Violet había estado esperando fuera de la empresa desde que los guardias la habían sacado a la fuerza. No obstante, ella no se rindió y permaneció en cuclillas, apoyada contra una de las paredes del edificio, a la espera de ver a su madre o a Charles. Sin embargo, habían transcurrido horas y sus piernas comenzaban a entumecerse mientras observaba a los empleados salir de la empresa, ya que su jornada laboral había concluido.
La multitud de personas disminuía con cada minuto que pasaba, y Violet comenzaba a perder la esperanza de encontrarse con su madre. A pesar de que su rostro estaba manchado por las lágrimas y el sudor, su mirada se mantenía fija en cada una de las personas que salían de aquel lugar, pues sentía que si se descuidaba, podría perder la oportunidad de verlas.
Con gran esfuerzo, se levantó, sintiendo cómo sus piernas temblaban y un intenso calambre se apoderaba de ellas. Había permanecido en cuclillas durante un prolongado período, pero era imperativo dirigirse hacia las puertas y tratar de observar en su interior, ya que, transcurridos aproximadamente cinco minutos, nadie había salido. La inquietud de que la empresa pudiera cerrar sus puertas en breve la llevó a reunir sus últimas fuerzas y caminar decididamente hacia la entrada.
Antes de poder mirar más allá, se encontró con una persona que emergió a gran velocidad, lo que provocó que ella perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás.
El grito de Violet alertó a Charles, quien había estado trabajando hasta tarde ese día. Sin embargo, una llamada de Rayla, informándole sobre intensas contracciones, lo llevó a dejar todo de inmediato y salir de su oficina a pasos apresurados, preocupado por no poder llegar a tiempo para estar con su esposa, especialmente considerando que no era el momento propicio para el parto.
—Violet —expresó Charles, conmocionado, al mismo tiempo que creía que su visión le jugaba una mala pasada; sin embargo, no, ella realmente estaba frente a él, específicamente en el suelo. Sin dudarlo dos veces, extendió sus manos y la levantó del suelo.
—¿Qué haces aquí? —exclamó, aún sin estar seguro de lo que sucedía, mientras miraba a su alrededor en busca de Michael, pues en su mente no era posible que ella hubiera llegado sola hasta su empresa.
—Yo… oh, estoy tan feliz de ver a alguien conocido —dijo entre lágrimas, balbuceando palabras inaudibles.
—Violet, no tengo tiempo para esto, estoy apurado. ¿Con quién llegaste hasta aquí? —comentó, exasperado y con rudeza, ya que realmente Violet no era de su total agrado por el sufrimiento que había causado a su esposa.
—Yo me escapé de la casa de mis abuelos. Tenía que venir y encontrar a mi madre. ¿Dónde está? Necesito decirle que está en peligro, pero he estado aquí afuera durante horas y ellos –dijo, señalando a los guardias— me sacaron de la empresa, no me dejaron hablar contigo o con mi madre y... —comenzó a llorar nuevamente sintiéndose afligida.
Charles observa a los guardias con una expresión severa al escuchar las palabras de Violet y, sin dudarlo, les gritó:
—¿Cómo es posible que hayan dejado a una niña indefensa afuera cuando ella solicitaba comunicarse conmigo? Nadie me informó sobre lo que estaba ocurriendo.
—Señor, nosotros no sabíamos qué hacer. La recepcionista nos pidió que la sacáramos de la empresa, ya que estaba creando un escenario frente a los contratistas presentes en ese momento.
—Esa no es una justificación. Es una niña, por Dios. ¿Qué tipo de personas son ustedes para dejarla a su merced afuera? Tales acciones son propias de individuos desalmados y crueles. Lo mínimo que debían haber hecho era informarme antes de tomar decisiones de tal magnitud, además de garantizar la seguridad de un menor de edad, en lugar de simplemente expulsarla. Sin embargo, no tengo tiempo para discutir esto en este momento. Mañana revisaré las grabaciones de las cámaras y cada uno de ustedes será despedido de inmediato.
Furioso y lleno de indignación, tomó a Violet de la mano y se dirigió hacia su automóvil, mientras en su mente reflexionaba repetidamente sobre las numerosas calamidades que Violet había enfrentado ese día. Si tan solo su esposa llegara a enterarse de todo esto, su corazón se vería consumido por la tristeza. Ahora que iba a ser padre, comprendía plenamente el dolor de observar a su hijo atravesar momentos difíciles.
Durante el trayecto, Violet le relató todo lo sucedido para llegar a su empresa, así como la razón por la cual se vio obligada a abandonar la casa de sus abuelos y a mostrarle el video. Charles se encontraba en un estado de furia al enterarse de que la señora Rose había planeado hacerle daño a su esposa e hija. Esta revelación lo llenaba de ira y frustración; no podía concebir cómo una mujer tan despiadada se atrevía a pensar en causar daño a otros por su propia ambición. Sin embargo, esta vez, había elegido a la persona equivocada, y lo lamentaría profundamente.
— Oye, Violet, tu mamá está un poco sensible y su embarazo ha sido un poco complicado, la verdad. Ya se acerca el momento de que dé a luz, pero no puede estar lidiando con emociones fuertes que puedan poner a la bebé en riesgo. Así que, cuando lleguemos, yo hablaré con ella y tú te vas a tu habitación, te das una ducha y te pones algo más cómodo. Luego te diré cuándo puedes unirte a ella, pero primero tiene que estar lista y calmada. ¿Te parece?
— Sin duda, lo último que quiero es que le pase algo malo a mi mamá — dijo, asintiendo y entendiendo lo que Charles le decía.
Violet hizo justo lo que le dijeron. Por suerte, Rayla estaba en su habitación cuando llegaron, así que no se encontraron de sorpresa. Charles ya había preparado a Rayla para el encuentro con Violet, así que todo sería más tranquilo y sin tantas emociones.
Violet, sin duda, había sentido profundamente la ausencia de su madre, y en ese abrazo se podían percibir todos los sentimientos acumulados, no expresados desde hace cuatro largos meses.
Editado: 23.05.2025