Día 31 de Diciembre
Mario Benedetti 》 “Tal vez ese era el problema, enamorarme de alguien qué solo me necesitaba para matar sus ratos de soledad”.
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Rayla se encontraba en el suelo, secándose las lágrimas, cuando recordó que había activado la grabadora de voz mientras servía las copas de vino. Siempre llevaba consigo ese dispositivo, ya que le resultaba útil para registrar información importante en su trabajo.
Con un esfuerzo, se levantó, aún con las piernas temblorosas, y se dirigió a los gabinetes de vino. Tomó la grabadora en una mano y, al comprobar que seguía grabando, sintió una oleada de alivio. Con manos temblorosas, presionó el botón de guardar, liberando así la tensión acumulada en su cuerpo.
Había sido lo suficientemente astuta al grabar aquella conversación. Aunque no tenía intención de usarla en contra de la señora Rose, sabía que podría ser una valiosa prueba en caso de que algo le sucediera a ella o a su hija.
En ese momento, el nombre de Charles cruzó su mente. No estaba segura de cuándo había comenzado su breve amistad, pero en los eventos a los que asistieron esa semana, se dieron cuenta de que compartían muchos intereses. Intercambiaron números de teléfono y, específicamente ese día, tenían programada una reunión con varias empresas en un restaurante durante la hora del almuerzo, donde disfrutaron de una conversación animada.
Al principio, no estaba completamente segura de sus intenciones, pero se sintió cómoda al aceptar su amistad. Hasta ese momento, él no había intentado interceder por su amigo ni había mencionado su nombre en sus conversaciones, lo cual ella valoró. Sin embargo, mantenía la guardia alta, con los ojos y oídos atentos.
De repente, sonó una notificación en su celular. Se apresuró a mirarlo y leyó un breve mensaje: "Estoy aquí si me necesitas". Era Charles nuevamente. Aunque no respondió, una cálida sonrisa se dibujó en sus labios.
Con el teléfono en mano, decidió hacer una videollamada a su hija. En la pantalla apareció el rostro delgado de su hija, que sonreía ampliamente, mostrando sus dientes y su nariz respingada.
"Pensé que no me llamarías hoy", comentó Violet, haciendo un puchero mientras parte de su cabello negro ondulado cubría su rostro.
"Jamás dejaría pasar un día sin hablar contigo. Sabes que eso es cierto. Ahora, cuéntame sobre tu día", respondió Rayla, sintiendo cómo su corazón se apretaba al observar a su hija desde la distancia.
Violet comenzó a hablar sin parar sobre su día y todo lo que había sucedido en la preparatoria, mientras Rayla la escuchaba atentamente, disfrutando de su entusiasmo y de la apertura con la que compartía sus experiencias.
"Te extraño un montón, no sabes cuánto desearía abrazarte, mami", dijo Violet con tristeza, lo que hizo que los ojos de Rayla se llenaran de lágrimas y su corazón se apretara aún más.
- Entiendo que no es fácil para mí tampoco, pero las vacaciones de fin de año están a la vuelta de la esquina y podremos disfrutar de tres meses juntos. Sé que la distancia es difícil, pero debemos mantenernos fuertes – dijo, esforzándose por no mostrar su emoción frente a su hija.
- Eso falta aún dos meses, y se siente tan lejos. No puedes imaginar lo triste que es verte solo a través de una pantalla, sin poder abrazarte ni disfrutar de tus deliciosas comidas. ¿Por qué no vienes, aunque sea por un fin de semana? – respondió, mientras las lágrimas comenzaban a brotar y trataba de limpiarse la nariz.
Ese momento fue el punto de quiebre; ambas se encontraron llorando. Dejarla ir sola había sido la decisión más difícil de su vida, pero su hija tenía una pasión por la medicina y Brasil era uno de los mejores países para ello. Además, la distancia, aunque dolorosa, era lo mejor para su futuro.
"Prometo hacer todo lo posible para visitarte, pero no puedo hacer ninguna garantía," dijo antes de terminar la llamada.
Su hija le había dado una buena idea; quizás este viaje ayudaría a garantizar la seguridad de su hija, ya que tenía poca confianza en la madre de Michael. Además, alejarse le proporcionaría la claridad que necesitaba para planear su futuro.
Su expresión era de tristeza mientras su mirada se detenía en el vidrio roto, pero sus pensamientos estaban lejos del presente. Incierta sobre lo que deparaba el futuro, estaba decidida a trabajar duro y ahorrar cada centavo. Si alguien intentaba llevarse a su hija, estaba preparada para desaparecer sin dejar rastro.
Considerar mudarse a otro país podría ser la mejor decisión para evitar cualquier contacto con Michael y asegurar que él no se entere de la existencia de su hija. Sin embargo, le ha costado mucho llegar a la posición en la que se encuentra actualmente. Aun así, nada es más valioso que su hija. Tal vez un traslado o una carta de recomendación le serían útiles para iniciar una nueva etapa en otro banco en una ciudad diferente.
Sí, esto implicaría comenzar de nuevo, lo cual puede resultar tedioso, pero si eso significa mantenerse alejada de la familia Rose, está dispuesta a hacerlo.