En Busca De Lo Perdido

No soy taxista

— Bueno, me imagino que te sientes bastante nostálgica ahora que han concluido tus vacaciones, ¿cierto, Violet? —comentó Michael, quien se encontraba a su lado en el automóvil de alquiler que los transportaba al aeropuerto.

— En efecto, realmente lo estoy. Haber visitado diez países durante mis vacaciones ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. He tenido la oportunidad de conocer numerosos lugares nuevos y degustar una gastronomía completamente desconocida, pero a la vez exquisita. Todo esto ha sido posible gracias a ti, padre. Sin duda, me encantaría dedicar el resto de mi vida a explorar diferentes naciones —expresó, complacida por haber vivido tales experiencias en un periodo tan breve, aunque también con un toque de nostalgia.

— Si realmente deseas dedicarte a explorar el mundo una vez que finalices tus estudios, puedes hacerlo. Sabes que siempre contarás con mi apoyo. Sin embargo, ¿qué hay de tus planes de asistir a la universidad y tu sueño de convertirte en neurocirujana? Si no recuerdo mal, esa fue la razón por la cual tu madre decidió enviarte a estudiar a otro país.

— No me malinterpretes, aprecio profundamente la medicina; sin embargo, en este momento, me encuentro en una fase de incertidumbre. Quizás estas vacaciones me han llevado a reflexionar sobre si realmente es el camino que deseo seguir en mi vida. No me había sentido tan viva como ahora, lejos de estar sentada en una silla estudiando durante años. Para serte sincera, padre, no deseo regresar a Brasil, aunque soy consciente de que mi madre insistirá en que lo haga.

— Comprendo tu situación y podría intentar dialogar con tu madre, aunque no estoy seguro de que ella esté dispuesta a escucharme. En este momento, parece que su deseo de enviarte lejos para estar con su amado Charles es más fuerte, a pesar de que él no es de tu agrado. Ella siempre lo priorizará sobre ti. Sin embargo, te prometo que haré todo lo posible para convencerla de que no te envíe lejos únicamente por su egoísmo. Te lo prometo, — dijo con un tono malicioso, consciente de que esto podría generar más descontento en Violet hacia su madre, facilitando así la realización de sus propios planes.

— Si ella insiste en enviarme lejos, podría quedarme en tu casa y vivir contigo. Podrías inscribirme aquí en una mejor escuela, si quieres- comentó esperanzada

— Me encantaría poder vivir contigo, sin embargo, la situación es más compleja. Tu madre aún tiene la custodia y no llevas mi apellido. No te sientas triste; me preocupo por ti y haré todo lo posible para ayudar a cumplir tus sueños. Confía en mí, deseo lo mejor para ti, hija.

— Gracias, padre. Realmente aprecio todo lo que has hecho por mí — respondió, abrazándolo con afecto.

— Lo único que te solicitaré es que, una vez que lleguemos y vayas a la casa de tu madre durante estos últimos días, intentes convencerla en la mayor medida posible de que te permita permanecer en el país. Mientras tanto, yo haré lo que esté a mi alcance para lograrlo.

— Haré todo lo posible, padre — afirmó con una mirada decidida en sus ojos, mientras contemplaba a través de la ventana, reflexionando sobre cómo podría persuadir a su madre para que le permitiera quedarse en Medellín, ya sea con ella o al menos con su padre.

Rayla se encontraba en el aeropuerto aguardando la llegada de su hija Violet, quien previamente le había comunicado su deseo de pasar algunos días juntas, tras la finalización de sus vacaciones, solicitándole que la recogiera en el aeropuerto.

Ante esta noticia, Rayla experimentó una profunda emoción, dado que había transcurrido un considerable período sin ver a su hija. La mera idea de ir a recogerla le generaba una alegría incontrolable. Sin embargo, existía una preocupación que la inquietaba: su necesidad de reposo. Era consciente de que, si informaba a Charles sobre su intención de ir al aeropuerto, él se opondría de manera categórica.

Consciente de esta situación, decidió que iría de manera discreta, aunque con precaución. A pesar de su temor de poner en riesgo la salud de su bebé, también le preocupaba la posibilidad de que Violet se molestara y optara por no pasar tiempo con ella durante esos días. Se recordó a sí misma que debía actuar con cuidado, evitando movimientos bruscos y limitando su tiempo de caminata.

Con esto en mente, se colocó un vestido cómodo y salió de su hogar con pasos lentos y moderados. Su abdomen aún no era evidente a pesar de contar con dos meses de gestación, lo cual le resultaba conveniente, ya que no deseaba que Michael se enterara y provocara una escena en el aeropuerto; quizás, la presencia de Violet le permitiría pasar por alto esta situación. Reflexionó sobre esto mientras se adentraba en su automóvil con sumo cuidado.

Rayla había estado aguardando en su vehículo durante aproximadamente media hora, permitiendo que el avión aterrizara y que ellos recogieran su equipaje, ya que no tenía intención de permanecer de pie a la espera si podía hacerlo desde su automóvil. Rayla se comunicó con Violet para informarle que la esperaría en su coche.

Al enterarse de esto, Michael sonrió de manera sarcástica, pensando que Rayla solo utilizaba esa excusa para evitar su cercanía. Con cierta malicia, acompañó a Violet hasta el automóvil donde se encontraba Rayla, con la única intención de que ella lo viera completamente feliz; sin embargo, esta no había salido.

—Recuerda lo que discutimos, Violet. Haz todo lo posible por alcanzar tus objetivos y, si surge cualquier situación, tú sabes a quién debes informar; él no es tu padre y no estás obligada a dirigirte a él si no lo deseas. Ahora ve y disfruta, nos veremos más tarde— dijo mientras se despedía con un abrazo y depositaba un beso en la coronilla de Violet, quien simplemente asintió ante sus palabras.

Al observar a su padre alejarse, Violet decidió ocupar el asiento trasero del automóvil de su madre, junto a su equipaje.




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