Quizás fue mera casualidad, quizás simplemente debió pasar así.
Aquella tarde todo transcurrió con normalidad, Dakota se encontraba en casa de Logan, desfilando para él cuanta ropa veía, sin importarle en ocasiones de agarrar la ropa de él para complementar sus atuendos. Logan se encontraba encantado, sonreía cálidamente mientras se dirigió a ella, ese era quizás el octavo atuendo que veía, pero no importaba. Con delicadeza la tomó de la cintura trayéndole hacía él para hablarle en el oído.
—Te amo, ¿Lo sabes?
—Claro que si —musitó Dakota con calidez, acercándose a él para darle un beso que fue bien recibido por su parte—. Pero... Todavía no sé qué ponerme.
—Con cualquier cosa que te pongas te verás jodidamente hermosa.
—Lo sé —le guiñó un ojo antes de volver a la habitación para seguir desordenando el armario.
...
—¡Dak! ¿Podrías traer tu trasero hasta acá para irnos? ¿O quieres que sea yo quien te traiga? Recuerda que no me importa sino tie... —las palabras se secaron en sus labios, observando como su querida novia se acercaba a él con aquel vestido corto del mismo color carbón de sus ojos y aquellos tacones de aguja que le volvían loco.
Logan sintió como su garganta se secaba, en tanto se preguntaba qué tan importante era asistir a esa fiesta después de todo, se sentía poseído, no pudo evitar atravesar la habitación para besarle con necesidad, hasta que casi por obligación tuvieron que separarse para tomar aire, ambos se sentían llenos, cómodos, como en casa.
—Vamos —susurró sobre sus labios la joven morena, Logan le cogió de la mano y ambos esperaron a que el elevador llegara al piso 14, donde vivían.
Aquella noche sería genial, Christian les había invitado a una fiesta, posiblemente un reencuentro de todos los que habían estudiado en la secundaria juntos, sí, los de la promoción cuarenta y siete, apenas hacía 6 meses que habían terminado todo, y posiblemente hoy era el día en el que por completo, los diecisiete estudiantes de allí estaban en la ciudad nuevamente.
No había espacio para errores, no los habría.
Un joven observaba a la distancia, invisible para la mayoría, estaba encima de un poste de luz y hermosas alas de oscuro color estaban desplegadas desde su espalda, tenía una armadura que brillaba al contacto con el sol y tenía una mirada de lástima en sus ojos, negó con la cabeza y desapareció por completo antes de siquiera ser notado.
...
Llegar a la fiesta fue relativamente fácil, Logan se sabía el camino de memoria todavía, y es qué ¿Cómo no? Pasó todos los años, desde la escuela primaria visitando aquella tan conocida casa del hijo del alcalde, en realidad el chico tendría que sufrir de una severa amnesia para siquiera pensar en desconocer la dirección.
Ambos se veían despampanantes con su ropa formal saliendo del descapotable de Logan, eran el prototipo de pareja perfecta que vez siempre en las películas, una joven notablemente más baja que el chico, ambos con sonrisas colgate y totalmente ignorantes de su belleza, lo que les hacía, irónicamente, más atractivos.
Muchas chicas suspiraron al observar cómo Logan le abría la puerta del auto a su novia para que esta saliera, y luego enviaron miradas de envidia al ver como esta le recompensaba con un beso, ¡cuánto darían por un amor así!
No pasó mucho antes de que ambos cruzaran el umbral de la gran puerta de vidrio perteneciente a la casa de su amigo.
Extrañamente nada se había salido de control, todo estaba en orden, como si cada detalle fuera meticulosamente planeado y no un simple plan de improvisto dado que todos estaban en la ciudad por las vacaciones. Aquella calma era perturbadora, Dakota la había notado, y aunque estaba extrañada por la casi artificial perfección de la noche, los besos de Logan y quizás aquellos shots de tequila borraron todo pensamiento racional de su mente.
Las horas pasaron casi en un parpadeo, y antes de lo pensado eran más de las 4:00 AM, era tiempo de volver a casa si querían llegar para descansar un poco antes de su vuelo en la noche, directo a Chicago.
Toda la noche habían sido observados, si, por muchas personas. Pero había una mirada en específico que se perdía entre las demás, y era pasada por alto, dado que no era la primera vez, en realidad, aquella persona siempre estaba junto a ellos, o junto a Dakota para ser precisos, siempre estaba ahí, nunca era notada, a menos de que él lo quisiera.
—¡Christian! —gritó Logan buscándole entre la multitud—. Me tengo que ir, mañana sale nuestro vuelo, así que posiblemente no nos veremos sino en unos meses.
Al fin le había conseguido, no obstante, se sentía en extremo incómodo al interrumpir a su amigo y su más reciente novia, Tessa. Si bien gracias a sus vídeo llamadas semanales estaba enterado de todo lo que sucedía en el pueblo y en la vida de sus amigos, no esperaba ver como aquel expresivo rubio se comía a su novia frente a todo el mundo. Con lentitud el pelinegro se golpeó la frente, ciertamente su amigo era estúpido, jodía con cualquier chica un par de semanas, en lugar de observar como su amiga Milena había estado enamorada de él desde el momento que supo qué era el amor.
Aunque, él tampoco podía decir mucho, antes de conocer a Dakota, o, mejor dicho, antes de notar que era la chica, su chica, sí, antes de enamorarse, su vida se podía describir con las palabras libertinaje y promiscuidad. No era algo de lo que estaba orgulloso, pero él no se arrepentía de nada, y posiblemente, si él no hubiera hecho tales cosas, su novia no hubiera explotado una noche, confesando sus sentimientos.
Con rapidez sacudió la cabeza, Christian se separó de Tessa y se tambaleó un poco al levantarse del mueble, con pasos descoordinados se acercó a Logan y le abrazó.
—Cuídate mucho, imbécil —murmuró en su oído—, y sobre todo cuida a Dakota.
—Claro —asintió, correspondiendo el abrazo.
Y luego, ambos se separaron, cada uno tomó su camino, Logan fue a su reencuentro con Dakota y Christian volvió a tomar asiento junto a su novia.
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Editado: 20.04.2025