A diferencia de Charles, quien renunció a su trabajo sin inconvenientes, Rayla ha enfrentado diversas complicaciones. Ella presentó su carta de renuncia a la secretaria de Recursos Humanos, pero esta fue enviada directamente a la oficina del CEO. Con una actitud poco amigable, él rechazó su renuncia de manera categórica.
—No puedo aceptar tu renuncia, ya que no me has notificado con la antelación requerida. Las políticas de esta empresa establecen que la renuncia formal debe hacerse con al menos dos semanas de anticipación, lo que nos permite buscar un reemplazo y, por supuesto, que tengas una semana para capacitar a esa persona. Sin embargo, para mostrarte que no somos tan inflexibles, puedes optar por pagar una multa de cien millones para que podamos proceder con tu salida.
- Hah - soltó una risa vacía al escuchar la desfachatez de aquel hombre. - Señor Kann, con el mayor respeto y aprecio por la oportunidad que me brindó en su negocio y por los años de dedicación a su empresa, hoy le presento mi renuncia formal con el debido preaviso. Por lo tanto, independientemente de si tiene un reemplazo o no, al finalizar los catorce días, no continuaré trabajando aquí.
Sin decir una palabra más, se retiró del lugar, visiblemente molesta por la hipocresía de aquel hombre. Lo detestaba hasta el punto de no querer verlo, pero solo serían dos semanas más, no más.
Al llegar a su oficina, Rayla marcó el número de Charles.
— ¿Cómo te fue? — preguntó Charles de inmediato, ya que estaba al tanto de que ella renunciaría ese día.
— Tengo una mala y una buena noticia. La buena es que mi renuncia es formal, y la mala es que tendré que esperar dos semanas para finalizar mi trabajo.
— ¿Por qué esperar dos semanas? Si ya has presentado tu renuncia y no deseas recibir ninguna compensación por tus años de servicio, no deberías permanecer ni un minuto más en esa empresa. Deberías estar organizando tus pertenencias en este momento.
— Según las políticas de la empresa, debo notificar mi renuncia con dos semanas de anticipación; de lo contrario, tendría que pagar una suma considerable para no continuar trabajando.
— Esa es una política completamente irracional. Voy a dirigirme allí de inmediato para hablar con el gerente o con la persona correspondiente. Si es necesario, puedes tomar acciones legales, pero no permitiré que te sigan complicando la vida. Están dificultando tu situación, y si prefieres no ir por la vía legal, estoy dispuesto a cubrir ese costo para que puedas dejar de trabajar allí de inmediato.
— No, escúchame, en este momento lo más prudente es evitar cualquier controversia con otras empresas. Estoy dispuesta a quedarme aquí durante dos semanas, y después de eso, dedicaré toda mi energía y tiempo a tus proyectos. Sin embargo, lo más inteligente es mantener un perfil bajo; no todos tienen nuestras mejores intenciones. Confía en mí, sé lo que estoy haciendo. Además, no planeo estresarme por ellos; abordaré mi trabajo con calma, ya que no merecen que me afecten.
— Entiendo tu punto y no me gusta que permitas que quienes te complican la vida se salgan con la suya. Confío en tu juicio y sé que tienes razón. Te prometo que, cuando tenga la oportunidad, haré que quien te hizo daño enfrente las consecuencias de sus acciones. Toma mis palabras como un compromiso firme.
—Gracias, cambiando de tema, ¿nos veremos hoy en mi casa? O mejor aún, ¿te gustaría pasar la noche conmigo?
— No estoy seguro, tengo mucho trabajo hoy y no creo que me acueste tan temprano. No quiero incomodarte si me quedo en la computadora hasta tarde.
— ¿Qué te parece si te ayudo con tu trabajo? Hoy tengo la noche libre y puedo ir a tu casa, si te parece bien — Rayla hizo la propuesta, sintiendo su corazón latir con fuerza y las manos un poco sudorosas, ya que él nunca la había invitado a su casa; siempre pasaba las noches en la de ella.
— Mmm... No es una mala idea, pero creo que sería mejor si voy a tu casa. Así podrás descansar mejor. ¿Qué opinas?
— Sí, claro, no hay problema — respondió mientras Rayla se mordía ligeramente los labios, sintiéndose un poco decepcionado por su respuesta.
— Perfecto, yo me encargaré de pedir comida china más tarde para que no tengas que cocinar. Así podrás descansar esta noche. Te mando un beso, hablamos más tarde.
— Está bien — respondió al colgar, soltando un suspiro. Se sentía un poco tonta.
.
.
Esa misma noche, mientras Rayla asistía a Charles con los asuntos de la empresa, su teléfono sonó. Era Violet llamando.
— ¡Violet! ¿Cómo has estado hoy? - dijo Rayla al contestar, levantándose del sofá para no interrumpir a Charles.
— Puedes quedarte sentada, no te preocupes. Así aprovecho para tomar al menos diez minutos de descanso mientras llega el pedido del restaurante chino —comentó Charles
— Cierto, gracias, cariño — respondió mientras tomaba nuevamente su lugar a su lado.
— ¿Cariño? — preguntó Violet, frunciendo el ceño —Se supone que tú y Charles eran solo amigos, o al menos eso me dijiste cuando me lo presentaste — comentó con desdén.
— Oh, sí, debí mencionarlo antes, se me había pasado. Charles y yo estamos en una relación formal — expresó con una sonrisa que se desvaneció rápidamente ante la respuesta de su hija.
— Increíble, entonces mi padre tenía razón. Estabas en una relación con Charles y engañaste a todos haciéndoles creer que solo eran amigos. ¿Crees que mi padre no me contó cómo su mejor amigo traicionó su confianza por estar contigo? Es una vergüenza tener una madre que no respeta las amistades de un hombre que una vez estuvo a tu lado. Si no me equivoco, de ahí salí yo, y ahora te involucras con uno de sus amigos. ¿Es esto una venganza o algo así? ¡Qué falta de valores, Dios!
—Esto es inaceptable— expresó Charles, visiblemente molesto por el tono y las palabras hirientes de Violet.
La situación dejó a Rayla aún más avergonzada y frustrada, ya que era sumamente incómodo que alguien más presenciara la falta de respeto de su hija, lo que la hacía sentir como si no hubiera cumplido con su deber de educarla adecuadamente.