En Busca De Redención

Capitulo 14

La tierra continuaba temblando bajo sus pies mientras las garras espectrales emergían del abismo recién abierto. Un viento oscuro se elevó, arrastrando arena y hojas secas en remolinos caóticos. Azrael y Eryx, de espaldas el uno al otro, se prepararon para la inminente batalla.

—Esto no pinta bien —masculló Eryx, viendo cómo las figuras sombrías se materializaban por completo, sus ojos resplandeciendo con un brillo antinatural.

—No podemos permitir que crucen —respondió Azrael, con su aura luminosa intensificándose—. Si lo hacen, la corrupción se extenderá.

Los espectros atacaron primero, abalanzándose sobre ellos con una velocidad sobrehumana. Azrael invocó su espada celestial, una hoja de luz pura que cortó a través de las sombras como si fueran niebla. Eryx, por su parte, invocó sus llamas infernales, cada golpe suyo estallando con fuego rojo y azul.

El heraldo del Abismo los observaba con una expresión serena, sin intervenir de inmediato. Parecía estudiar sus movimientos, como un estratega analizando las piezas de un tablero de guerra.

—Siguen luchando contra lo inevitable —dijo con voz calma, casi divertida—. La voluntad del Abismo siempre prevalece.

Azrael, con una veloz maniobra, cortó de un solo tajo a tres espectros que intentaban rodearlo. Sus restos se disiparon en el aire, pero más criaturas emergían de la fisura, reemplazando a las caídas.

—¡Eryx, hay que sellar la grieta! —gritó Azrael mientras bloqueaba otro ataque.

—¿Cómo sugieres que lo hagamos? ¡Esto no es algo que pueda apagarse como una vela! —espetó el demonio, lanzando una ráfaga de fuego sobre un grupo de espectros, reduciéndolos a cenizas momentáneamente.

El heraldo finalmente decidió actuar. Con un simple movimiento de su mano, una corriente de oscuridad surgió del suelo y golpeó a Azrael con la fuerza de una tormenta. El ángel fue lanzado por los aires, estrellándose contra un árbol con un crujido ensordecedor.

—¡Azrael! —gritó Eryx, viendo a su inesperado aliado desplomarse al suelo.

El heraldo avanzó lentamente hacia él, su figura alargándose y distorsionándose como si no estuviera completamente sujeta a las leyes de este mundo.

—Aún puedes rendirte —susurró el ser sombrío—. El Abismo te perdonará si regresas ahora.

Eryx escupió sangre y se puso de pie con dificultad.

—Dile al Abismo que puede venir a buscarme él mismo.

El heraldo suspiró.

—Como quieras.

Con un movimiento brusco, lanzó una oleada de energía oscura. Eryx apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de ser envuelto por la sombra, sintiendo cómo su cuerpo era aplastado por una presión imposible. La oscuridad intentaba arrancarlo de este mundo, devolverlo al Abismo.

—¡No...! —gruñó, luchando por resistirse.

De repente, una luz radiante cortó la oscuridad. Azrael se había recuperado y, con su espada resplandeciendo, partió en dos la energía oscura que sujetaba a Eryx. El demonio cayó al suelo, jadeando, mientras la luz disipaba parte de las sombras.

—No dejaré que lo arrastren —dijo Azrael con determinación, plantándose frente al heraldo.

El heraldo chasqueó la lengua, visiblemente molesto por la interrupción.

—Si insistes en protegerlo, entonces compartirás su destino.

Levantó ambas manos y, de la fisura en la tierra, emergieron aún más espectros, susurros incomprensibles llenando el aire.

Eryx se reincorporó con dificultad y miró a Azrael.

—Tenemos que acabar con esto, ahora —dijo con urgencia.

Azrael asintió. Sabía lo que debía hacer.

—Voy a sellar la grieta. Necesito que me cubras.

—Espero que tengas un plan sólido —resopló Eryx, preparándose para el combate.

Azrael cerró los ojos y extendió sus alas. Un brillo dorado comenzó a emanar de su cuerpo, formando un círculo de luz alrededor de la grieta. La tierra tembló de nuevo, esta vez con una intensidad diferente.

Eryx desató sus llamas en un torbellino furioso, manteniendo a raya a los espectros que intentaban interrumpir el ritual de Azrael. El heraldo del Abismo frunció el ceño y avanzó con rapidez, pero Eryx se interpuso en su camino, bloqueando su paso con una pared de fuego.

—No tan rápido —gruñó el demonio—. Deberías saber que no me gustan las interrupciones.

El heraldo, visiblemente irritado, conjuró una lanza de sombras y la lanzó con precisión letal. Eryx la esquivó por poco, sintiendo cómo la energía oscura le rozaba la piel y dejaba una sensación abrasadora.

Mientras tanto, Azrael pronunciaba palabras en la lengua sagrada, su luz intensificándose hasta iluminar toda la isla. La grieta comenzó a cerrarse lentamente, como si la realidad misma luchara por restaurar su equilibrio.

El heraldo pareció darse cuenta del peligro. Con una expresión de furia, trató de atravesar las llamas y llegar hasta Azrael, pero Eryx no se lo permitió. Con una explosión de energía infernal, el demonio golpeó al heraldo con toda su fuerza, obligándolo a retroceder.

—¡Azrael, apresúrate! —gritó Eryx.

El ángel abrió los ojos, y con un último esfuerzo, liberó una oleada de luz divina. La grieta se cerró con un estruendo, dejando tras de sí solo un leve resplandor dorado en el suelo.

Los espectros se desvanecieron de inmediato, como si nunca hubieran existido.

El heraldo se quedó inmóvil por un momento, luego exhaló con resignación.

—No importa —dijo con voz fría—. Esto no termina aquí.

Antes de que Eryx pudiera atacarlo de nuevo, el heraldo se desvaneció en una nube de sombras, desapareciendo en la noche.

Eryx cayó de rodillas, agotado, mientras Azrael respiraba hondo, todavía brillando con la energía que había canalizado.

—Lo logramos —dijo el ángel con un tono de alivio.

Eryx dejó escapar una risa ronca.

—Sí, pero me pregunto por cuánto tiempo.

El viento volvió a soplar, esta vez con una calma inquietante. La batalla había terminado, pero ambos sabían que esto era solo el comienzo de algo mucho más grande.



#2100 en Fantasía
#1020 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: romance, lgtb, angel y demonio

Editado: 01.04.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.