En Busca de Ti

34. Serpientes de laguna. Part 2.

"Extrañar no es estar vacío, si no estar lleno de alguien que se hace presente a pesar de la ausencia."

Anónimo. 

Samuel 

Mi respiración se hallaba agitada, todo podía salir mal como bien, pero esto lo hacía por un solo motivo, el cual me lo recordaba a cada segundo para no acobardarme. 

Todo por ella, tú ángelito que te está esperando. 

Pero mierda, son enormes esas bestias, si te agarran te descuartizan. 

¡Cállate! Nunca ayudas en nada. 

Bien, solo tengo que decir que sí mueres, espero que Yaroslav cuide bien a Paris. 

¡Eres una desgraciada conciencia! 

Después de mi pelea interna, nos quedamos observando a las chicas deslizarse por medio de unas rocas, que les servían perfectamente para esconderse. Sus movimientos eran precisos y rápidos, cual serpientes. 

Cuando llegaron al extremo contrario de donde nos encontrábamos mi hermano y yo, hicieron las señas para que nos preparáramos. Sólo teníamos que contar hasta tres para tomar esos anillos que traerían la solución a nuestros problemas. 

-¡Ey, bichos feos!- Gritó Emma moviendo los brazos junto con Agláope- ¡Que lindos que son esos anillos, creo que tomaré un par! 

Las tres serpientes se fueron moviendo ágilmente detrás de nuestras amigas pero ellas eran más rápidas, y por lo que alcancé a ver, una había chocado contra una piedra, quedando inconsciente en el fondo. Quedaban sólo dos. 

-Vamos, tomemos esos anillos.- Murmuró Nicolas, nadando hasta la gran urna de barro que se encontraba en el medio de unas plantas acuáticas. 

Nos acercamos cuidadosamente al centro y ahí se hallaban, miles de ellos. Yo, al igual que mi hermano, tomamos un par para cada uno, y al guardarlos con suma precisión para evitar extraviarlos, fuimos en busca de las chicas que seguían tratando de marear a la última serpiente que quedaba, la cuál no tardaron en lograrlo, la verdad es que eran realmente buenas en el agua. 

-Bien, Emma toma tus anillos.- Dijo Agláope, la mencionada asintió y se dirigió a tomar sus pares- Vámonos de aquí antes de que despierten, si nos apuramos podremos llegar a la superficie antes que despierten.- Ninguno la contradijo, por lo que nos marchamos sin protestar hacía la superficie. 

Salimos del agua cansados por la persecución, Nicolas y yo nos encontrábamos totalmente mojados mientras que las chicas se encontraban secas, sin ninguna gota de agua. 

-¿Cómo es que no están mojadas?- Dijo Nicolas con la respiración agitada, el cambió de oxigeno nos cansó bastante. Ambas se encogieron de hombros y sonrieron. 

Nos dirigimos a la cueva donde se encontraba Adara caminando de un lado al otro con uno de los niños llorando, y Bacarra se mantenía sentado con los otros dos, que tampoco paraban de sollozar. 

-¿Qué pasa aquí?- Dijo mi hermano llegando al lado de la bruja con una sonrisa radiante, lo que hizo que de repente los niños dejaron de llorar. 

-Eres un maldito, ¿cómo hiciste que se calmaran? Llevo horas tratando de calmarlos.- Dijo Adara soltando un suspiro, ese trío va a traer varios problemas a esos dos. 

Bacarra no perdió más tiempo y le pasó los niños a Nicolas para luego ir a ver como estaba Emma, la cual solo tenía unos rasguños en su mejilla, que se había hecho por el roce de algunas piedras filosas. 

-¿Los tienen?- Preguntó la bruja, para luego sentarse en el sillón con su novio. Sí, ya formalizaron y oficialmente están juntos. 

-Sí.- Dijimos los tres en aprobación, ver como ellos se ponían los anillos los unos a los otros hacía que mi corazón se encogiera, la extrañaba y mucho. 

