En Busca de Ti

11. ¿Volverás?

"La vida a veces duele, a veces cansa, a veces hiere. Ésta no es perfecta, no es coherente, no es fácil, no es eterna. Pero a pesar de todo. La vida es bella." 

Dansan



Paris 

Era un momento único, como todos los que vivía con él pero éste era diferente. Era el adiós que no quería decir pero tenía que hacerlo, porque así es la vida, y yo lo sabía más que nadie en éste mundo. A veces podía ser tan cruel como maravillosa, también puede ser muy impredecible, quizá cuando menos te lo esperes la felicidad te encuentra sin haberla buscado o te da una puñalada por la espalda. Quizás, cuando más ganas tengas de sonreír, la vida te sorprende y te hace llorar o cuando más ganas tengas de llorar te vuelve a sorprender y te hace feliz. 

He sufrido mucho los cambios que me presentó la vida, cuando más afortunada me sentía por tener a alguien que me ame y me proteja, la vida me lo arrebató en un abrir y cerrar de ojos. 

Nos separamos para poder juntar nuestras frentes y observarnos fijamente a los ojos. No necesitábamos decir nada porque con sólo una mirada podíamos entendernos perfectamente. Sentí una fuerte corriente recorrer todo mi cuerpo cuando posó sus labios nuevamente en un beso corto, y lo miré extrañada, al no ser la primera vez que ocurría esto. 

-¿También sentiste eso?- Le pregunté, mirándolo a los ojos con un brillo divertido en ellos. 

-¿Cómo si una fuerte corriente te recorre de arriba abajo, que te hace sentir que todo está bien?- Me contestó con una sonrisa, el azul de sus ojos se volvió más suave, inspirando tranquilidad y seguridad con cada pestañeo. 

Cerré mis ojos y asentí con una sonrisa. Fue ahí donde nos abrazamos con fuerza el uno al otro, tratando de fundirnos en uno sólo. No nos queríamos dejar ir pero era algo que teníamos que hacer por el bien del otro. 

Entonces alguien nos irrumpió, chocando bruscamente contra el vidrio del gran ventanal que daba hacia afuera, y quedando rendido sobre piso del living. 

-Bacarra...- Susurró Sam antes de correr para ver lo que le había pasado. A pesar de estar enojados se notaba que él se preocupaba por la seguridad del ángel caído. 
-Quería avisarte que se los iban a llevar, no les dije nada, alguien les avisó. Intenté detenerlos, pero no pude hacer mucho.- Gruñó entre dientes mientras se levantaba con dificultad. Samuel lo ayudó en seguida, y curó las heridas que se había ocasionado al traspasar el cristal. 

-¡No puede ser!- El Arcángel comenzó a caminar de un lado a otro, tomando unos mechones de su cabello entre los dedos y tironeando de ellos.- ¡Mierda!- Gritó ésta vez, haciéndome retroceder tres pasos. 

Todo pasó tan rápido que no me dio tiempo de asimilar lo que estaba ocurriendo a mí alrededor. Muchas luces aparecieron en la sala, y después de eso, aparecieron varias personas vestidas con capas blancas que tapaban sus rostros. Permanecimos todos en silencio, Bacarra y Sam estaban delante mío, separándome de lo que creía que eran ángeles. 

-Rompiste las reglas Samuel Arcángel.- Rompió el silencio un hombre, que se quitó la capucha y se adelantó unos pasos de los demás- ¿Pensaste que no te íbamos a descubrir? , lástima que nos informaron antes de los acontecimientos.- Señaló alguien que estaba en un rincón oscuro, del cual no me había percatado de su presencia hasta ahora. 

Se acercó para que podamos ver quién era, entonces Sam se tensó y apretó con mucha fuerza sus puños. 

-Maldito, tenía que haberte matado cuando tuve la oportunidad.- Se escuchó una fuerte risa, pero no podía ver quien era porque ellos seguían tapándome. Entonces asomé mi cabeza por un espacio que quedaba entre los dos chicos y lo vi. 

