En Busca De Redención

Capítulo 13: El Abismo

El aire estaba cargado de una energía oscura y opresiva. Azrael sentía la presión en su pecho, como si una mano invisible le apretara el corazón. La grieta se expandía lentamente, dejando escapar una neblina espesa y gélida. A su lado, Eryx se sostuvo el costado, su rostro contraído en una expresión de dolor.

—Esto no es bueno —gruñó el demonio, escupiendo al suelo.

El heraldo siguió avanzando, con su piel oscura ondulando como si estuviera formada de sombras líquidas. Su sonrisa torcida se extendió más allá de lo natural.

—La puerta ha sido abierta —susurró, su voz resonando en el aire como un eco de pesadilla—. El Abismo ya responde a mi llamado.

Azrael levantó una mano, invocando una esfera de luz celestial. El resplandor iluminó la selva, disipando parcialmente la bruma oscura. La criatura no se inmutó.

—Eryx, necesitamos cerrar la grieta —dijo Azrael, sin apartar la mirada del heraldo.

—¿Y cómo demonios hacemos eso? —respondía el demonio, apretando los dientes.

Antes de que Azrael pudiera responder, la tierra tembló. Desde la grieta emergieron garras afiladas, seguidas de figuras esqueléticas envueltas en sombras. Eran engendros del Abismo, criaturas sin forma definida, hechas de desesperación y hambre. Sus ojos brillaban con un fuego azulado mientras se arrastraban fuera del portal.

—Bienvenidos sean los hijos de la oscuridad —susurró el heraldo con voz melancólica—. Que este mundo sea su nuevo hogar.

Azrael actuó rápido. Extendiendo sus alas, se elevó por encima de la grieta y con un movimiento de su brazo, liberó un haz de luz pura. La energía celestial golpeó a los engendros, haciéndolos retroceder, pero no destruyéndolos por completo.

—No basta con luz —dijo Eryx—. Necesitamos algo más.

El demonio chasqueó los dedos y una llamarada rojiza brotó en su mano. Saltó hacia adelante y atravesó el pecho de una de las criaturas con su daga envuelta en fuego infernal. El engendro chilló antes de desvanecerse en cenizas.

—Fuego infernal… —murmuró Azrael—. Claro, el fuego puede purificar la corrupción del Abismo.

El heraldo inclinó la cabeza.

—Interesante. Pero insuficiente.

Con un movimiento de su brazo, las sombras a su alrededor se agitaron. Azrael sintió un golpe invisible que lo lanzó contra un árbol. La energía oscura le recorrió el cuerpo como agujas heladas.

Eryx también fue arrastrado por la fuerza invisible y aterrizó de rodillas, jadeando.

—Tenemos que cerrar la grieta ya —gruñó el demonio—. ¿No puedes usar tu poder angelical para sellarla?

Azrael intentó concentrarse, pero la presencia del Abismo interfería con su energía. Necesitaba algo más, algo que equilibrara su luz con el fuego infernal de Eryx.

Entonces, lo comprendió.

—Eryx —dijo con urgencia—. ¡Combinemos nuestros poderes!

El demonio lo miró con escepticismo.

—Eso suena peligroso.

—¡Es eso o dejamos que el Abismo devore este mundo!

Eryx soltó un suspiro exasperado y asintió. Se puso de pie y colocó una mano sobre el hombro de Azrael.

—Si morimos, es tu culpa, ángel.

Azrael cerró los ojos y canalizó su energía celestial. Eryx hizo lo mismo con su fuego infernal. Ambos poderes comenzaron a entrelazarse, crepitando en el aire con chispas de luz y sombras ardientes.

El heraldo los observaba con curiosidad.

—¡Ahora! —gritó Azrael.

Los dos liberaron su poder al unísono. Una onda expansiva de luz y fuego explotó desde sus cuerpos, barriendo a los engendros del Abismo y golpeando la grieta directamente.

El portal tembló, resistiéndose. El heraldo alzó las manos, tratando de estabilizarlo, pero la energía combinada de ambos era demasiado.

Un rugido de ira escapó de la grieta cuando comenzó a cerrarse lentamente.

El heraldo retrocedió un paso, su sonrisa desvaneciéndose por primera vez.

—Esto no ha terminado —murmuró.

Con un último estallido de energía, la grieta se selló por completo. El aire quedó en silencio.

Azrael y Eryx cayeron de rodillas, exhaustos.

El heraldo los miró por un momento y luego comenzó a desvanecerse en las sombras.

—Nos volveremos a ver —susurró antes de desaparecer por completo.

El demonio y el ángel se quedaron allí, respirando con dificultad.

—Eso fue una locura —dijo Eryx.

Azrael dejó escapar una risa entrecortada.

—Lo fue. Pero funcionó.

Se miraron en silencio. Sabían que esto era solo el comienzo.

—Debemos prepararnos —dijo Azrael—. Si un heraldo ha cruzado, significa que otros pueden intentarlo.

Eryx asintió, mirando al cielo estrellado.

—Entonces, que vengan. Esta vez, estaremos listos.



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En el texto hay: romance, lgtb, angel y demonio

Editado: 01.04.2025

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