Paris, ¿Qué estarás haciendo en éste momento?


Paris 

No quería estar en ésta casa, no quería estar con él. Extraño a Samuel, mis amigos y a mis nuevos sobrinitos. 

No paré de llorar desde que Yaroslav me había traído a la fuerza a una enorme mansión, en no sé donde. Hace un par de horas que me dejó en "mi nueva habitación" para poder instalarme tranquila, la cuál no se sentía como tal. 

Por mí parte, me mantuve en la misma posición en la que entré. Me encontraba parada en medio del enorme lugar, observando todo con sigilo. El lugar era solitario, silencioso y frío, tanto, que me abracé a mi misma en busca de un poco de calor. 

La habitación contaba con un enorme ventanal, al cual me acerqué de a poco para ver en dónde me encontraba, pero solo se veía la oscuridad de la noche y la enorme Luna, junto con el sonido de algunos aullidos. 

-Lo que escuchas son hombres lobos.- Dijo una voz ronca a mis espaldas, que hizo que diera un salto en mi lugar, me giré de golpe, encontrándome con el causante de que estuviera en éste horrible lugar. Me regaló una enorme sonrisa- Se acerca la Luna llena y están algo inquietos, ¿te asusté?- No contesté, sólo me límite a volver a lo que estaba. Y ahí, en medio de la oscuridad, se podía apreciar un enorme bulto que aullaba a la Luna, un hombre lobo...- ¿ No piensas hablarme nunca más?- El silencio fue la respuesta a su pregunta- Sabes muy bien que te puedo obligar hacer lo que quiera, ¿no? 

Me volteé a verlo y lo encaré con una expresión neutra, la sonrisa que tenía pintada en el rostro, se desvaneció al ver mi cara, que no debía ser la mejor después de todo lo que había llorado. Suspiré cansada de todo esto y me acerqué unos pasos a él. 

-No sería la primera vez que me obligan hacer algo que no quiero bestias como tú.- Dije con un tono de voz que jugaba entre la ira y el dolor que me generaba ese recuerdo, bajé mi vista a mis manos, donde retorcía mis dedos con frustración. 

Tomó mi rostro de golpe, apretándolo un poco y generando una mueca de dolor. Sus ojos reflejaban una cólera que jamás había visto, y no les miento cuando les digo que sus iris se volvieron completamente negras, como la noche. 

-¿A qué te refieres con eso, Paris?- Gruñó con furia, apretando un poco más mis mejillas- ¿Quién fue el demonio que te hizo algo? 

No quería decirlo, no podía volver a recordar. Dolía mucho hacerlo y más estando alejada de la única persona que me apoyaba en todo esto, la única que se enteró lo que Zankou y Logan hicieron. Mis ojos picaban por las lágrimas que contenían, y mis manos sostuvieron la de Yaroslav, la cual empezaba a lastimarme. 

-Paris, quiero ese nombre y lo que te hizo.- Gruñó más fuerte. No podía dejar de temblar y derramar lágrimas. 

-Fu-fue Zankou, él... él.- No podía terminar de decirlo pero me di cuenta por la forma en la que el demonio tensó su cuerpo que él ya me había entendido y lo que hizo después me dejó asombrada pero estaba tan rota, que sólo me dejé llevar por su abrazo- P-pero sé fue y no me fío de ningún demonio desde que mi amigo Logan me asesinó. 

-Me las van a pagar, nadie toca lo que es mío.- Dijo entre dientes, los bellos de mi nuca se erizaron, eso no significaba nada bueno, la forma en la que lo había dicho no me gustó para nada. 

Lo empujé lejos de mí y sus ojos nunca volvieron a su color avellana original, solo se fue de la habitación dando un fuerte portazo. 
Me cambié de ropa con la que había encontrado en el armario, estaba decidida a dormir un poco, lo cual me costó mucho por los incesantes aullidos, pero al final lo hice. 
 




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