-Tú...- Sus ojos se fijaron en mí y empecé a temblar como una gelatina. 

Miles de recuerdos atacaron mi cabeza, acorralándome por sorpresa y provocando que algunas lágrimas quisieran salir pero lo impedí, no era el momento de parecer débil. 

-Hola hermosa, veo que me recuerdas.- Fue lo único que escuche, junto con su risa. 

-Vete al infierno.- Escupí con asco contra él, porque golpearlo en estos momentos seria misión suicida. Mi mejillas se sonrojaron por la ira que corría por mis venas, provocando que Aarón siguiera riendo. 

-¿De dónde crees que vengo?- Me dijo con una sonrisa retorcida. Y ahí todo concordó... 

-Eres un-n.- No pude terminar la oración. Se quiso acercar a mí pero una mirada fulminante de parte de mis guardaespaldas hizo que se alejara con una sonrisa victoriosa.-Es un demonio de media categoría. –Respondieron sin mirarme Bacarra y Sam a unisonó. 
-Bueno, no quiero irrumpir esta hermosa conversación pero tenemos asuntos que resolver.- Bufó cansado otro hombre- Zankou, vete. No tienes nada que hacer aquí. 

El demonio no emitió queja alguna ante la orden, pero antes de irse me dedicó una sonrisa de oreja a oreja. 

-Adiós hermosa, espero que nos volvamos a ver.- Se mofó antes de que muchas llamas lo rodearon hasta hacerlo desaparecer. 

-Bien, si no lo hacen por las buenas, vamos hacerlo por las malas.- Se acercaban más y más a nosotros, no teníamos salida alguna. 

-Por favor, hermano, no hagas esto.- Ese fue Sam, estaba asustado y me sorprendí por su tono de voz lastimero. 

-No me dejas otra opción, no hagas las cosas más difíciles.- Los ángeles estaban a unos pasos de nosotros, observando todos nuestros movimientos para detenernos. 

-Bacarra, siempre fuiste más. Necesito que salgan de aquí y que la cuides hasta que vuelva por ella.- El ángel caído asintió dudoso de la petición. 

-No te voy a dejar.- Le reclamé estresada, no iba a dejar que le pasé nada malo por mi culpa. 

-Te necesito a salvo, voy a volver por ti.- Me pidió con urgencia- Por cierto, te queda bien el collar que te regalé para tu cumpleaños.- Sonrió tristemente y antes de que Bacarra me tomara en sus brazos, Samuel se lanzó contra los ángeles para retrasarlos un poco. 

El ángel negro salió disparado por la puerta, esquivando a todos los ángeles y planeando cerca del suelo rápidamente. Atravesamos el bosque mientras algunos nos seguían, pero los perdió con facilidad. 

Volamos por un largo tiempo hasta que llegamos a una casa que quedaba justo en la punta de una montaña muy alta. Cuando sus hermosas y largas alas negras dejaron de aletear, él me deposito en el suelo. 

-¿Qué hacemos aquí?- Le pregunté mirando embelesada la casa. 

-Ésta es mi casa, y nos quedaremos aquí hasta que Samuel vuelva por ti.- Dijo agarrándome del brazo, no me dolía pero era molesto que me arrastrara. 

Entramos a la casa y me quedé estupefacta ante lo que presenciaron mis ojos, era más hermosa por dentro. Cuando por fin me soltó, vi un sillón negro y me senté ahí. Bacarra caminaba de un lado hacía en otro. 

-No va a volver, ¿no?- Dije con la voz entrecortada y con un par de lágrimas cayendo por mi rostro. 

-Sí que va a volver, él prometió que te iba a venir a buscar y lo va a ser, tiene que...- No siguió hablando, fue ahí cuando levante mi vista y la fije en él, que también estaba llorando. 

Me levanté del sillón sin pensar y lo abracé con fuerza. Lloramos en silencio, ambos teníamos miedo de perder a alguien importante en nuestras vidas. Yo perdí al amor de mi vida y él a su mejor amigo.




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