NARRA MADISON
Al comienzo el beso era cargado de deseo y pasión, pero ahora nuestros labios danzaban con suavidad, era una beso lento y tierno pero cargado de muchas emociones que desconocía.
Tiempo después no quedamos sin aire y nos separamos, pero en ningún momento sus manos se quitaron de mi cintura o las mías de su cara.
Me detuve a mirar un poco sus ojos, eran cafés, para cualquiera serían comunes, pero para mí eran hermosos. Detalle cada parte de su cara y no había nada que me disgustara, me encantaban sus cejas, sus ojos, pestañas, labios, en especial los labios.
¿Qué estás diciendo Madison?
Suspire.
Con suavidad quito un mechón de cabello que cayó en mi cara, yo baje mis manos a su cuello.
—¿Qué estamos haciendo? — pregunto levemente dándome un casto beso.
—Creo que acabamos de caer en el típico cliché de besar al secuestrador— sonrió—, ese del que tanto lee Elisa en las novelas— ambos reímos y nos quedamos hay un tiempo, simplemente mirándonos, dándonos besos castos y sonriendo como idiotas.
Era como si estuviéramos en una burbuja en donde sólo estábamos nosotros y los demás desaparecieran por ese corto lapso de tiempo. Yo jugaba con lo mechones de cabello de su nuca y el dibujaba círculos con sus dedos sobre la piel que había dejado al descubierto mi camisa en mi espalda baja.
Hasta que la burbuja se rompió por el sonido del celular.
—¿Aló? — contestó sin dejar de mirarme, se escucharon unas voces algo molestas— Diablo, lo olvide—cerró los dejando caer su cabeza sobre el respaldar—, voy para allá— esperó unos segundos y colgó.
—¿Ya te tienes que ir? — hice un puchero al sentir una presión en el pecho al saber que tendría que irse.
—Si, pero podemos volver a vernos ¿No? — dijo dándome un beso pegándome a él.
—No lo sé, tendré que mirar mi agenda— dije robándole otro beso.
—En ese caso creo que tendré que secuestrarte de nuevo— sonrió.
—¿Sabes? Casualmente en la tarde tengo programado que me secuestren.
—Bien, en la tarde será.
Asentí.
—Está bien, pero solo si esta vez decido yo a donde me lleva mi secuestrador.
—Eso no se vale— ladeé mi cabeza y le di un beso—. Si me das unos más hasta te dejo conducir.
Reí.
—Esto ya está un poco cursi— fruncí el ceño divertida —, me va a dar diabetes— me bajé de su regazo y pasé al asiento del copiloto—. Adiós— volví a sonreír y él también lo hizo.
Baje del auto y segundos después él arrancó, me despedí con la mano y poco a poco perdí el auto de mi vista, entre al edificio y una vez en mi piso, visualice a Tatiana sentada frente a la puerta de nuestro departamento con mil bolsas a su alrededor.
—¡Hasta que por fin llegas! — elevó sus manos— ¡Te llame mil veces! ¿Dónde estabas?
—Tuve cosas que hacer, pero ¿Por qué estás aquí? — evadí mientras sacaba las llaves de mi chaqueta.
—Olvide las llaves dentro ¿Por qué no me contestabas? — pregunto mientras entraba al departamento con algunas bolsas.
—Deje caer el teléfono y se me daño, pero creo que era la señal para comprarme uno, creo que ya tengo lo suficiente para poder pagarlo— dije dejando algunas cosas que traía Tatiana en la barra-
¿Se acuerdan de Tatiana la del centro comercial? Bien pues Elisa le pidió su número y una semana después de que yo llegará aquí ella llegó y Elisa me contó que busca un roomie, así que la vida nos volvió a cruzar.
—Me alegro por ti bebé— sonrió mientras guardaba algunas cosas en la nevera.
La verdad es que una vez la conoces es muy linda, muy divertida y siempre está dispuesta a ayudarte cuando lo necesitas o simplemente para sacarte una sonrisa.
—Voy a darme una ducha, estoy muerta— dije trazando mi camino al cuarto.
—¿Pedimos pizza?
Negué.
—Estoy llena, ya comí, gracias.
Entre al cuarto y me dirigí al baño, me desvestí y me metí a la regadera, mientras el agua corría por todo mi cuerpo las imágenes de lo que había pasado inundaban mi mente, no podía decir que estaba enamorada porque eso era un sentimiento muy grande, además él tiene miles de fans, miles de mujeres y yo no sería tan importante, sólo voy a disfrutar el momento y no voy a involucrar sentimientos.
Al día siguiente....
Descansaba plácidamente en los brazos de Morfeo cuando sentí un tirón de mis pies, cayendo de mi cama con fuerza. Abrí mis ojos dispuesta a matar a cualquiera que me hubiera hecho esa barbaridad, pero antes de poder hacerlo Tatiana gritó mientras corría hacia la salida.
—Tú no te querías levantar y hay un chico esperándote afuera.
Aún adormilada me levanté y busqué mi reloj de mesa.
-Esto no puede ser- dije para mi misma, corrí hacia el espejo de mi cuarto y digamos que mi cabello no era como el de las princesas de Disney cuando recién se levantan
Con mis dedos peiné mi cabello, pero al ver que mi estrategia no daba resultados me lo até en un moño. Ya dispuesta a salir, recodé que lo más probable es que tuviera aliento de dragón, así que corrí al baño y me cepille.
Una vez el problema estaba solucionado, me dispuse a salir. Escuché unas risas provenientes de la sala y simplemente me quedé en blanco al reconocer esa risa ronca que resaltaba por encima de la de mi roomie.
—No puedo creer que hizo eso— soltó Tatiana en una carcajada, mientras yo entraba en la sala.
Mis ojos debieron de haberse salido de su órbita natural, tal como en las caricaturas al ver al chico sentado frente a mí. Él me regaló una sonrisa amplia y como pude disimule mi impresión regalándole una también.
—¡Pipe! — salude efusivamente.
—Mi Ángel— abrió sus brazos para que le diera un abrazo e instintivamente fue lo que hice.
Usualmente no era de mi agrado estar abrazando o demostrando cariño a las personas, pero desde que Felipe y yo nos hicimos tan amigos me di cuenta que era algo tan natural en él que terminé por acostumbrarme a este tipo de demostraciones afectivas.