Finalmente, habían llegado a su destino, y Rayla se encontraba observando cómo su hija se preparaba para despegar en el parapente. Para ella, todo aquello resultaba emocionante y arriesgado; sin lugar a dudas, hubiera deseado intentarlo junto a su hija y añadirlo a los muchos buenos recuerdos que compartían. Sin embargo, debido a su estado, le era imposible acompañarla. Aun así, experimentaría la emoción desde la distancia, observando cómo su hija disfrutaba de la actividad.
Para sorpresa de Rayla, su hija no mostraba nerviosismo alguno. Parte de ella había organizado aquel viaje con el propósito de enseñarle a su hija que, aunque la vida puede ser emocionante, también conlleva riesgos y peligros, especialmente al viajar y vivir plenamente sin la compañía de un familiar. No obstante, su hija no evidenciaba ningún signo de temor; simplemente aceptó la situación con una sonrisa traviesa en sus labios, lista para lanzarse a la aventura sin dudarlo.
Rayla consideró que Violet había olvidado informarle sobre su condición, ya que aún no le había comunicado nada; simplemente se había apresurado a colocarse todo sin pronunciar una sola palabra a su madre. —Quizás se le ha olvidado debido a la emoción— reflexionó Rayla.
—¿Está usted lista para su despegue? — se escuchó la voz de un hombre mayor, quien se encargaba de ajustar el arnés en su cuerpo y de colocar los dispositivos de seguridad necesarios, mientras le entregaba un trípode con una cámara para que registrara todo el proceso.
—Espere, permítame decirle una última cosa a mi madre, ¿puedo? Será breve, lo prometo— solicitó con una expresión de pena y súplica hacia el caballero.
—Por supuesto, adelante. Solo avísame cuando esté lista para que podamos posicionarnos para el despegue— respondió amablemente.
Violet había hecho que Rayla se acercara a ella para poder expresarle su petición.
—Adelante, por favor, comparte lo que tienes que decirme. No hagas esperar a las personas por más tiempo —manifestó, aludiendo a los demás que aguardaban su turno y sus rostros mostraban descontento. Además, no había anticipado que su hija esperaría hasta el último momento para expresarse.
—En realidad, debo esperar hasta el final porque soy consciente de que si le otorgo tiempo, es probable que me brindes una respuesta sin reflexionar adecuadamente durante varios minutos. Es sencillo: mi padre me ha informado que la empresa atraviesa una crisis considerable, y la responsabilidad recae tanto en usted como en Charles. Sin embargo, él está dispuesto a perdonarlos y a reconciliarse con ambos, siempre que colaboren con su empresa para rescatar la suya. Al fin y al cabo, usted le debe eso por haberme ocultado de él —expresó con determinación.
Rayla no tuvo la oportunidad de procesar la información cuando Violet indicó a la persona que se retiraran, dirigiéndose hacia lo alto, sin permitirle siquiera reaccionar o formular una respuesta.
Ese había sido el plan de Violet. Afortunadamente, su madre la había invitado a realizar parapente ese día, lo que le resultó sumamente conveniente comunicarle de esa manera. La noche anterior, su padre la había llamado con una voz desgastada y en lágrimas, expresando los conflictos que su empresa enfrentaba debido a su madre y al novio de esta.
Mientras él se esforzaba por brindarle las mejores vacaciones, ellos dos habían contribuido a la destrucción de su empresa, llevándola a un punto en el que no tenía otra opción que solicitar una colaboración entre ambas empresas. Le indicó a Violet que debía hablar con su madre y persuadirla para que aceptara, ya que era lo mínimo que podía hacer por él y por el futuro de su hija, dado que la empresa de los Rose también le pertenecía a Violet.
Violet consideró la idea presentada como maravillosa, anhelando que sus padres pudieran establecer una buena amistad, lo que le permitiría permanecer con ellos de manera definitiva. Sin embargo, debía evaluar si su madre era tan insensible como para rechazar tal propuesta. Su padre le había advertido: “Si tu madre se opone a esto, es porque no desea un futuro favorable para ti; busca destruirme para apartarme de tu vida y prohibirme verte, pero no lo conseguirá. Tendrás la oportunidad de comprobar con tus propios ojos que tu madre no es tan benevolente como creías, así que mantén los ojos abiertos, hija”.
…
Para Rayla, las palabras expresadas por su hija carecían de lógica; consideraba aquella solicitud como absurda. Se preguntaba, con una mirada incrédula y las cejas fruncidas, de dónde habría surgido tal idea.
Desde luego, ella no aceptaría tal proposición; su respuesta sería un rotundo “no”, y seguramente lo sería también para Charles. Además, no tenía intención de discutir este asunto con él, ya que no contemplaba la posibilidad de aceptar dicha propuesta; su empresa no se vincularía con la de Michael en ningún caso.
¿Qué intención tenía su hija ante tal situación? Sin lugar a dudas, siendo tan inteligente, ella comprendía que la respuesta sería negativa. Sin embargo, no se encontraba allí para proporcionarle su respuesta, y aunque contara con todo el tiempo del mundo para reconsiderar, no había nada que pudiera hacer al respecto.
Cuando Violet finalmente había puesto un pie en la tierra y estaba lista para regresar a casa, Rayla, decidió expresar sus pensamientos de manera pacífica, sin el deseo de generar discordia entre ambas por algo tan trivial.
—Escucha, Violet —comentó, tomando una de las manos de su hija entre las suyas, intentando suavizar el ambiente entre ambas. No obstante, antes de que pudiera proseguir, fue interrumpida.
—No deseo la respuesta en este momento, por favor. He disfrutado enormemente de este lugar y quiero mantener la misma energía positiva hasta llegar a casa. Te doy más tiempo para que lo pienses —dijo, zafándose del agarre y caminando rápidamente hacia el automóvil, con la esperanza de que su madre pudiera ofrecerle una respuesta favorable.