En Busca De Lo Perdido

Influencia

Lucy había estado intentando comunicarse con el señor Alejandro de manera persistente, pero él no respondía a sus llamadas. Ante la urgencia de no contar con empleo y recordando el acuerdo establecido entre ambos, decidió dirigirse de inmediato a la empresa BlueRose para reunirse con el señor Alejandro. Era imperativo que él cumpliera con lo pactado, dado que ella había cumplido con su parte del acuerdo.

Su situación económica dependía de obtener un trabajo que le permitiera cubrir todos sus gastos, ya que su estilo de vida incluía frecuentes salidas en yates, viajes, visitas a bares y restaurantes de lujo, sin mencionar el penthouse en el que residía. Con esta motivación en mente, se adentró en la empresa BlueRose.

Al presentarse ante la recepcionista, la señorita Lucy Tejado expresó: —Me encuentro aquí en busca del señor Alejandro Rose. ¿Podría informarle que la señorita Tejado ha llegado en relación con la posición de Marketing? — Su tono denotaba una actitud de superioridad y arrogancia, careciendo por completo de humildad.

La recepcionista respondió: —Disculpe, señorita Tejado, pero si no cuenta con una cita previa, no puedo asistirle en este asunto.

La señorita Tejado, fijándose en la placa de la recepcionista, replicó: —Señorita Monroe, aunque no tengo una cita previa, es imperativo que el señor Alejandro Rose me reciba hoy—. Su voz se elevó ligeramente, atrayendo la atención de las pocas personas presentes en el lugar.

En ese momento, Charles, quien había salido del elevador y había sido testigo de la escena, intervino: —¿Quién es la persona que busca a mi padre y cuál es el motivo de su visita a nuestra empresa?

—Soy la señorita Lucy Tejado —anunció, extendiendo su mano hacia Michael. Este, sin embargo, la observó de arriba a abajo sin corresponder a su saludo.

—Parece que le hacen falta modales —respondió ella, visiblemente molesta por el desaire—. Seré directa con usted. Su padre y yo llegamos a un acuerdo en el que yo le proporcionaría toda la información sobre el producto de la empresa del señor Charles, y en caso de que yo fuera descubierta, él facilitaría mi ascenso a la dirección de Marketing en su empresa.

—Ah, no sabía que mi puesto estaba vacante —intervino Arthur, quien había estado escuchando la conversación y se mostraba consternado ante las palabras de Lucy.

—¿Arthur? —dijo Michael, girándose para encontrarse con su viejo amigo, que tenía las manos en los bolsillos y el entrecejo fruncido—. Creo que esto es un malentendido; no conozco a esta mujer y, mucho menos, mi padre me ha hablado de este asunto.

—No es un error— interrumpió Lucy, visiblemente molesta. Intentó nuevamente marcar el número del señor Alejandro, quien finalmente contestó. Ella activó el altavoz para que los presentes pudieran escuchar la conversación y, con una mirada desafiante, expresó: —Por fin respondes mis llamadas. Te he dejado alrededor de cincuenta mensajes y es hasta ahora que decides contestar.

—¿Qué deseas, Lucy? — se oyó la voz grave de él a través del teléfono. Michael pudo identificar que se trataba de su padre y, por el tono de su voz, imaginó a su padre en la oficina de su hogar, con un cigarro entre los labios y vistiendo ropa casual.

—Quiero lo que me prometiste: el puesto de Directora de Marketing. Actualmente me encuentro en tu empresa, pero tú no estás presente. Deseaba tener esta conversación en persona, pero dado que ya estás aquí— dijo, dirigiendo una mirada fija a Michael y Arthur, —Charles se ha percatado de que fui yo quien te proporcionó la información y me ha despedido— añadió con resentimiento.

—Eso fue rápido —dijo, haciendo una pausa—. Sin embargo, dado que tu trabajo ha dado excelentes resultados y mi empresa ha experimentado unas ganancias impresionantes, mañana resolveré lo relacionado con el puesto. Regresa mañana y te presentaré como la nueva directora de marketing —concluyó, finalizando la llamada.

Ella, sintiéndose victoriosa, los miró con desdén. Michael no tuvo tiempo de comunicar a su padre su desacuerdo, pero este había colgado sin reparo, dejando a Arthur estupefacto ante las palabras de Alejandro.

—Nos vemos mañana —dijo, esbozando una sonrisa maliciosa mientras se retiraba del lugar.

—Escucha, Arthur —dijo Michael—, intentaré razonar con mi padre, ya que has estado trabajando con nosotros durante varios años. Tal vez ella pueda asumir el puesto de asistente. Podrían beneficiarse mutuamente —agregó, tratando de calmar a su amigo.

—Ya tengo un asistente. ¿Acaso el esfuerzo de mi asistente no merece reconocimiento y se le despedirá sin consideración, solo por la llegada de una persona carente de valores? Si esa persona actuó de esa manera en otra empresa, es probable que lo haga aquí también. Además, es evidente que su padre está influyendo en esta situación— expresó con evidente molestia.

—Por favor, modera tus palabras al referirte a mi familia. ¿Entiendes?

—¿Y si no lo hago, qué sucederá? ¿Me despedirás? Eso es lo que ocurrirá de todos modos. Solo estás molesto porque tú también lo pensaste, pero yo lo expresé en voz alta. Nos veremos mañana para conocer el veredicto— dijo sarcásticamente mientras se retiraba.

Michael se sintió profundamente perturbado por las palabras de su amigo. Dirigiéndose a la recepcionista con una mirada de desdén, expresó: —No mencionen en absoluto lo ocurrido aquí, de lo contrario, prepárese para despedirse de su empleo— Su preocupación radicaba en que su padre pudiera ser objeto de rumores infundados sobre supuestas infidelidades en la empresa. La recepcionista, consciente de la situación, simplemente asintió y encogió los hombros, reconociendo que no había sido su intención escuchar la conversación, ya que se encontraba en su puesto de trabajo cuando se desarrolló aquella escena.




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