En Busca De Lo Perdido

Bella flor

—Quisiera ofrecerte mis más sinceras disculpas por lo ocurrido esta tarde en la reunión —manifestó Charles mientras abría la puerta del automóvil para Rayla.

—¿Por qué deberías disculparte conmigo? —respondió ella con sorpresa—. Según mi percepción, no has hecho nada incorrecto; no tienes motivo para disculparte.

—Considero que sí te debo una disculpa por la forma en que la señorita Lucy te ha ofendido. Siento que soy el responsable —exhaló un suspiro mientras se acomodaba en su asiento— de haberte colocado en esa situación tan incómoda.

—No es necesario que asumas la responsabilidad de las acciones de adultos solo por ser el propietario de la empresa o por ser mi pareja. Ella es quien debería disculparse, no tú.

—Permítame explicarte las razones por las cuales considero que debo disculparme con usted; se debe a que no he sido completamente transparente respecto a mi relación con Lucy.

Al escuchar esto, Rayla frunció el ceño y preguntó: —¿Relación? ¿A qué se refiere con relación?

—No me refiero a una relación de intimidad, al menos no en este momento. Permítame reorganizar mis pensamientos— dijo, procupado por no expresarse adecuadamente —Para ser más claro, en el pasado mantuve una relación que iba más allá de la amistad con Lucy, pero eso ocurrió hace varios años, como bien sabes— dijo, carraspeando y sintiéndose sumamente incómodo ante la expresión de Rayla.

》Sin embargo, todo eso concluyó de manera satisfactoria entre ambos; cada uno tomó caminos separados y continuó con sus vidas como si aquello nunca hubiera sucedido.

—Pero sucedió— interrumpió Rayla, mostrando un leve descontento.

—Exactamente, ocurrió, pero no anticipé que al contratarla en mi empresa y presentarte como mi pareja íntima, ella reaccionaría de esa manera, intentando desacreditarte ante los demás. Por ello, te ofrezco mis más sinceras disculpas. Quizás, si te hubiera informado desde el principio o si hubiera considerado la posibilidad de que algo así sucediera, nunca la habría contratado. Por esta razón, hoy te dejo la decisión de despedirla si así lo consideras necesario; no deseo que nadie te menosprecie o te haga pasar un mal momento debido a mi error.

Rayla suspiró, sintiendo que su cabeza podría dolerle. —Escucha, el pasado es algo que no puede deshacerse, sin importar cuánto lo deseemos. No la despediré, ya que, al final, ella realiza un buen trabajo y su contribución es valiosa para la empresa. Sin embargo, te pido que me informes con anticipación sobre estas situaciones; no quiero experimentar momentos incómodos en el entorno laboral. Aunque sospechaba que algo relacionado estaba ocurriendo, debo aclarar que no hice nada que justificara su reacción.

—Soy consciente de ello y me siento profundamente apenado por la situación —dijo, depositando suavemente su mano sobre el dorso de la de ella.

—No te preocupes —respondió ella, esbozando una sonrisa— Todo ha quedado en el pasado.

—Por eso te amo, por tu comprensión hacia mí. Por ello, hoy deseo hacer algo especial contigo. ¿Aceptarías una velada esta noche?

—No podría rechazar la oportunidad de disfrutar de una velada romántica con el amor de mi vida —respondió, sonrojándose mientras sus miradas se entrelazaban por un instante.

Charles la dejó en su residencia, indicándole que regresaría en aproximadamente tres horas para llevarla a la velada y que se pusiera un vestido floral.

Charles había regresado a la residencia de Rayla, vistiendo un elegante traje blanco y sosteniendo un ramo de flores en una de sus manos. Al verlo, todo vestido con distinción y aguardando su llegada, el corazón de Rayla comenzó a latir con fuerza, sus manos se humedecieron y experimentó una extraña sensación en su estómago.

—Te ves aún más radiante de lo que imaginé con ese vestido color miel adornado con detalles florales. Me fascina; cada vez me siento más cautivado por tu belleza, tanto interior como exterior— comentó Charles, entregándole el ramo de flores mientras acariciaba suavemente la mejilla de Rayla. Sus ojos brillaban como estrellas en una noche oscura, y no pudo evitar sentirse inmensamente feliz por haber decidido quedarse y luchar por el amor de Rayla.

Ante esta declaración, Rayla unió sus labios a los de él, disfrutando de un beso dulce pero apasionado. —Si no fuera por la curiosidad de saber qué has preparado para hoy, te habría solicitado que me acompañaras esta noche— comentó Rayla, guiñándole un ojo.

— Esa debió ser mi línea, Rayla — comentó de manera juguetona mientras entrelazaba sus manos, provocando risas entre ambos por el comentario.

Al llegar al parque de la playa, Charles dijo:

— Tenía la intención de vendarte los ojos, pero no creo que sea necesario. Simplemente cierra los ojos y no mires. Confío en ti, así como tú confías en mí al permitirme ser tu guía, ¿de acuerdo?

— Prometo no mirar, confío plenamente en ti — respondió ella.

Charles colocó una de sus manos en la parte baja de la espalda de Rayla y la otra en su mano para guiarla hacia el lugar designado.

— No abras los ojos todavía, estamos casi allí, solo un poco más, mi bella flor.

— Puedes abrirlos.

—¡Vaya, esto es simplemente hermoso! —exclamó, cubriéndose la boca con las manos. La vista ante ella era magnífica; los detalles de la sencilla pero meticulosa decoración habían dejado a Rayla sin aliento. Ante ella se extendía una alfombra roja, adornada con cojines en cada extremo, mientras que lámparas estratégicamente ubicadas aportaban un toque de intimidad. En el centro, se podía apreciar una cesta y un ramo aún más grande que el que él le había entregado anteriormente.

—¿Dónde conseguiste tanto tiempo para organizar todo esto? —preguntó, volviéndose hacia él y encontrándolo arrodillado. El rostro de Rayla se tornó pálido y dio dos pasos hacia atrás.

—Esto, esto, oh Dios mío —exclamó con sorpresa, cubriéndose el rostro con las manos. Charles se encontraba desconcertado ante su reacción, ya que ella mostraba signos de consternación y miedo, pero al mismo tiempo parecía nerviosa, pues sus manos temblaban. Él también se sentía inquieto y, aún más aterrorizado, al no recibir respuesta alguna de su parte; su corazón latía desbocado y su garganta se sentía seca.




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