanco por un minuto, lo cual ella aprovechó para seguir hablando —. No tienes que estar nervioso. Si no me gusta algo de lo que dices, te golpearé hasta que aquello que digas me guste — dijo con una gran sonrisa, la cual hizo temblar todo mi mundo. Aquella sonrisa era diferente a las demás. No entendía por qué, pero me hizo acordar de Leiko. Comencé a reír sin parar —. Amo tu sonrisa — dije sin pensar. Ella me miraba confundida, sin saber qué decir —. Sabes — dije, dejando de reír —. No recuerdo mucho de mi pasado, pero al estar contigo no he parado de pensar en ella...

— ¿A quién? — preguntó Aisha con curiosidad.

— Leiko — respondí, teniendo un pensamiento fugaz de ella, el cual me hizo sonreír —. Se llevarían bien — dije con confianza.

— ¿En serio lo crees? — preguntó Aisha con intriga.

— Sí — respondí —. Ella era lo más hermoso... — dije, pero un nudo que se formó en mi garganta no me dejó continuar.

— ¿Hermoso? — preguntó Aisha con curiosidad, incitándome con su mirada a continuar, pero la ignoré, borrando la sonrisa que tenía.

Continué recordando el pasado, lo cual siempre se me había hecho algo confuso. Lo poco que viene a mi cabeza antes de conocer a Leiko es algo borroso, un lugar oscuro del cual no podía salir sin importar cuánto lo intentara o cuánta ayuda pidiera. Siempre me he preguntado si mis recuerdos son verdaderos o solo son momentos que creé para ser feliz cuando recuerdo. Aunque da igual si son reales o no. Son lo único que es mío. Pero hay un pensamiento que llega a mí cuando trato de dormir. Es un pensamiento del pasado, mucho antes de conocer a Leiko. Es la voz de una mujer que me grita algo, lo cual me provoca ciertos sentimientos que no puedo olvidar. — Tu vida me pertenece a mí y a nadie más — aquellas palabras resuenan en mi cabeza en bucle cada vez que intento avanzar. Pero estas palabras vienen acompañadas de la imagen de una mujer de cabello largo oscuro y ojos cafés, piel morena, la cual, al verla, me provoca dolor y felicidad. Siempre estoy sentado a su lado en silencio, admirando su belleza. En ocasiones ríe, lo cual me genera felicidad, aunque rara vez me mira. Pero cuando lo hace, no logro entenderla...

— ¿Sabes quién es esa mujer? — preguntó Aisha.

— Mi vecina Khalida, aquella que fue mi primer amor — respondí.

— No pensé que te hubieras enamorado — dijo Aisha sorprendida.

Yo solté una pequeña risa y dije — Me he enamorado tres veces.

— ¿Te vas a enamorar de mí? — preguntó Aisha con un tono de voz burlona.

— Ya lo estoy — dije con seriedad. Los dos nos miramos sin decir una sola palabra. Tal vez era algo del destino caprichoso que nos unió bajo esta hermosa nevada —. ¿Qué sientes tú? — pregunté, bajando un poco mi cabeza. A lo cual ella respondió levantando un poco la suya. Los dos nos acercábamos lentamente. Mi corazón se aceleraba a cada segundo que nos encontrábamos más cerca. Ella se encontraba agitada, y los nervios se apoderaban de ambos. Todo parecía pasar en cámara lenta. Al tocarse nuestras narices, los dos empezamos a reír al mismo tiempo, alejando nuestras caras.

— Casi me lo creo — dijo Aisha, dejando de reír —. ¿Qué pasó con tu primer amor? — preguntó.

Lo cual respondí con una sonrisa — No funcionó — suspiré fuertemente. Me quedé en silencio un par de minutos, recordando lo sucedido —. Todo fue mi culpa. Ahí aprendí que ayudar a alguien puede hacer tanto mal como no hacerlo. ¿Quieres que te cuente lo que pasó o quieres ir a comer? — pregunté, intentando cambiar de tema.

— Si no quieres que te dispare, es mejor que cuentes — dijo Aisha seriamente —. Después iremos a comer. Al ver su mirada de loca que ansiaba saber lo que había pasado y sabiendo de lo que era capaz, estaba seguro de que tenía que hablar. Aquellos ojos que nos miraban desde las sombras comenzaron a correr hacia nosotros, emitiendo chillidos. Eran ratas de distintos tamaños y colores que huían de algo, tal vez del pasado o el futuro. Incluso puede que del presente. De la oscuridad también salió un gato callejero, el cual empezó a perseguir a las ratas.



#1426 en Fantasía
#834 en Personajes sobrenaturales
#648 en Thriller
#283 en Misterio

En el texto hay: amor, odio, psicológico.

Editado: 08.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.