Charles ingresó a la habitación portando una bandeja con alimentos destinada a Rayla, quien aún permanecía en la misma posición.
—Ven, compartamos una comida juntos —se escuchó la voz de Charles mientras se acomodaba al lado de Rayla.
—Tienes razón —murmuró ella, sentándose parcialmente en la cama, con el cabello desordenado y el rostro pálido y fatigado.
—No te preocupes por nada. Intenta ingerir algo y te aseguro que te sentirás mejor. Te lo prometo.
—Escúchame —dijo, sonándose la nariz—. Soy un completo desastre en este momento. Paso mis días en casa pensando en Violet, y he olvidado a ti y a este bebé. Sé que tienes numerosas responsabilidades en la empresa y, en este momento, ni siquiera puedo ayudarte con tus cargas. Me siento tan mal; siento que soy una carga total para ti —murmuró, con la voz quebrada y lágrimas en los ojos.
—No, por favor, ven aquí— dijo mientras la abrazaba con fuerza contra su pecho, mientras ella dejaba escapar sollozos. —No eres una carga para mí y nunca lo serás. Esta es una etapa que debemos superar juntos, y no importa cuántas dificultades enfrentemos, yo estaré aquí, contigo, apoyándote y cuidando de ti.
—Eres tan paciente y bondadoso conmigo, siempre. Siento que no te merezco en absoluto— suspiró con pesadez, encontrándose con la mirada de él, que se posaba en la suya. —No es justo que llevemos casi un mes sin intimidad debido a mi indisposición; no es justo para ti— musitó mientras acariciaba el rostro de él.
Charles suspiró profundamente bajo sus suaves toques, dejándose llevar por aquellas caricias que tanto anhelaba. Cerró los ojos, embelesado, sintiendo cómo su corazón latía con fervor y tragaba con dificultad, deseando sumergirse una vez más en sus dulces brazos y ser uno con ella.
Al abrir los ojos de manera repentina, Charles se percató de la proximidad de Rayla y de lo tentadora que se presentaba ante su mirada. Consciente de que no debían sucumbir a la tentación, tomó su mano y detuvo sus caricias con un gesto de pesadez.
—Debes alimentarte, estás muy pálida y necesitas energía para el día de mañana. Ven, permíteme ofrecerte algo de comer; solo relájate, amor mío —depositó un suave beso en la coronilla de su cabeza y comenzó a alimentarla, mientras intentaba animarla y hablarle de temas positivos.
—Necesito realizar una diligencia de manera urgente —comentó mientras le ofrecía el último trozo de manzana—, pero si me indicas que me quede, puedo hacerlo sin inconvenientes —dijo con cierta vacilación.
—No, no te detendré si necesitas atender algún asunto de la oficina. Adelante, me siento mucho mejor ahora que he comido algo, gracias a ti. No te preocupes por mí; esperaré aquí por ti— dijo, ofreciéndole una dulce sonrisa que le generó un sentimiento de culpa, ya que en realidad no necesitaba ir a resolver nada en la empresa; su intención era dirigirse a otro lugar.
—Reflexionando sobre ello, he decidido que no iré. Prefiero pasar este día contigo; no es justo que te deje aquí sola. Quizás más tarde podamos salir al jardín y dar un paseo, disfrutar del sol y de la brisa que nos ofrecen los arbustos, permitiéndote liberar tu mente por un momento.
—No es necesario que hagas eso por mí; estoy bien. Si es imprescindible tu presencia, simplemente ve y resuélvelo.
—No, ya he tomado una decisión: me quedaré contigo y disfrutaremos de este día. Lo demás puede esperar— concluyó, esbozando una amplia sonrisa.
Rayla se había sentido considerablemente animada, hasta el punto de desear llevar a cabo un picnic en el jardín, solo entre ellos dos. Experimentaba una comodidad extrema, la cual atribuía a Charles, aquel joven pelirrojo que se mostraba tan dedicado hacia ella, sin importar cuán difícil pudiera llegar a ser en ocasiones.
—Agradezco sinceramente que hayas decidido quedarte conmigo hoy; de no ser por ti, mi día habría transcurrido de manera completamente diferente. Ahora puedo respirar con mayor tranquilidad, sin la sensación de que las paredes se cierran a mi alrededor o de que me falta el aire. Te agradezco por… —su discurso fue interrumpido por una llamada entrante en el teléfono de Charles.
Él miró la pantalla de su dispositivo y luego dirigió su mirada hacia Rayla. No tenía intención de atender aquella llamada, ya que había modificado sus planes y no deseaba perturbar el buen ánimo de ella. Por ello, optó por rechazar la llamada.
— Continúa hablando, estoy lleno de rencor.
— Bien, solo deseaba expresarte mi agradecimiento por tu paciencia y por ser mi apoyo incondicional. Te... — fue interrumpida una vez más por el tono de la llamada.
》Adelante, responde la llamada; podría ser de la empresa y requieren tu asistencia.
Con frustración, se levantó de la manta que se encontraba en el suelo y se alejó un poco de Rayla para atender la llamada.
— Me dijiste que vendrías; estoy esperando y, por lo general, sueles ser muy puntual. He preparado nuestra...
— Escucha — la interrumpió antes de que pudiera continuar —He cambiado de opinión; no considero prudente asistir hoy. En este momento, estoy ocupado con algo importante y no deseo arruinarlo. Hablaremos más tarde — colgó la llamada de manera abrupta. No quería prolongar la conversación entre ellos dos mientras Rayla lo esperaba con buen ánimo. No sería tan imprudente como para arruinar ese momento con ella por esa razón.