En Busca De Lo Perdido

Deseo incontrolable

Finalmente, Rayla había completado las dos semanas necesarias para dejar su puesto en la empresa Kann. Este momento representaba un gran alivio para ella, ya que había soportado numerosos maltratos psicológicos en los últimos meses. Se aseguró de entregar su trabajo de manera adecuada a la persona que la reemplazaría, quien ya contaba con los conocimientos necesarios para asumir el cargo. Al finalizar su jornada, sin hacer despedidas, salió del lugar con pasos firmes.

Al tomar una bocanada de aire, sonrió, sintiendo que el peso agobiante que llevaba sobre sus hombros se había disipado. Sin embargo, era consciente de que ahora tendría que esforzarse para contribuir al crecimiento de la empresa de Charles. Aunque sería un desafío, estaba segura de que las condiciones laborales serían mucho más favorables.

Rayla se dirigió en su automóvil hacia la empresa de Charles, quien le había solicitado que se presentara formalmente ante el equipo. Aunque aún no estaba trabajando directamente con el público, Charles había decidido mantener su llegada en secreto para evitar cualquier posible sabotaje, ya que los productos aún no estaban listos para el mercado.

A pesar de que Charles le había sugerido visitar la empresa mientras continuaba su compromiso con los Kann, Rayla optó por esperar hasta completar sus dos semanas de trabajo, por lo que esta sería su primera visita al lugar.

Charles había decidido acompañarla personalmente y ofrecerle un recorrido por las instalaciones. Al llegar, él ya la esperaba en la entrada.

—Te ves radiante hoy —comentó con una sonrisa, mientras le daba un ligero toque en la espalda baja y acariciaba su mejilla.

—Me viste esta mañana cuando me estaba vistiendo y sigo con la misma ropa. No tuve tiempo de ir a casa a cambiarme, y aún así dices que estoy radiante. ¡Qué mentiroso eres! —dijo, sonrojándose por lo atrevido que se mostraba Charles en público.

—Siempre estás radiante para mí, no lo olvides —comentó mientras le mordía el lóbulo de la oreja.

—¡Deja eso! Estamos en tu empresa. ¿Qué va a pasar con mi reputación si me ven así? Van a pensar que estoy contigo solo para conseguir este puesto, aunque, bueno, técnicamente sí estamos juntos. ¡Debemos ser profesionales! —susurró.

—Shhh— dijo, poniendo un dedo en sus labios. —Cálmate, deja de pensar tonterías. Tienes este puesto porque eres súper capaz, no porque estemos saliendo. No tiene nada que ver, solo eres mi novia. Ahora ven, te voy a mostrar el lugar y luego pasaremos a la reunión rápida— terminó mientras entrelazaba su mano con la de ella.

Charles se comportaba como un niño emocionado, queriendo mostrarle a todos lo que era suyo, en este caso, Rayla. Dejó claro que no tenía intención de ocultarla en su trabajo.

Cuando llegaron a la sala de conferencias, había varias personas reunidas alrededor de una mesa grande.

—Agradezco su paciencia al esperarme aquí; espero no haberme demorado en exceso. Como ya les mencioné, a partir de mañana, la Directora Financiera, Rayla Haper, se unirá a nuestro equipo. No solo es la CFO de esta empresa, sino que también es mi pareja y futura esposa, por lo que solicito que le brinden el respeto que merece y la traten en consecuencia.

Rayla se encontraba visiblemente sonrojada por la vergüenza. A pesar de sus intentos por liberarse de su agarre, él no se lo permitió. Todo esto lo expresó mientras sus manos permanecían entrelazadas, y Rayla no sabía dónde esconder su rostro, ya que se sentía incómoda. Su deseo era obtener su puesto basándose en sus conocimientos, pero la situación se complicó debido a las acciones de Charles. Ante esto, Rayla no tuvo más opción que presentarse con sus propias palabras ante todos los presentes.

Al finalizar la reunión, Rayla siguió a Charles hasta su oficina. Una vez a solas, decidió abordar su incomodidad.

— Ahora todos los que laboran aquí pensarán que mi presencia se debe únicamente a mi relación contigo. Observaste las miradas de algunos desde que ingresamos; me miraban de tal manera que parecía que mi sola presencia les incomodaba, y otros me observaban con incredulidad, como si no tuviera conocimiento sobre mi puesto.

— No te preocupes, no es como si eso fuera cierto. Eres una profesional altamente capacitada y podrás demostrar tu valía a aquellos que hayan dudado de ti. No te angusties por trivialidades, ¿de acuerdo? Ahora, por favor, siéntate aquí, ya que me gustaría comentarte acerca de un asunto importante.

Rindiéndose ante la situación, se sentó en la silla del escritorio de Charles.

— Quiero que, legalmente, poseas un porcentaje de los ingresos de mi empresa. Deseo que seas mi socia de negocios, no solo de palabra, sino que quiero que quede formalmente establecido. Recibirás ingresos en calidad de socia, y no tendrás que preocuparte por que nadie te dificulte la vida laboral, ya que también serás propietaria de esta empresa. ¿Qué opinas?

—¿Qué dices, Charles? Ni siquiera estamos casados y no tenemos hijos juntos. ¿Y si mañana nos separamos? No me parece justo. Tú fuiste el que puso todo el dinero para que esta empresa funcionara, yo no he hecho nada.

—Has hecho más de lo que piensas. Si no te hubiera conocido, nunca habría dejado mi trabajo y me habría lanzado a crear mi propia empresa. Lo hice porque te veo como mi familia. Quiero tener hijos contigo, y para que tengamos una familia cómoda, necesitamos que esta empresa funcione. Dime, ¿de verdad crees que esto que tenemos se va a acabar algún día? Porque yo no puedo imaginar un futuro sin ti. Esto es real, Rayla.

Rayla sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Ese hombre frente a ella le estaba dando todo, aunque ella sentía que no merecía nada. Sus palabras le apretaban el corazón, llenándola de tristeza y sentimientos encontrados.

—No llores, lo único que quiero ver en tu cara es felicidad. No quiero ver lágrimas, mi amor— dijo mientras acariciaba sus mejillas y luego la besó de manera dulce y lenta.




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