Albert Camus 》”Me acuso a veces de ser incapaz de amar. Tal vez sea cierto, pero he sido capaz de elegir algunos seres y de reservarles fielmente lo mejor de mí, hagan lo que hagan.”
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Siguiendo la sugerencia de su madre, él llegó a su residencia para revisar la información proporcionada por el detective. Su madre le entregó el documento mientras se sentaba a su lado.
—Vamos, adelante, ábrelo —dijo, animándolo a hacerlo, ya que él se había quedado pensativo, sosteniendo el documento y debatiéndose entre abrirlo o no, consciente de que contenía todo lo que necesitaba saber sobre su hija.
Respirando hondo, finalmente tomó la decisión de abrir el documento, encontrándose con una fotografía de la niña. —¡Vaya! —exclamó en un susurro mientras contemplaba la imagen.
—Es idéntica a ti, hijo— comentó la señora Rose, acariciando la espalda de su hijo en un gesto de consuelo. —Es una niña hermosa, ¡vaya sorpresa!
—Realmente no necesito una prueba de paternidad; ella es una copia de nosotros, madre. Debo decir que Rayla debió haberme odiado bastante durante el embarazo para que la niña se parezca tanto a mí— respondió él con un tono humorístico.
—O quizás nuestros genes son más fuertes, hijo. Mírate a ti, eres idéntico a mí, bueno, el único de mis tres hijos— dijo ella con orgullo.
Michael movió la cabeza mientras leía el documento. —Violet— susurró, sumido en sus pensamientos. Se le vino a la mente que nunca tuvo la oportunidad de elegir el nombre que le habría gustado ponerle a la niña el día que nació.
La verdad es que no estuvo presente en ninguno de esos momentos de Violet, y eso lo hizo sentir un poco triste. También le dio un toque de remordimiento al recordar que estuvo ahí para su otro hijo, aunque este nunca llegó a nacer.
—La niña vive en Brasil— comentó la señora Rose, con una expresión de sorpresa que sacó a Michael de su ensimismamiento.
—Mmm... — comentó mientras leía la parte en la que su madre mencionaba. —¿Por qué Rayla enviaría a su hija a otro país? ¿Lo haría para ocultar la existencia de la niña o simplemente por un capricho? ¿Qué tipo de madre es esta mujer? — dijo, frunciendo el ceño.
—Una madre que solo se preocupa por llevar una vida descontrolada con diferentes hombres. ¿De verdad crees que una mujer que ama a sus hijos enviaría a su pequeña tan lejos a una edad tan temprana? Es imposible. Ella solo busca vivir sin responsabilidades. Una madre decente nunca haría algo así, créeme, te lo digo por experiencia— comentó, con la intención de influir en los pensamientos de Michael.
— Tienes razón, madre. No veo la justificación para enviar a una niña de doce años a estudiar su preparatoria en otro país sin la supervisión de un adulto. Pueden ocurrir muchas cosas mientras ella esté lejos, y en caso de un accidente, no tendría a quién recurrir, ya que su madre, que ha demostrado ser irresponsable, estaría a una gran distancia — expresó, sintiéndose cada vez más frustrado.
— Entiendo tu preocupación. Sin embargo, si analizamos la situación detenidamente, esto podría brindarnos la oportunidad de solicitar la custodia definitiva de Rayla. Ella claramente no está en condiciones de cuidar a la niña. Aquí en nuestro país hay numerosas escuelas reconocidas donde la niña puede completar sus estudios. Nosotros como su familia nos comprometemos a proporcionarle todo lo que necesite para su bienestar y desarrollo — respondió.
— Es cierto, madre. Además, necesitamos traer a la niña con nosotros lo más pronto posible. Me gustaría viajar a Brasil para conocerla e interactuar con ella — comentó Michael mientras finalizaba el documento, confiando en que establecer un vínculo personal sería clave para ganar su confianza.
— ¿Estás seguro de esto, hijo? No creo que sea la mejor idea, ya que no sabemos cómo reaccionará al enterarse de tu existencia. Si esa mujer le ha hablado de ti, no podemos prever qué ideas negativas podría haberle transmitido.
— Por eso, madre, necesito averiguar qué le ha dicho Rayla sobre mí. Es probable que ni siquiera sepa que existo. Podemos utilizar esto a nuestro favor; tal vez logre que le agrade mi compañía y que no me rechace cuando se decida sobre la custodia. ¿No crees?
—No diré que es una mala idea, pero tampoco es la mejor. Sin embargo, unas vacaciones en Brasil siempre son bienvenidas. Yo te acompañaré y lograremos que ella se sienta parte de esta familia. Además, podemos aprovechar esta oportunidad para reunir pruebas en contra de Rayla y utilizarlas a nuestro favor. Estoy convencida de que, con o sin pruebas, obtendremos la custodia.
—Me encantaría ver la reacción de Rayla al enterarse de que sé que la niña es mi hija. Imagino que intentará huir del país y esconder a la niña nuevamente. Quiero que empecemos con eso, madre. Haz que el abogado le envíe una advertencia para que no pueda salir del país hasta que se resuelva el proceso de custodia. De esta manera, ella no podrá ver a la niña, lo que nos dará la ventaja perfecta para ganarnos su confianza.
—No permitas que la ira nuble tu juicio. Recuerda que la niña puede ser un factor decisivo en esta situación. Si atacas demasiado a su madre, podrías generar un resentimiento que se vuelva en tu contra. Es fundamental que actúes con estrategia para ganarte la confianza de la niña. La idea de restringir la salida de Rayla del país tiene mérito, ya que existe el riesgo de que decida huir. Me encargaré de gestionar este asunto y comenzaremos a trabajar en el caso de inmediato.