Al percatarse de que su abuela había abandonado el lugar con sumo cuidado, logró cerrar la puerta y entrar a la casa con éxito. Sin embargo, se planteó la cuestión de qué hacer con toda aquella información. Sin lugar a dudas, debía comunicarse con su madre antes de que ocurriera algún infortunio, ya que solo imaginarlo le provocaba una sensación de pesadez en el corazón, un vacío en el estómago y un temblor en su cuerpo.
Consideró la posibilidad de escapar de aquel lugar, pero se preguntó cómo podría llegar a la casa de su madre. Ella había estado ausente durante dos días y ya habían transcurrido cuatro meses; sin duda, la tarea parecía casi imposible. No obstante, no tenía nada que perder al intentarlo. Lo primero que debía hacer era abandonar aquella residencia y correr, correr lo más que pudiera, con la esperanza de encontrar la dirección de su madre.
Para Violet, una niña ingenua, localizar la casa de su madre podría resultar un tanto complicado, pero no lo suficiente como para desalentarse de caminar. Estaba decidida a caminar durante un día entero, si fuera necesario, para reunirse con su madre.
Violet había caminado durante aproximadamente tres horas; sus pies le dolían, su garganta se resentía por la sequedad y la falta de agua, y su cuerpo se presentaba sudoroso, con su energía disminuyendo con cada minuto que pasaba.
—¿Qué estoy haciendo? —se preguntó a sí misma con voz ronca, mientras las lágrimas caían de sus ojos como una suave llovizna.
—¡Hey! —se escuchó la voz de un hombre, acompañada del sonido de la bocina de un automóvil que se acercaba hacia ella.
Instintivamente, Violet aceleró su paso, temerosa de haber sido descubierta por uno de sus familiares, quienes podrían llevarla de regreso a casa. Aterrorizada ante esta idea, corrió sin mirar atrás, sin considerar que, sin importar cuán rápido corriera, el automóvil la alcanzaría.
—¡Hey, niña! Solo intento ayudarte; pareces perdida y asustada —gritó la persona dentro del vehículo, con las ventanillas bajadas, revelando a un hombre mayor al volante y a una mujer de avanzada edad en el asiento del pasajero.
—Permítame hablar con ella; quizás ella me escuche— expresó la señora con una voz persuasiva. —Mi niña, detente un momento; no pretendemos hacerte daño.
Ante estas palabras, Violet cesó su marcha y se permitió observar con mayor detenimiento a las personas en el vehículo, sintiéndose aliviada al constatar que eran completamente desconocidos, al menos no pertenecían a su familia, lo que le brindó un respiro.
—¿Qué haces aquí sola? — inquirió la señora al detener el automóvil.
—Yo... estoy perdida, pero encontraré el camino. No se preocupen. Solo necesito un poco de agua— respondió Violet, avergonzada y al borde de las lágrimas, con los ojos enrojecidos y el cabello desordenado por el sudor.
—Es imposible que te dejemos sola en la calle; eres muy joven y se nota que estás aterrorizada y desorientada. Lo más adecuado sería llevarte a la estación de policía más cercana y...
—No, por favor, no. Solo quiero encontrar a mi madre. Eso es lo único que deseo. Ustedes no comprenden; necesito llegar hasta ella.
— Madre, sería lo más adecuado que ella nos indicara la ubicación de su madre. Se encuentra muy asustada como para dejarla en una estación de policía, ¿no lo crees?
— Ciertamente, lo más apropiado sería ayudarla; sin embargo, es imperativo que ella nos guíe. No creo que haya inconveniente en ello. Niña, por favor, sube al vehículo y te asistiremos para que llegues con tu madre. No te preocupes, estás a salvo con nosotros. Confía en que te ayudaremos. También te proporcionaremos agua; nos detendremos en la primera gasolinera para adquirir alimentos para ti. ¿De acuerdo?
— De acuerdo — respondió Violet al ingresar al vehículo, con la esperanza de llegar más rápidamente a su madre. Era consciente de que no debía subirse con desconocidos, pero la situación era de vida o muerte y no contaba con muchas alternativas.
Tal como Jonathan y su madre Johana habían prometido, se detuvieron en la primera gasolinera que encontraron y le compraron agua, un sándwich y un jugo de limón.
Lo más complicado fue localizar a su madre, dado que Violet no contaba con el número telefónico ni con una dirección a la que dirigirse. Las personas que la asistían estaban a punto de dejarla en una estación de policía.
—Violet, no podemos seguir dando vueltas tratando de que recuerdes dónde vive tu madre. Lo más sensato es que las autoridades te brinden su ayuda, como sugiere mi madre. Además, aunque deseamos ayudarte de todo corazón, estamos un poco retrasados para una reunión que requiere nuestra presencia.
—Yo, no esperaba... espera... —comentó con voz nerviosa, mientras su mente le recordaba el video en el que su abuela hablaba sobre la empresa de Charles; era lo único que le quedaba para poder reunirse con su madre.
—Creo que tengo una dirección, bueno, el nombre de la empresa donde trabaja el novio de mi madre. Se llama... —dijo mientras buscaba el video y lo adelantaba para escuchar el nombre—. El nombre de la empresa es SBWALTER —exclamó con emoción.
—Permítame ingresar la dirección en el GPS para determinar la distancia —dijo mientras lo hacía en su teléfono móvil—. Vaya, está a casi tres horas de aquí y ya estamos retrasados —comentó, dirigiendo una mirada a su madre, quien parecía indecisa.
—No se preocupen, al menos yo tengo claro el destino; buscaré la manera de llegar —afirmó con determinación y una voz firme.
—No podemos dejarla sola en esta situación; ella no podría llegar por su cuenta, y mucho menos caminando. Llamaré a Gladys para que nos espere un momento; debemos llevar a la niña a un lugar seguro.
—De acuerdo, así lo haremos, madre —respondió, poniendo el vehículo en marcha.
Cuando finalmente arribaron a la empresa, Violet no pudo contener sus emociones y, con lágrimas en los ojos, expresó su agradecimiento: —No tengo cómo compensarles, pero estoy segura de que mi madre les retribuirá por esto. Por favor, déjenme su número para que ella pueda ponerse en contacto con ustedes.
Editado: 23.05.2025