En Busca De Lo Perdido

Impaciencia

Esa noche, Rayla decidió otorgar a Violet el espacio que necesitaba. Había sido su primer día juntas después de varios meses sin verse, y la experiencia no había resultado ser como ella lo había anticipado. Tal vez no había prestado suficiente atención al crecimiento de su hija o había subestimado la considerable influencia que Michael había ejercido sobre ella.

Con una energía renovada y sintiéndose mucho más motivada, Rayla se levantó y se vistió con un elegante vestido floral, complementado con un pantalón de tela fina. Recogiendo su cabello en una coleta alta, salió de su habitación con la intención de dirigirse a la de su hija.

—¿Violet? —preguntó, tocando suavemente la puerta de la habitación de su hija, sin obtener respuesta, lo que le indicaba que Violet aún se encontraba molesta con ella.

— Estoy consciente de que te encuentras ahí, Violet. No hay duda de tu presencia, dado que no mantienes una buena relación con Charles, quien no te llevaría a ningún lugar sin informarme previamente. Además, él salió muy temprano hacia la empresa. Te propongo que salgamos juntas a disfrutar de un desayuno sumamente nutritivo, y posteriormente, me gustaría llevarte a un lugar donde podrás experimentar la sensación de volar en parapente sobre nuestra ciudad, aquí en Medellín. Aunque no participaré en esta actividad debido a mi estado de embarazo, estoy convencida de que esta experiencia te ofrecerá una nueva perspectiva sobre la vida. ¿Qué opinas? — dijo, aguardando una respuesta tras la puerta.

— Podría considerar la propuesta, pero con una condición — se escuchó desde el otro lado de la puerta.

— Estoy dispuesta a cumplir con lo que esté a mi alcance para que puedas disfrutar de este día sin discusiones ni malentendidos. Lo haría por ti, solo házmelo saber.

— Te lo comunicaré cuando esté a punto de realizar el vuelo en parapente. Después de que termine, me darás tu respuesta. Sin embargo, ten en cuenta que la naturaleza de tu respuesta influirá en nuestra relación como madre e hija.

— Violet, no tengo la intención de ceder ante tu chantaje, y si esto es un intento para que te deje aquí, ya conoces mi respuesta, la cual es definitiva.

— No se trata de eso; mi padre me ha informado que ya ha resuelto ese inconveniente, es sobre otro asunto.

Su ceja se alzó con incredulidad al escucharla tan segura de que su padre haría que ella se quedara, lo cual resultaba algo sospechoso, dado que él le hablaba con tal certeza a pesar de que aún no habían llegado a la corte. No obstante, Rayla decidió no profundizar en el tema, ya que al menos su hija había aceptado salir con ella, lo cual era más que suficiente.

— Bien, creo que puedo considerar tu solicitud, pero te aseguro que todo dependerá de lo que me estés comunicando. No te prometo nada; lo único que deseo es que disfrutes de este viaje conmigo y que podamos sentirnos cómodas la una con la otra — dijo, apoyando su frente contra la puerta. Sin embargo, no recibió respuesta alguna de Violet, solo el sonido de pasos alejándose y luego el ruido del agua de la ducha.

. . .

Rayla había estacionado su vehículo frente al restaurante Delicias el Pinal con la intención de adquirir desayunos para ambas. El trayecto fue extenso, silencioso e incómodo; sin embargo, el aroma de la comida proveniente de aquel establecimiento hizo que Rayla se sintiera en el paraíso, logrando así que olvidara todo lo que la rodeaba. Además, la atención recibida la hizo sentir como en casa, evocando los recuerdos de cómo su abuela solía cocinar y tratarla con esmero.

—Este lugar es una maravilla; el aroma de la comida elaborada por manos sabias y llenas de amor es inigualable.

—Esto no se compara en absoluto con los restaurantes que visité durante mis vacaciones. Si hubieses presenciado lo modernos que eran, así como la elegancia que emanaba de cada rincón, incluso de los meseros, te habrías sorprendido.

— Ciertamente, existen lugares que se caracterizan únicamente por su ostentación, a los cuales se acude con el propósito de experimentar una sensación de superioridad. Sin embargo, este lugar tiene la capacidad de conectar con la parte más primitiva de uno mismo y con la humildad que, a mi juicio, parece faltar en ti. Observa este entorno: nadie se preocupa por lo material; todos ríen, comparten y, sobre todo, disfrutan de las cosas más simples de la vida: la paz y la armonía, Violet.

— Solo intentaba compartir mis experiencias durante mis vacaciones —dijo, sintiéndose ofendida por su madre.

— Bien, concluye tu desayuno para que podamos emprender nuestro viaje hacia el destino previsto. Posteriormente, podrás comentarme sobre aquello que no quisiste compartir en casa y que me ha mantenido intrigada -respondió, cambiando de tema.

— No te preocupes, te lo diré cuando sea el momento adecuado; no te impacientes —comentó mientras degustaba un trozo de pan.




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