En busca de la chica perfecta

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Nunca imaginé que yo podría estar interesada en muchas cosas, realmente soy de esas personas que piensan que el físico no importa y que la opinión de los demás si no es buena te la puedes pasar por el arco del triunfo. 

Pero aquí estaba yo, preguntándole al universo qué era la perfección. Sí, de nuevo con ese tema. Y es que, para ser sincera, es un tema que nunca se toca a fondo.

Todos dicen: Una mujer con cuerpo bonito, caderas anchas pero no muy vulptuosas, que tenga pecho pero que tampoco se sobre pase, que tenga trasero redondo y firme, piel de porcelana, dientes firmes y blancos, cabello muy bien cuidado, y una gran lista que continua y continua.

En fin. Las personas creen que eso es lo perfecto, (bueno puede que no todas las personas ya que también es cosa de gustos) pero en su mayoría esa es la chica perfecta.

Mi mamá siempre me dijo: –ninguna persona es perfecta–.

Pero yo quiero descubrir eso, ¿qué es la perfección? ¿qué nos hace perfectos?

Un sonido me saca de mis pensamientos. Mi teléfono está vibrando.

—¿Vas a contestar o te quedarás ahí observando?

Jolie me mira fijamente y yo niego al ver el número.

—No... es mi hermano y no tengo ganas de hablar con él.

—¿Volvieron a pelear? —pregunta con una risita que me hace fruncir el ceño—. Oh vamos, no me miras así, sabes tan bien como yo que ustedes dos no se aguantan.

—Sí, lo sé.

—¿Y ahora por qué discutieron?

Yo ruedo los ojos. Jolie es muy curiosa, pero tampoco es algo que tenga que ocultárselo.

—Sophie —respondo y ella cierra su libro de golpe para observarme con sus ojos muy abiertos.

—¿Esa idiota? —gruñe y yo asiento—. ¿Sabes? Todavía no la conozco en persona pero ya la odio. 

—Imagina cómo me siento yo que la veo todos los días.

Sophie es la novia de mi hermano mayor Cristhian, esa bastarda se enfoca en hacer mi vida de cuadritos. Y lo peor del caso es que casi hasta vive en mi casa. Para mí que ya no la quieren ni en su hogar.

—Pero cambiando de tema... ¿qué harás hoy? —pregunto solo para olvidar los malos ratos que suelo pasar al llegar a mi casa.

—De hecho, iré a mi clase de inglés —responde Jolie tirando su celular en el pasto y luego acostándose boca arriba. Yo la miro con detenimiento.

—¿Hoy tienes clase?

—Sí, recuerda que te había dicho hace no mucho que el director canceló las clases lo sábados y nos pasó a los viernes —me explica soltando un suspiro—. No quiero ir, tengo mucha flojera.

Yo río.

—Tú siempre tienes flojera, eso no es nada nuevo amiga.

Ella gruñe y prefiere no contestar nada porque sabe que es la verdad. Yo vuelvo a introducirme en mis pensamientos, algo que suelo hacer muy a menudo.

Repaso todo lo que tendré que hacer hoy al llegar a casa.

1.- Hacer la limpieza
2.- Hacer la comida
3.- Arreglar a mi hermano menor y llevarlo con mi abuela
4.- Ir a mis clases de tutoría
5.- Llegar a hacer ejercicio

Y... creo que hasta ahí termina mi día. Sino es que a mi hermano se le ocurre la gran idea de dejarme a mi otro hermano. Claro eso seria genial (nótese el sarcarsmo).

Y una gran idea se me cruza por la cabeza.

—Jolie~ —canturreo observando que mi amiga casi se queda dormida.

—¿Sí, Marion? —pregunta ella con un suspiro.

—¿Tú sabes que te quiero mucho... cierto?

—Escúpelo y ya —responde Jolie con fastidio.

—Sé que me amas ¿verdad? —ella asiente viéndome—, y tú amas a mis hermanitos —ella vuelve a asentir—. Bueno, ¿podrías cuidarlos? Mi abuela está harta de cuidar a Domink y luego a Santiago, ¡son unos pequeños demonios!

—¡Hey stop it! —se levanta de golpe y me amenaza con su dedo—, ¡si son unos preciosos angelitos del demonio! No es su culpa ser tan desastrozos.

—Ajá sí, tú eres la única persona en el universo con el poder de controlarlos.

—Lo sé, es un don —ríe ella con aires de grandeza—, aparte yo no trato de retenerlos, solo dejo que se diviertan y utilicen su energía para cosas de provecho, ya te lo había explicado.

—Bueno, si tú lo dices.

Jolie toma su celular y luego me mira a mí.

—¿Qué pasa con ellos? ¿necesitas que los cuide? —pregunta como si hubiera leído mi mente. Yo susurro un leve sí con timidez y ella sonríe—. ¡Claro que sí! No necesitas preguntarme dos veces nena.

—¡Como te amo corazón! —le grito feliz lanzándome hacia ella, logrando caer al pasto encima de mi mejor amiga.

—Sabes que con ellos siempre te diré que sí.

—Creo que lo sé —río y me despego de ella. Jolie me golpea el hombro sin necesidad de utilizar mucha fuerza y me mira seria—. Okey, tú ganas.




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