Día 27 de Diciembre
Mario Benedetti 》”Posiblemente me quería, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme”.
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La señora Rose se enteró de que su hijo había estado ausente de la empresa durante una semana, lo cual le generó gran preocupación. Conocía bien a su hijo, el más responsable de sus tres hijos, y sabía que no abandonaría su trabajo sin una razón válida. Sin embargo, algo le indicaba que su hijo podría estar lidiando con problemas personales relacionados con una relación fallida. Esto la llevó a fruncir los labios mientras apretaba su teléfono con fuerza.
Minutos antes, uno de sus contactos le había informado sobre la ausencia de su hijo en el trabajo. Decidió que era necesario hacerle una visita para aclarar la situación.
A pesar de haber intentado comunicarse con él por teléfono, sus llamadas iban directamente al buzón de voz. Esto la llevó a dirigirse a la residencia de su hijo, decidida a no marcharse hasta que él le explicara su comportamiento.
Después de una insistencia prolongada, Michael finalmente abrió la puerta, permitiendo la entrada a su madre, quien lo observaba con una mirada crítica debido a su descuido evidente. Su barba estaba desaliñada, presentaba ojeras bajo los ojos, su vestimenta era desordenada y todas las persianas de su casa estaban cerradas, además del fuerte olor a alcohol que impregnaba el ambiente.
—Este lugar huele terrible —comentó, cubriéndose la nariz mientras se adentraba en el espacio.
—Si has venido a criticarme, aún puedes darte la vuelta —respondió él con una voz ronca y fatigada.
—Si crees que te dejaré en estas condiciones, estás muy equivocado —replicó ella, adoptando una postura firme mientras sus ojos recorrían el lugar, arrugando la nariz por el hedor.
》Te sugiero que te duches con agua fría de inmediato. Yo, por mi parte, me encargaré de pedir comida para que comas y coordinaré la llegada de alguien para limpiar este desorden. No aceptaré un "no" como respuesta, Michael — afirmó al notar que su hijo estaba a punto de protestar.
Al ver que su hijo, desanimado, se dirigía a su habitación, abrió las ventanas para permitir la entrada de aire fresco y poder respirar con más comodidad en el espacio. Había varios vasos de vidrio esparcidos sobre la mesa y restos de comida por toda la habitación.
No era su intención limpiar el lugar; jamás haría algo así, ya que consideraba que sus manos eran demasiado delicadas para ese tipo de trabajo y se veía a sí misma como una persona sofisticada. Con su teléfono en mano, realizó algunas llamadas para programar la visita de una empleada doméstica que pudiera encargarse de la limpieza en la casa de su hijo, ya que realmente lo necesitaba con urgencia.
Su hijo regresó después de aproximadamente media hora, tras haber realizado las tareas de limpieza y con un par de prendas limpias en mano.
— Te ves mucho mejor, hijo. He pedido tu sopa favorita y algunos aperitivos adicionales para que te sientas bien alimentado — dijo con una voz cálida y afectuosa, mientras acariciaba el brazo de Michael.
Siempre adoptaba ese enfoque, buscando crear un ambiente de confianza para que su hijo se sintiera cómodo al hablar con ella. Era una estrategia deliberada para alcanzar su objetivo.
— Entonces, cuéntame qué es lo que te preocupa. Sabes que siempre he estado aquí para ti, para facilitarte la vida y apoyarte en todo lo que necesites. ¿Lo sabes, verdad? — comentó con un tono suave y una mirada comprensiva y cariñosa.
— No creo que comprendas, madre. He destruido su confianza y, de alguna manera, lo merezco por no haber considerado más allá de mis propias necesidades.
— No entiendo, hijo mío. ¿Te refieres a una mujer? — expresó, confundida, pero más que eso, deseaba profundizar en el tema.
— He conocido a una mujer fuerte, incomparable y hermosa, pero he arruinado todo. He estado ciego, y esa ceguera me ha llevado a estropearlo todo.
El rostro de la señora Rose se distorsionó por un momento, llenándose de ira, pero rápidamente adoptó una expresión comprensiva y amable. Sabía que su hijo estaba cautivado por una de esas mujeres interesadas en el dinero.
— ¿Todo esto es por una mujer? Hijo, cuántas veces te he dicho que hay millones de mujeres en el mundo y que no deberías sufrir por una sola. Eres un hombre con una fortuna inmensa y tienes la capacidad de conseguir lo mejor de lo mejor a tu nivel. Dime, ¿quién es esta mujer?
— Madre, el estatus de las personas no es lo que importa; ya hemos hablado de esto. Esta es una de las razones por las que prefiero mantener mis relaciones en privado, porque tiendes a menospreciar a los demás.
Al darse cuenta de que su comentario había molestado a su hijo, decidió adoptar nuevamente un enfoque comprensivo.
Entiendo tu situación y no pretendo incomodarte. Simplemente me gustaría saber quién es esa persona y qué ha sucedido para que te encuentres en esta circunstancia. Siempre he estado aquí para escucharte y ofrecerte mi apoyo. Si lo deseas, comparte con tu madre todos los detalles, y estaré encantada de ofrecerte consejos para que puedas reconquistarla. Mi único deseo es que encuentres la felicidad. —dijo, esbozando una sonrisa que reflejaba empatía.