Mario Benedetti 》 “Si todo lo que ofreciste no alcanzó, ofrece tu ausencia”
.
La señora Rose y Michael habían estado planificando meticulosamente durante varias semanas. Su estrategia incluía un viaje a Brasil para reunirse con Violet, pero debían ser cautelosos al acercarse a la niña. Michael tenía la intención de ganarse su confianza, ya que consideraba que, al lograrlo, podría influir en ella y, potencialmente, ponerla en contra de su propia madre.
Durante este tiempo, Michael decidió informar a sus familiares más cercanos sobre la existencia de su hija. Muchos de ellos expresaron dudas sobre la legitimidad de la situación, mientras que otros lo felicitaron y criticaron a Rayla por haberle ocultado algo tan importante. El padre de Michael se encontraba entre los que condenaban a Rayla, ya que había mantenido en secreto la verdad durante tantos años, alimentando la historia falsa que tanto él como su madre habían creado para mantener las apariencias.
El señor Rose habia estado por un largo tiempo molesto con su hijo por la decisión de no tener hijos, pero la aparición de esta niña le daba felicidad pues todos sus hijos le habian dado nietos y le hacía entender que su hijo siempre estuvo destinado a tener hijos, aunque se dejo cegar por el dolor.
Deseando conocer a su nieta decidió ir al viaje junto a su esposa e hijo, pues queria tener el privilegio de hablar con ella en primera instancia, pues era consciente de que Violet es la primera nieta de la familia Rose.
El detective le había informado cuales eran los lugares y horas en los que Violet iba frecuentaba con sus amistades de la preparatoria en sus horas libres. Ellos se dirigieron a una cafetería cercana a la preparatoria de Violet, segun el informe ella frecuentemente iba a ese lugar.
Violet estaba sentada en una mesa, de espaldas a la puerta, acompañada por tres de sus mejores amigas. Una de ellas, al ver entrar a Michael con sus padres, quedó sorprendida y abrió la boca en señal de asombro.
—Llámame loca, Violet, pero tanto esa señora como ese hombre se parecen mucho a ti. ¡Eres idéntica a ellos! Míralos. Nunca nos dijiste que tus parientes vendrían a buscarte —comentó, señalándolos con incredulidad.
—No señales, eso es de mala educación —respondió Violet, reprimiendo a su amiga mientras le tomaba la mano. Luego miró en la dirección que ella indicaba y puso los ojos en blanco—. No veo en qué nos parecemos y, no, ellos no son mis parientes —dijo, restándole importancia al asunto.
—Es cierto, Violet, tu te pareces mucho a la señora, puedo decir que asi te veras cuando seas mayor, pero tengo que decir que ella tiene una apariencia prepotente y su vestimenta es elegante. Por qué vendrían a un lugar baja clase como este? — dijo una de sus otras amigas
—Quizás Violet si es secretamente familiares de ellos pero ella no lo sabe, porque ellos estan caminando hacia nosotros y nos estan mirando — comento laltercera amiga de Violet
—Callense, que ellos estan cerca de nosotros y pueden oir lo que estamos hablando. No miren hacia ellos, no sean imprudentes— les reprocho Violet
Tanto Michael como sus padres habían notado que las chicas habian estado hablando en portugués, señalandolos y mirando hacia ellos, Violet solo habia volteado una sola vez y se había mostrado mas calmada que las otras chicas y sus expresiones no demostraban nada hacia ellos. Ellos habían decidio acercarse hacia la mesa de ellos en busca de presentarse ante Violet.
— No mires ahora, Violet, pero realmente se están acercando hacia aquí.
La expresión de Violet pasó de relajada a tensa e incómoda, mientras sus pensamientos se volvían confusos. Su madre siempre le había enseñado a no confiar en nadie, especialmente en aquellos que se acercaban sin previo aviso. Si sus amigas tenían razón y esas personas estaban allí por ella, ¿qué querían? ¿Quiénes eran? En ese país, ella no tenía familiares; solo contaba con las amistades que había hecho en la preparatoria.
— Disculpen la interrupción, jóvenes -dijo la señora Rose en español, dirigiéndose a ellas— Espero que mi presencia no les resulte inoportuna ni incómoda, pero hemos venido a saludar a Violet —comentó con una expresión amable y una voz suave. Habían decidido que ella, como mujer, sería la primera en hablar para no intimidar a Violet.
Las amigas de Violet parecían confundidas, ya que solo hablaban portugués. La única que entendía todo era Violet, pero no se había vuelto a mirarlos ni una sola vez. No confiaba en nadie, especialmente en tres extraños que habían aparecido de repente. Además, su madre no le había informado sobre estas personas, así que sintió que lo mejor era no interactuar con ellos.
La señora Rose se quedó esperando una respuesta, pero el grupo permaneció en silencio. Una expresión de desagrado cruzó su rostro, pero rápidamente la reemplazó con una amplia sonrisa.
El señor Rose, que tenía algo de conocimiento de portugués por sus viajes en su juventud, decidió tomar la iniciativa de hablar.
—Como mencionó mi esposa anteriormente, nos disculpamos por interrumpir su conversación, pero hemos venido a conocer a nuestra nieta, Violet.
Esta declaración captó inmediatamente la atención de todos, incluida Violet, quien miró al Sr. Rose con una expresión de desconfianza. Ella intentaba comprender si lo que había dicho era cierto, ya que no tenía abuelos; los padres de su madre habían fallecido antes de que ella naciera, y solo conocía de ellos a través de fotografías. Además, su bisabuela también había fallecido, y su tiempo juntas fue breve.
—¿Abuelos? Yo no tengo abuelos —respondió de manera tajante, con una expresión de desagrado.
—¿Podrías acompañarnos para que podamos explicarte mejor? —sugirió el Sr. Rose, notando la actitud negativa de Violet.
—No, no me siento cómoda yendo a ningún lugar con personas que no conozco. Creo que lo mejor es que me retire, ya que no tengo intención de acompañarlos— respondió Violet.