En Busca De Lo Perdido

Repercusiones

Michael salió del restaurante en un estado de furia, sin reflexionar sobre sus acciones ni la dirección a la que se dirigía. Se encontró en medio de la autopista, con sus pensamientos nublados por la ira, y terminó dirigiéndose a la empresa de Charles. Sabía la ubicación de la empresa porque se había tomado la molestia de investigar personalmente, tras enterarse por su padre que Rayla estaba trabajando con Charles. Consumido por los celos, había guardado la dirección en el GPS de su teléfono móvil.

Michael estacionó su vehículo frente al edificio, mientras pensamientos peligrosos cruzaban su mente. La atmósfera que rodeaba el automóvil era tan densa que, a pesar de que una parte de él le instaba a abandonar el lugar y olvidar lo que su amigo Félix le había dicho, algo lo impulsaba a permanecer allí, a la espera de ver a Charles, a Rayla o incluso a Arthur.

Sus manos se aferraban al volante y, a pesar de haber transcurrido dos horas, la ira en su interior no disminuía, sino que aumentaba, alimentada por las ideas absurdas que su mente imaginaba.

Justo cuando la paciencia de Michael alcanzaba su límite y contemplaba la posibilidad de romper el volante, observó a Arthur salir de la empresa. Sin dudarlo, abrió rápidamente la puerta de su automóvil y se lanzó hacia él. Arthur no esperaba ser empujado al pavimento, y mucho menos recibir puñetazos en la cara. No lograba identificar las palabras que salían de la boca de Michael, a pesar de que este gritaba con frenesí, dejando escapar saliva en el proceso.

A pesar de que el guardia del edificio intentó intervenir, la fuerza descomunal de Michael superaba con creces la de aquel. Arthur pensaba que no podría salir de esa situación; sus esperanzas se desmoronaban con cada golpe que recibía. Sin embargo, tanto Charles como Rayla llegaron a la escena, atraídos por los gritos desenfrenados de Michael.

—¿Quieres desafiarme? Hoy aprenderás la lección, así como Judas aprendió la suya. Te mostraré cuál es tu lugar, despreciable traidor. Después de esto, jamás volverás a pensar en traicionarme.

Charles intervino de inmediato, sujetando a Michael por el cuello con firmeza y sin compasión. Su intención era liberar a Arthur, quien yacía en el suelo, visiblemente herido y golpeado por los brutales ataques de Michael. Sin embargo, esta acción provocó que Michael comenzara a arañar sus brazos en un intento de liberarse.

Rayla, por su parte, llamó de inmediato a los paramédicos y a la policía en busca de ayuda, ya que Arthur estaba sangrando en el suelo y presentaba moretones en toda su cara. Se sentía horrorizada y, en un momento, su cuerpo comenzó a temblar al recordar una experiencia similar en la que ella también había sido agredida. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no escuchó la voz de Charles llamándola hasta que él la sacudió suavemente para captar su atención.

—¿Estás bien? ¿Deseas que te lleven al médico o que los paramédicos te revisen? —preguntó Charles, observándola con preocupación.

—¿Qué? No, estoy bien —respondió, sacudiendo la cabeza mientras intentaba enfocar su vista. Lo último que recordaba era haber finalizado la llamada y haber estado observando a Arthur, pero la escena había cambiado; los paramédicos estaban presentes atendiendo la situación, y Charles tenía algunas vendas en los brazos, mientras que Michael se encontraba en el vehículo policial. Ella se había sumido en sus pensamientos, perdiendo la noción del tiempo; no es de extrañar que Charles se mostrara preocupado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó, mientras acariciaba delicadamente las vendas en sus brazos.

—No te preocupes, son solo pequeños rasguños que Michael me causó al intentar liberarse de mi agarre, pero no son profundos, así que no tienes que inquietarte por eso. ¿De acuerdo? —dijo con dulzura, abrazándola contra su pecho y depositando suaves besos en la coronilla de su cabeza.

Después de todo, él se encontraba muy asustado tras el incidente en el que Michael fue sometido por los policías. Su comportamiento era frenético y descontrolado, lo cual le generaba una gran preocupación. No podía dejar de pensar en lo que podría haber sucedido si Rayla hubiera sido la primera en salir y él no hubiera estado con ella. Se preguntaba qué habría ocurrido si, en lugar de Arthur, hubiera sido ella, una mujer indefensa; tal vez, ante los golpes, ella no habría podido resistir. No deseaba imaginar tal escenario, ya que solo pensarlo hacía que su corazón latiera con fuerza.

—¿Cómo se encuentra tu amigo Arthur? —comentó, dirigiendo la mirada hacia la ambulancia por el rabillo de sus ojos.

—Él estará bien; es un hombre robusto y fuerte. Quizás, si hubiera visto a Charles acercarse, habría estado más preparado para defenderse, lo que explica por qué se encuentra un poco más golpeado, ya que no pudo reaccionar a tiempo. No te preocupes, él estará bien.

—Espero que su recuperación sea rápida y que Michael enfrente las consecuencias de sus acciones conforme a la ley— comentó con voz firme.

Charles soltó un suspiro. —No lo creo. Su familia posee recursos económicos y harán todo lo posible para que él evite las repercusiones de sus actos. Contratarán a un abogado de renombre y ofrecerán una considerable suma de dinero a las autoridades, y así, de manera sencilla, continuará con su vida como si nada hubiera ocurrido. Sin ningún remordimiento, este asunto quedará oculto y olvidado para ellos, aunque no para nosotros— expresó con resentimiento.




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