En Busca de Ti

15. ¿Qué quieres a cambio?

"La muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja."


Samuel 

Estábamos reunidos en el living, con todo lo que necesitábamos en la mesa que estaba delante del sillón. 

-Bien, repacemos el plan.- Dijo Emma un poco nerviosa, puesto no todos los días enfrentas a la muerte y vives para contarlo- Primero: nos colocamos todos en las cruces excepto Samuel que se va a recostar en la mesa, Segundo: Sam toma la poción mientras nosotros la arrogamos cerca de él, ¿y luego?- Si lo planteaba de esa manera, se escuchaba fácil para ellos, lo difícil era mi parte que tenía que enfrentarme a la muerte y hacer que cooperara conmigo. 

-Y después Sam tiene que charlar con nuestra vieja amiga.- Terminó Adara con una sonrisa. 

-¿Nada más?, esto es muy fácil. Podríamos ponernos un negocio.- Ese comentario por parte de Bacarra se ganó una mirada asesina de mi parte. 

-Porque solo tienes que sentarte a esperar, en cambio yo, tengo que entrar en un coma para poder discutir con, ni más ni menos que la misma muerte.- Dije en un tono sarcástico y más brusco del que quise- Perdón, solo... Estoy nervioso.- Bajé mi mirada al piso avergonzado, hasta que sentí una mano en mi hombre y cuando levanté la cabeza me encontré con mi mejor amigo.  

-Tienes razón, viejo. Lo siento, la vamos a recuperar. Al fin y al cabo también me encariñé con ese engendro.- Me regaló una sonrisa tranquilizadora antes de continuar pero luego convirtió su sonrisa en un gesto de repulsión- Si la ves, no le menciones lo que acabo de decir,  porque me va a molestar por el resto de mi vida.- Asentí y ambos estallamos en risas. 

-¿Están listos?- Adara rompió el silencio que se había generado en la sala. Todos asentimos y nos pusimos en nuestros lugares. 

Cuando todo estuvo a punto, Ada dio la señal para que tomáramos las pociones y que siguieran con lo planeado. Lo que ocurrió después, no supe cómo describirlo. 

De un segundo a otro la oscuridad me rodeaba, era como caer a un pozo sin fondo y sin previo aviso caí en una superficie plana. No dolió tanto como esperaba, el suelo era bastante suave, era pasto. 
Cuando me levanté, noté que estaba en una especie de bosque. 

¿Dónde demonios estoy? 

Fue lo primero que se me cruzó por la cabeza, era de día y el sol estaba en lo alto del cielo. Caminé sin rumbo, sin saber dónde me encontraba pero algo, más adelante, me resultó familiar.  

Llegué a los pies de una laguna y levanté la vista. Me quedé en shock, era ella. Estaba sentada en esa piedra donde solíamos hablar hace muchos años, por eso sentía esa familiaridad con este bosque. Intenté acercarme a ella sin hacer mucho ruido, estaba viva y respirando, pero cuando estuve a punto de tocarla se esfumó en el aire, toda esa felicidad que sentí al volverla a ver se fue de la misma manera en la que llegó y un dolor muy profundo en el pecho me asfixió. 

-¿Qué quieres?- Una voz masculina atacó a mis espaldas y todo se hizo de noche. Giré lentamente pero no vi a nadie- ¿Quién te crees que eres para molestarme?- Busqué desesperadamente al dueño de esa voz, que parecía estar hablando en mi cabeza. 

Inesperadamente un gran dolor asaltó mi cabeza e hizo que cayera de rodillas en el pasto. Con ambas manos, me sujeté las sienes para aminorar el dolor pero no funcionaba y me empecé a retorcer. El dolor era torturador, hasta llegué a pensar que me iba a matar, pero casi por obra de magia el dolor desapareció. 

Al momento de levantarme, noté algo diferente en el ambiente, el aire se encontraba pesado, los arboles estaban secos al igual que el pasto y un rayo me hizo sobresaltar. 

-No pienso volver a preguntar, así que te recomiendo que contestes de inmediato, no te gustará que pierda mi paciencia.- Miré a todos lados hasta que mi vista se fijó en un hombre de traje que estaba apoyado contra un árbol que parecía estar a punto de caerse. 

Era  muy alto, su pelo tenía blanco como la nieve y sus ojos eran grises, los cuales no reflejaban nada, sólo un enorme vacío. Su aura era muy densa, cargando todo el ambiente de un tono triste. 

-¿Usted es la muerte?- Pregunté un poco desconcertado por su presencia,  el ambiente y lo que acababa de suceder. Mierda, no todos los días se pasa por esto. 

Mi pregunta le causo gracia y se empezó a reír notablemente. Se acercó unos pasos a mí y me extendió la mano en forma de saludo, la cual observé con cautela. 

