En busca de la Navidad

Epílogo

* Una disculpa gigante por la demora con el epílogo, pero estaba de cumpleaños y quería descansar de esto y pasarlo alrededor de mi familia. Sin más que decir, los dejo con el Epílogo. *

Las personas debemos saber que todo principio es un final y que cada final es un nuevo principio. Y nos cuesta, claro que nos cuesta. Nos cuesta mucho el tener que desprendernos de las cosas. No nos damos cuenta de inmediato cuando nos hemos aferrado a algo «o alguien», por eso, cuando ya no lo tenemos, sentimos ese vacío en nuestro interior. Y ese vacío es tan grande que nos hace sentirnos pesadamente ligeros, con nuestra respiración pesada y con índice de taquicardia sin sufrir de ello. Pues aferrarnos algo que ya no tenemos en nuestra vida porque ha sido arrancado de nuestro lado; se siente casi como la muerte. Y la muerte es el final de nuestra vida.

          Y yo pensaba que ya había llegado al final de mi vida. Sin embargo, ahí estaban las luces rojas y azules. El molesto sonido de una sirena a lo lejos, tan lejos que parecía solo una ilusión. Y cuando te encuentras en esa posición debatirte entre la vida y la muerte, te encuentras con cada uno de los sucesos que han marcado tu vida a lo largo de los años. No lo entendí, pues en más de una ocasión me lo habían comentado sin embargo, hasta que me encontré en está difícil situación.

          Recordé aquella vez que callé por miedo a ser criticado.

          Recordé la vez que bajé la cabeza sintiéndome menos que los demás.

          Recordé las miles de ocasiones que tuve que fingir una sonrisa y tragarme las lágrimas cuando estuve en situaciones en las que deseaba que la Tierra se abriera y me tragará.

          Y recordé todas aquellas situaciones que se habían quedado impregnadas en mi memoria y que cada vez que sentía un bajón emocional, venían a mi cabeza y me hacían sentirme aún peor.

          A pesar de lo complicada que era la situación en la que me encontraba, una parte de mí tenía la esperanza de poder salir de esa situación, por lo que, la próxima vez no haría lo mismo que había estado haciendo por años y años.

          No me callaría por más que supiera que a la otra persona no le gustase mi comentario, porque no necesito la aprobación de nadie para tener una opinión propia.

           No me sentiría más o menos persona. Soy lo mismo que los demás sin importar mi clase socioeconómica.

          Y lo más importante de todo, no me quedaría callado si dieran una opinión sobre mí que yo no he pedido. Ha estado bueno esto de escuchar criticas sobre mi forma de ser o mi físico. Soy así y no tengo que cambiarlo para agradar a una persona.

          ¿Por qué será que cuando estamos al borde del abismo, todo se nos hace más claro? Tal vez porque una parte de nosotros tiene la esperanza de no despertar y finalmente descansar. Sin embargo, la otra, lucha con sobrevivir otra día más y poder despertar por la mañana.

          Mi lado optimista saltó de alegría cuando desperté de un coma. Llevaba más de dos semanas «diecisiete días» en coma. Los doctores no tenían demasiadas esperanzas conmigo. Mi piernas habían quedado mucho más que perjudicadas por el accidente, así que las daban por perdidas.

          Por otra parte, mi corazón saltó de alegría cuando una noche me desperté y a mi lado estaba Alice, mi esposa. Claro que me sentí como el peor hombre del mundo pues había desarrollado sentimientos por otra persona que no era mi esposa. Me estaba enamorando de Rune, pero no era lo correcto. No cuando Alice estaba muerta. Yo prometí amarla hasta después de la muerte y esto no era lo correcto.

          Fue un completo alivio cuando supe que Rune no existió jamás. No digo que no haya sido un balde de agua fría, pues no fue fácil aceptar que la persona con la que había estado hablando por días, no existió. Jamás lo hizo.

          Según el Doctor Ramos, ella fue la manera que tuvo mi cerebro para mantenerme despierto. Es mucho más común de lo que parece. Una persona en coma puede abrir los ojos, apretar las manos, hacer mínimos ruidos. Si embargo solo espejismos, y aquellos espejismo son los más comunes y aquellos que las personas en el exterior pueden notar. Sin embargo, el paciente cae en un sueño profundo del que casi no puede despertar. Y allí fue donde conocí a Rune. Fuimos desconocidos que se pudieron acoplar como un rompecabezas.

          Rune fue aquella persona que estuvo para mí «a su manera» cuando no tenía a qué aferrarme. Y cuando estuve bien para poder continuar, ella se fue y me dejó para continuar con mi vida. Pues dos personas nunca pueden terminar bien, y ella prefirió dañarse a sí misma, antes que dañarme a mí.

          Desperté justo en Nochebuena, Alice tenía preparado un pequeño banquete para ella y para mí, tenía la esperanza de que despertaría en cualquier momento, y no se equivocó. Tal vez es la magia de la Navidad.

          Pues para mí la Navidad es aquella fecha en la que sabes que todo lo mágico puede suceder. En la que todo lo bueno y lo que más has deseado sucederá. Y Alice tuvo la suerte de que yo despertara, ya que lo había deseado tanto.

          Yo había deseado tanto una vida alejada de los problemas, con las ganas de descubrir y comerme el mundo. Y está es la señal de poder hacerlo, pues es hora de aprovechar esta nueva oportunidad que me ha dado la vida.

          —¿Y qué piensas hacer? —Alice me acaricia el cabello y hace una mueca cuando nota lo largo que está— Además de un corte de cabello.

          Esbocé una sonrisa y le tomé la mano, no tan fuerte pero, lo suficiente como para que ella me prestara atención.

          —Quiero ir en busca de la Navidad. En busca de la felicidad, pero lo más importante es que, quiero hacerlo contigo. Quiero que seas la fuente de mi felicidad, Alice. Jamás te vayas de mí lado, por favor. —Supliqué.




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