En Busca De Lo Perdido

Escápate

Tan pronto como su hijo se fue, ella se precipitó a su habitación y tomó el ordenador para verificar las cámaras de la propiedad. Buscó con precisión la hora a la que él había llegado a la residencia y se había dirigido a su lugar favorito, que, por cierto, no contaba con cámaras, ya que se había asegurado de ese hecho. Solía conversar allí con personas influyentes y no deseaba que sus intercambios fueran grabados. Para su gran sorpresa, después de dejar ese lugar y regresar a su habitación, vio a Violet correr a toda velocidad hacia la puerta, alejándose sin mirar atrás, hasta que la cámara ya no pudo captarla.
Se maldecía a sí misma por no haber sido más cuidadosa y por no haber buscado a Violet antes de comunicarse con su contacto. Sin embargo, su desesperación y ansiedad por informarle sobre sus planes la llevaron a desestimar el paradero de la niña. Ahora, esta situación podría convertirse en un problema considerable, ya que la atención de todos recaería sobre ella, lo que dificultaría la realización de sus intenciones, siendo ella la responsable de las consecuencias.
Sin dudar un instante, llamó un número bien conocido en su agenda mientras ella le hablaba de las complicaciones de su plan y de cómo todo se había derrumbado. Mientras ella se expresaba, otra persona, en otro lugar, escuchaba su conversación, y una persona a su lado localizaba al hombre encargado de eliminar a Rayla. Sin perder más tiempo, habían enviado a un individuo a la dirección donde se encontraba ese hombre.
Aunque todo esto representaba sin duda un verdadero rompecabezas para ella, todos sus planes debían ser pospuestos a un momento en el que ya no estuviera en el centro de atención. Por esta razón, se había llegado a un acuerdo para planear un accidente de coche, de modo que ninguna sospecha pudiera recaer sobre ella. A pesar de que persistían algunas dudas, su contacto sabía ejecutar un trabajo perfecto, de manera que nadie podría relacionarla con este incidente.
Sintiéndose más relajada y menos nerviosa ante esa situación, decidió concentrar toda su atención en la eliminación de los videos de seguridad por su cuenta, ya que cuanto menos involucrados estuvieran en el asunto, más fácil sería pasar desapercibida. Durante aproximadamente una hora, su teléfono móvil emitió una notificación en la que, de manera concisa, aquel contacto le comunicaba: “Escápate, nos han descubierto”.
Al leer ese mensaje, su corazón y su respiración se aceleraron, incapaz de creer lo que sus ojos estaban presenciando. Creyendo que se trataba de un error, intentó llamarlo repetidamente, pero no obtuvo respuesta alguna por parte de su contacto.
Miles de situaciones se presentaban en su mente, y la desesperanza la había invadido por completo. No comprendía claramente lo que sucedía en la oscuridad, donde no tenía ningún contacto que la informara más sobre el destino de su interlocutor. La única opción que contemplaba era huir, como esa persona lo había consignado por escrito.
Ella tenía todo el poder y la autoridad sobre la empresa, había transferido la totalidad de los fondos a su cuenta. Mientras se realizaba el depósito, había preparado algunas prendas en una pequeña maleta, lo estrictamente necesario para un día. Posteriormente, cambiaría de país según sus necesidades. Sin embargo, en ese momento, la idea de escapar y dejar el país no la abandonaba ni un instante.
Es innegable que la situación era reprochable, pero en su mente, se repetía incansablemente que su familia acabaría por entenderla. Nunca podrían aceptar verla tras las rejas, prefiriendo saberla libre en otro país. No estaba destinada a ser encarcelada, sino a realizar todos sus deseos. Si eso significaba, a los ojos de los demás, ser considerada una fugitiva, entonces lo aceptaría, pero su libertad no se vería comprometida por culpa de Rayla y de su hija ilegítima.
La señora Rose había logrado salir de su hogar sin ser notada por su esposo. Sin embargo, su teléfono había comenzado a sonar tan pronto como tomó la carretera. Su marido fue la primera persona en llamarla, seguido de cerca por sus hijos.
Todo había crecido rápidamente y ella aún no había ido a su banco para retirar la mayor parte de su dinero en efectivo, ya que podría ser que su cuenta bancaria tuviera problemas en el futuro, por lo que debía considerar un plan B, que consistiría en tener dinero en efectivo.
Sus planes eran simples: retirar dinero de su banco y luego embarcarse en un barco, por el cual pagaría una suma considerable para ser dejada a bordo y pasar desapercibida. De hecho, ¿quién iría a buscarla en un barco, cuando la mayoría de la gente pensaría primero en buscarla en un avión?
Había estado reflexionando sobre esto desde la primera vez que había ordenado a otros cometer delitos, y si llegaba a ser descubierta, ese sería su plan. El momento había llegado para llevarlo a cabo.
Lo que ella no anticipaba era que Charles demostraría ser considerablemente más astuto y movería sus piezas con antelación. Él había instruido a los contactos que su tío había puesto a su disposición para que estuvieran alerta ante cualquier movimiento bancario, lo que le permitió identificar el lugar exacto donde ella se disponía a recolectar el dinero, facilitando así su captura.
Ella no tuvo tiempo de reaccionar al ver a los policías en el lugar; en un abrir y cerrar de ojos, se encontró con las manos esposadas y en el asiento trasero de una patrulla.
La indignación se reflejaba en su rostro, mientras el odio y el resentimiento hacia todos los que presenciaban la escena la consumían. Un profundo rencor se había instalado en su interior ante los policías que intentaron tocarla, y a pesar de sus insistencias sobre su inocencia y su procedencia de una familia adinerada, ellos desestimaron sus palabras.
Todo había quedado en la nada; su intento de escapar se había convertido en cenizas ante sus manos, y la escasa oportunidad que poseía había sido despojada por los policías, quienes, de manera brusca y sin compasión, la trataron sin considerar su condición de mujer mayor.
La respuesta a su insistente pregunta fue proporcionada una vez que llegaron a la comisaría más cercana. En ese momento, se dio cuenta de que todo había sido descubierto, absolutamente todo, y que no había escapatoria alguna de aquel abismo en el que se encontraba, sin importar cuántas conexiones tuviera, las cuales no le servirían para salir de allí. Charles se había asegurado de que las leyes se cumplieran adecuadamente y que todo el peso de la ley cayera sobre ella sin ningún tipo de perdón.




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