"El miedo es la emoción más difícil de manejar. El dolor lo lloras, la rabia la gritas, pero el miedo te atrapa silenciosamente en tu corazón."
David Fischman.
Paris
-¿Están locos?- Gritaron Bacarra y Nicolas al unísono cuando se enteraron de lo que habíamos averiguado con respecto a los anillos.
Al despertamos por la mañana siguiente, decidimos contarles a los chicos sobre nuestro pequeño descubrimiento, pero no todo salió como esperábamos, porque a penas se lo dijimos reaccionaron de la peor manera, comenzando a gritar todas las maldiciones posibles y mencionando que habíamos perdido el juicio.
-Esto es una completa locura, hermano. Esas cosas no existen, eran puros cuentos que nos contaban de pequeños.- Dijo Nicolas, caminando de un lado a otro de una forma desesperada
-Sam, no creo que estés tan desesperado para recurrir a objetos mitológicos, es una completa estupidez arriesgarnos de esa forma. Los anillos de gememel era una simple leyenda que le contábamos a las chicas para buscar un poco de diversión.- Explicó ésta vez Bacarra, sentándose tranquilamente en el sillón.
Emma y Adara no comentaron nada al respecto, solamente se dedicaron a leer el libro, una y otra vez, sin escuchar el espectáculo que estaban montando los chicos a unos pasos. Samuel por su parte, los observaba en silencio detrás de mí con el ceño fruncido.
-¡Chicos!- Grité con fuerza para acallar sus quejas, lo cual había hecho efecto porque instantáneamente las quejas se detuvieron. Me sujeté el puente de la nariz con cansancio- Basta, ya me sobrepasaron.- Expliqué moviendo mis manos de manera dramática- Tú, te sientas en el sillón, porque si sigues así, lo único que lograrás será un pozo en el suelo.- La risita que soltó Samuel atrás mío hizo que me girara a encararlo, con una cara de pocos amigos.- A ti también te quiero ver en el mismo lugar que tu hermano.- Mascullé lo bastante alto para que me escuchara. Todos obedecieron mis órdenes, como los niños buenos. Por mi parte, me límite acompañar a mis amigas para descubrir si todo esto se trataba de algo real, o de una simple leyenda.
-Puede ser que la leyenda sea verdad.- Dijo Adara emocionada, fijando su mirada a unos viejos trozos de papel- Sé que leí de ellos en algún libro antes, pero no logro recordar cual era.- Bufó frustrada mi amiga cuando se acercó a su enorme biblioteca- Dios, son muchos libros.- Se quejó en voz baja, sin embargo, solamente unas palabras bastaron para que un pequeño libro lleno de polvo cayera en sus manos.
Nos acercamos al sillón, donde se encontraban los chicos discutiendo entre susurros, los cuales se acabaron cuando llegamos. Bacarra y Nicolas, como los caballeros que son, le dejaron sus lugares a mis amigas para que tomaran su lugar. Miré con una ceja alzada a Samuel para que imitara su acción, pero él se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa pintada en su rostro.
La caballerosidad en éste mundo se está acabando.
Definitivamente, amiga mía.
-¿Qué esperas ángelito?- Dijo echándose hacia adelante ,para estar más cerca de mí, fruncí el ceño y él estallo en carcajadas mientras tomaba mi brazo, jalando de él para que quedara sentada en su regazo. Pasó sus manos por mi cintura y me atrajo aún más-¿Pensaste que iba a ser como ese par de cobardes?- Dijo en voz alta para que lo escucharan. Robándome una sonrisa.
-¡Hey!- Gritaron los mencionados, claramente ofendidos.
-¿Qué?- Dijo Sam encogiéndose de hombros, en un gesto inocente- Por favor, hombres. Todos estamos enterados que ustedes dos están loquitos por esas chicas y no hacen nada para ganárselas.- Bacarra y Nicolas se sonrojaron notablemente, dando credibilidad a las palabras de mi Arcángel, pero el rubor de Adara y Emma hizo que quedaran expuestos los cuatro.
Samuel y yo chocamos los cinco mientras nos reíamos a costa de los demás, él tenía toda la razón, ambos pares se gustaban, no obstante, ninguno daba el primer paso.
- Dejen de molestar ustedes dos, sino, no podremos leer lo que dice el libro.- Acusó Emma con sus mejillas aún rojas, como un tómate.
-Bien, veamos si esto nos puede ayudar...- Comenzó Adara con la lectura.
"Los anillos de gememel.
Hace millones de años, el Sol se encontraba enamorado perdidamente del resplandor que poseían las estrellas y ellas, de la energía que proyectaba éste. Ambos creían que estaban destinados a estar juntos, por el resto de la eternidad.
La Luna, enferma de celos por la atención que recibían las estrellas por parte del Sol, decidió volver imposible su amor. Tomando su mando sobre el cielo oscuro, prohibió la aparición de las estrellas antes de su presentación, saliendo ella, después de que el Sol se haya ocultado completamente.
Con los años, ambos seres anhelaban verse con desesperación, pero cuando uno aparecía, el otro se iba.
Estuvieron a punto de darse por vencidos, hasta que el milagro sucedió. Compadecidos con el sufrimiento de los amantes, los primeros ángeles decidieron castigar a la Luna por su crueldad, permitiendo que el Sol tomara su lugar por una noche.
Y así, cuando la oscuridad reinaba sobre la Tierra y la Luna adornaba el cielo, el Sol pudo reflejarse en ella, para poder observar a las estrellas en su mejor resplandor.
Al ser su primer encuentro, decidieron inmortalizar esto para la historia ,creando los anillos de gememel. Unos amuletos protectores para los amores imposibles o prohibidos.
Dicen los sabios de aquellos tiempos, que su ubicación es secreta pero un simple acertijo ayudará a descubrirlo fácilmente.
Su encuentro eterno es, si descubres cuando fue, sólo te basta decir: que el amor ha nacido, para siempre."
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Editado: 16.03.2019