-Así es, soy la muerte mucho gusto en volver a verte Samuel Arcángel...- Como vio que no iba a tomar su mano la apartó- Veo que eres un chico muy listo Sam, no es muy conveniente estrechar la mano de la muerte, ¿o sí?- Rio de vuelta- No preguntaría que quieres de vuelta porque ya sé la respuesta.- Extendió su mano al aire en dirección de la piedra y apareció de vuelta la figura de Paris- La verdadera pregunta sería, ¿qué puedes ofrecerme para que la devuelva a la vida?- Me miró a los ojos esperando una respuesta que le interesara. Volví a mirar una vez más la razón por la que me encontraba aquí y sin titubear, di mi veredicto final. 

-Lo que quieras, hasta te doy mi vida por la de ella.- Mi voz sonó muy firme, hasta me asombró la seguridad con la que lo dije. 

Sin decir nada se acercó a ella y se sentó a su lado. Yo me quedé en mi lugar, mirando cada movimiento que hacía. Alzó una mano haciendo un gesto para que me acercara. Cuando la pude ver mejor ella se veía casi transparente, su rostro estaba pálido, sus ojos no reflejaban ese brillo que tanto la caracterizaba, no tenía esa sonrisa que dejaba ver todos sus dientes. Estaba apagada y eso me partía el corazón en dos, si tan solo hubiera llegado a tiempo. 

-Ella me cautivo desde el primer instante en que la vi, es mi guerrera. A partir de ese momento supe que la amaba y lamento que nuestro amor la halla llevado a esto, pero soy capaz de hacer lo que sea para que vuelva a mi lado.- Dije seguro de mi mismo, si es necesario le entregaría mi vida para que ella vuelva- Necesito que me la devuelvas, no puedo vivir sin ella...- Ésta vez mi voz no soportó más y se rompió, mi tono antes seguro se volvió uno suplicante, tenía miedo de su decisión. 

La muerte se levantó de donde estaba y caminó unos centímetros en dirección al bosque, parecía pensar mis palabras. 

-Está bien...- Murmuró de espaldas a mí- La devolveré a la vida...- Dijo ésta vez dándose vuelta para mirarme a los ojos, estaba por saltar de la emoción cuando me di cuenta de que no había terminado- Pero... Me voy a llevar todos sus recuerdos respecto a ti. No te reconocerá, no sabrá que te amó ni nada parecido y no lo va a ser nunca más.- Mi cara en ese momento habría sido todo un poema. Las emociones, una diferente a la otra me atacaron pero no iba a rechazar tal propuesta, aunque no me recordara la iba a tener conmigo. 

-Está bien, acepto el trato.- Él se acercó unos pasos hasta quedar en frente de mí. 

-Ha sido un placer negociar contigo.- Dijo estirando su mano pero dudé en tomarla de nuevo- ¡Vamos, hombre! Hay que cerrar como corresponde éste trato, no te va a pasar nada.- Sonrió mientras volvía a extender su mano, la cual esta vez tomé- Y para aconsejarte algo...- Tiró de mi mano y se acercó a mi oído- Yo si fuera tú, investigaría más sobre el pasado de ella, quizás te puedas sorprender con lo que encuentres.- Dicho eso, nos separamos y estiró su mano en dirección a Paris para que la fuera a buscar. 

La tomé en mis brazos con fuerza y empecé a caminar por el oscuro bosque hasta que éste desapareció y me dejó en manos de la espesa oscuridad. 

Abrí mis ojos de golpe con la respiración  agitada, todos me rodeaban, expectantes a escucharme pronunciar una palabra pero no pude decir ni una, solo me limite a girar mi cabeza en dirección al sillón y todos imitaron mi movimiento. 

Estaba ahí, sentada, mirando el suelo. Ninguno se movió de donde estaban por miedo a que todo sea una ilusión. Después de unos segundos ella levanto la vista y la posó en cada uno. 

-Adara...- Miró a la brujita a los ojos y ésta empezó a llorar asintiendo, luego siguió con su escaneo- Bacarra...- Éste se abalanzó y la abrazó con fuerza junto con Ada. Luego posó su vista en Emma y la abrazó también. Continuó por Logan, a diferencia que a éste le pateó en su entrepierna- ¡Maldito!- Gruñó con fuerza- ¿Cómo te atreves?, después de todo lo que pasamos.- Bacarra la alejo de él. Por último, se fijo en mí pero algo cambió en sus ojos, ya no me miraban con amor, como lo solían hacer en aquel entonces, la muerte cumplió con su parte del trato y me eliminó de cierta forma de su vida.- ¿Quién eres tú?- Dijo con tono inocente. 

Todo se miraron unos a otros desconcertados. Nosotros seguíamos mirándonos, analizándonos. Nunca pensé que dos simples palabras me destruirían por dentro. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.