Cinco días habían transcurrido rápidamente para Charles, quien había estado bajo una considerable presión debido al proceso de establecer su propia empresa. Después de una búsqueda exhaustiva, finalmente encontró el lugar ideal para iniciar su proyecto. Aunque no era tan lujoso como el de los Rose, resultaba ser la opción más adecuada tanto en términos económicos como en comodidad para sus planes iniciales.
Además, contaba con una fábrica justo detrás del edificio, lo que le permitiría supervisar todo el proceso de producción y mantenerse involucrado en cada aspecto del negocio. Charles creía firmemente que para que una empresa sea exitosa, es fundamental prestar atención a cada detalle y fomentar un trabajo en equipo entre todos los empleados, sin importar su posición. Para él, la clave del éxito radicaba en la calidad del trabajo y del producto final.
A pesar de que tanto él como Rayla no habían presentado públicamente su renuncia a sus puestos de trabajo, Rayla había preferido mantenerlo en privado y Charles había accedido a su solicitud. Él no podía abandonar la empresa sin antes asegurarse de que Michael regresara de su viaje. Sin embargo, el día finalmente había llegado: Michael volvería a la oficina al día siguiente. Charles ya tenía lista su carta de despedida, la cual había dejado con la secretaria para que se la entregara a Michael. No tenía intención de tener un último encuentro con su antiguo amigo.
La única reunión que no podía eludir era la que tendría con su padre. Charles necesitaba informarle personalmente sobre sus planes, sin importar la reacción que pudiera tener. Su intención era comunicarle que había renunciado a su puesto y que no había marcha atrás en su decisión.
Charles llegó a la residencia de su padre sin una invitación previa, simplemente atravesó las grandes rejas que bloqueaban su entrada. Al estacionar su automóvil, entró con la confianza de un propietario, saludando a varios de los empleados que se encontraba en su camino. Uno de ellos le indicó la ubicación de su padre, quien se encontraba en el jacuzzi rodeado de varias mujeres.
El rostro de Charles reflejó su desagrado al observar el comportamiento tan inapropiado de su padre. Al notar la presencia de su hijo, su padre se levantó del jacuzzi, completamente desnudo, sin mostrar ningún tipo de vergüenza, y se envolvió en una toalla alrededor de la cintura. Dylan Walter, el padre de Charles, era un hombre de apariencia imponente, con rizos rubios que brillaban como rayos de sol y un físico bien tonificado, resultado de su dedicación a la actividad física. Sin embargo, a pesar de su atractivo visual, su actitud era altanera y su carácter, áspero; pocos se atrevían a acercarse a él y salir con una impresión positiva.
—¿A qué se debe la visita de mi hijo ingrato? —comentó Dylan, acomodándose en uno de los asientos de su minibard.
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—Si hubiera sabido que me encontraría con esta escena, habría llamado —respondió Charles, visiblemente frustrado.
—No vengas a hacerte el santo, y mucho menos el virgen de Guadalupe; no es como si llevaras una vida diferente a la mía.
— La verdad, no me importa con quién te estés acostando. No vine a hablar de mi vida privada contigo, y tampoco estoy aquí para reclamarte nada. Solo quería decirte que he decidido renunciar a la empresa Rose.
— ¿De qué hablas? ¿Vas a renunciar de la nada? ¿Esto es por la pelea tonta que tuvimos el otro día, o es que la chica con la que estás saliendo te ha metido eso en la cabeza? — El rostro de Dylan Walter se llenó de frustración y enojo hacia su hijo.
Le prohíbo que se refiera a mi mujer de manera irrespetuosa. Su nombre es Rayla y, para responder a su pregunta, no, ella no me ha influenciado en mis decisiones. Siempre he sido consciente de que merezco más que un puesto en una empresa que no nos pertenece en su totalidad. Aunque no necesito el puesto en sí, he decidido desempeñarme en ese rol. Además, como un hombre que tiene claridad sobre sus objetivos futuros, he optado por establecer mi propia empresa. Usted sabe mejor que nadie de lo que soy capaz en este ámbito.
El señor Walter era plenamente consciente de que su hijo tenía la capacidad de alcanzar sus metas sin la necesidad de solicitar ayuda de terceros. Él también comprendía cuán obstinado era su hijo, una característica que claramente heredó de su madre. A diferencia de él, quien, a pesar de haber nacido en una familia multimillonaria, nunca se dedicó a trabajar en un sentido convencional. Sin embargo, es indudable que era un hombre inteligente, ya que invertía en diversas empresas, obteniendo siempre un porcentaje de retorno sobre sus inversiones.
Esto le permite disfrutar de su vida a su manera. Mientras otros se esfuerzan por mantener sus negocios en la cima del éxito, él simplemente espera en casa, recibiendo sus ganancias sin necesidad de mover un dedo.
—No he rechazado tu idea, pero ¿no crees que iniciar una empresa desde cero implica mucho trabajo? Además, si todo esto surge por el conflicto entre tú y Michael, estoy seguro de que se resolverá pronto. Debes recordar que las amistades no se deben sacrificar por relaciones. Siempre has mencionado que no te he apoyado en la idea de trabajar arduamente, pero tienes más que suficiente capital para invertir, como lo he hecho yo, y así evitar la necesidad de estar en una oficina.
—No es lo que busco; disfruto de mi trabajo y de todo lo que implica. Es gratificante ver cómo el esfuerzo que inviertes en un proyecto da sus frutos. Sin embargo, es difícil que lo entiendas si obtienes ingresos a través de otros sin conocer la satisfacción que proviene de haber trabajado arduamente para alcanzar grandes resultados. Pero, en realidad, no es mi problema. La única razón por la que estoy aquí es para advertirte que no intentes detenerme ni convencerme de regresar cuando el señor Rose se dé cuenta de que he renunciado a mi puesto. No deseo que nadie se entrometa en mi vida personal, absolutamente nadie.
Editado: 23.05.2025